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El cántabro Ángel Fernández encara la portería de Tomas Mrkva durante el Europeo. EPA / VALDRIN XHEMAJ
Último escalón hacia la leyenda
BALONMANO

Último escalón hacia la leyenda

España se enfrenta a Croacia en la final del Campeonato de Europa, en el que los Hispanos aspiran a revalidar su título y clasificarse de paso para los Juegos de Tokio

A. F. / AGENCIAS

Domingo, 26 de enero 2020, 07:38

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Los Hispanos aspiran a ascender esta tarde a la categoría de mito. A partir de las 16.30 horas, para más señas. Será entonces cuando una España con sabor cántabro gracias a Ángel Fernández y los hermanos Dujshebaev, aunque Dani se ha perdido estos últimos partidos, trate de revalidar su título continental para consolidarse como uno de los mejores equipos del mundo... y una de las mejores selecciones españolas de la historia. Lo que no es decir poco, porque los Hispanos saben lo que es levantar la Copa del Mundo.

Croacia es el último escollo para alcanzar la gesta tras un ruta que tiene además una propina más que sustanciosa: las clasificación para disputar este verano los Juegos de Tokio, en los que España será, de sellar su pasaporte -habrá más oportunidades- una de las favoritas. De paso España seguiría puliendo su aura al igualar una gesta, la de repetir título en un Europeo de forma consecutiva, que solo ha conseguido Suecia. Claro que los nórdicos se hartaron, porque lo hicieron en 1998, 2000 y 2002.

«Lo bueno de este equipo es que su fuerza reside en el colectivo, en cada partido cualquier jugador puede ser el protagonista», explicaba estos días el seleccionador, Jordi Rivera, uno de los artífices de la segunda -o tercera- edad de oro del balonmano español, al menos en lo que a la competición por combinados nacionales se refiere. Si esta tarde doblegan a Croacia el nombre de los Hispanos compartirá los anaqueles de la gloria con el de los 'Bengan Boys' suecos y los 'Experts' galos, que dominaron el balonmano mundial en la primera década del siglo. Y todo ello sin perder ese aspecto de normalidad que convierte a los de Jordi Ribera en un equipo cercano, en el que la fuerza del colectivo está siempre por encima de cualquier tipo de estrellatos o individualidades.

Este factor puede ser determinante ante el cansancio acumulado por ambos conjuntos, que no solo han tenido que disputar ocho intensos partidos en apenas dos semanas, sino que además se han visto obligados a realizar largos desplazamientos por media Europa en una competición con sede en tres países diferentes. Un cansancio que ya comienza a hacer mella, al menos en el combinado español, como reconocieron los propios jugadores, y que se dejó ver en una semifinal que parecían tener encarrilada pero que se complicó en los últimos momentos del duelo.

Pero si a España ya comienza a hacérsele un poco largo el torneo, mucho peor llegará a la final la selección croata, tras el tremendo esfuerzo que tuvo que realizar para imponerse en la semifinales a Noruega en un encuentro que no se resolvió hasta la segunda prórroga. Los balcánicos pagaron además su entrega con la lesión del central Luka Cindric, una de las piezas claves en los esquemas del conjunto croata, que tendrá muy difícil disputar la final tras resentirse de la lesión muscular que ya le había impedido disputar con normalidad los últimos partidos.

Baja sensible

Esta circunstancia, que dejará el juego croata en manos de los también centrales Domagoj Duvnjak e Igor Karacic, ya fue fundamental en el empate (22-22) que los balcánicos arañaron a España en el partido que ambos conjuntos disputaron en Viena en la segunda fase. Un encuentro que, pese a que careció de la tensión que tendrá la final de esta tarde, ya que ambos conjuntos lo afrontaron con la clasificación para las semifinales ya asegurada, sí que dejó alguna que otra lección de las que España deberá aprender. Empezando por no dar nunca por vencido a un equipo, el croata que, si por algo se ha caracterizado a lo largo de la historia y más durante este Campeonato de Europa, es por su carácter irreductible.

Así lo pudieron comprobar los Hispanos en Viena en un choque en el que los de Jordi Ribera, pese a llegar a contar con una renta de hasta seis goles (14-20) mediada la segunda mitad, acabaron viendo cómo los balcánicos dispusieron de un último balón para alzarse con la victoria. Si España demostró en la capital austríaca que cuando el encuentro fue una mera cuestión balonmanística se encuentra un escalón por encima de los croatas, cuando el corazón, la pasión y el carácter se hicieron los dueños de la pista los de Lino Cervar igualaron la contienda y a punto estuvieron de proclamarse vencedores.

Se trata del mismo error en el que cayeron los noruegos en las semifinales y en el que los Hispanos no deberán volver a incurrir si quieren revalidar un oro que además les otorgaría el ansiado billete para los Juego de Tokio. Y que, sobre todo, les aseguraría un lugar en la leyenda, esa de la que tan cerca caminan y que pueden convertir este año en cotidiana. En Europa y, si todo se da bien, también en Japón.

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