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Una victoria para seguir creyendo
La Gimnástica deja atrás la derrota de la semana pasada ante el Escobedo tras vencer al colista en una gran segunda parte
ADELA SANZ
TORRELAVEGA.
Lunes, 6 de noviembre 2017, 07:21
Al término de la primera mitad, el futuro inmediato ofrecía idénticos matices a los del cielo de la tarde. Nubarrones de diversas tonalidades de gris teñían la atmósfera plomiza sobre El Malecón, que en el descanso, con el marcador a cero, parecía un lugar triste y apagado. Algunos aficionados, con el hastío dibujado en el rostro, se refugiaban dentro de sus anoraks, con las manos en los bolsillos; otros, se ponían de pie y resoplaban, como tratando de entender lo incomprensible; unos pocos acudían a buscar refugio en los vasos de plástico del café y desenvolvían el papel de aluminio de sus bocadillos. El cuarto de hora que tenían por delante se les iba a hacer muy largo. La Gimnástica, su Gimnástica, era incapaz de doblegar al colista.
Gimnástica
Álex Ruiz, Fer, Fermín, Camus, Luis Alberto, Víctor, Palazuelos, Javito, Vitienes (Cagigas), Perry y Nacho Rodríguez (Kamate).
3
-
0
Castro
Javi, Urquijo, Álvaro, Carasa, Dani Calvo, Llamosas, Güemes, Salva, Chori (Jonathan), Nahuel (Zorro) y Bringas (Lander).
-
goles 1-0 m. 52 Vitienes; 2-0 m. 56 Palazuelos; 3-0 m. 89 Kamate.
-
árbitro Álvarez Borbolla. Mostró amarillas al local Vitienes y a los visitantes Dani Calvo, Nahuel, Urquijo y Álvaro.
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incidencias El Malecón
Conscientes del malestar que habían generado fuera, los futbolistas blanquiazules salieron con otro talante el vestuario y liquidaron el partido. Ninguno de ellos estaba dispuesto a dejar que la oportunidad se les escapase de las manos. Sabían que tenían que superar al Castro, que no podían fallar otra vez, y cumplieron. Hicieron tres goles y crearon ocasiones para haber marcado alguno más. Lo importante, de todas formas, era ganar. En el fútbol no hay mejor remedio para la tristeza que el triunfo.
La Gimnástica, tras la derrota en el Eusebio Arce, necesitaba vencer y convencer. Pablo Lago, tal vez buscando un golpe de efecto, introdujo varios cambios en el once. Retrasó a Luis Alberto a la defensa, introdujo en el eje a Víctor, en la derecha a Hugo Vitienes y sentó a Cagigas. Trataba de encontrar el equilibrio que al equipo le falta. El inicio, no obstante, no resultó prometedor, ya que no se produjo ni una sola jugada amenazante en el área castreña, más allá de un par de centros al área y un tímido remate de cabeza de Palazuelos.
Los blanquiazules están quintos en la tabla a cuatro puntos de los puestos de play off
El Castro, encerrado en su propio cascarón como una tortuga, había renunciado al ataque y se refugiaba en su parcela del campo, con las líneas bien juntas, ofreciendo el aspecto de un muro rojo sin apenas fisuras. No fue hasta la media hora que llegó la primera oportunidad de gol, un golpeo de Nacho Rodríguez que Javi detuvo, no sin dificultad. A partir de esa jugada el encuentro se abrió un poco y llegaron más ocasiones: un par de desbordes por la izquierda de Perry, un lanzamiento de Fer y un remate de Luis Alberto, ya en el último minuto de la primera mitad.
Efectividad en ataque
El segundo tiempo fue otra historia, con un guión más dinámico, con menos drama psicológico y más acción. Javito avisó a los cinco minutos con un tiro lejano que se fue muy alto. Fue el aviso de que el gol no se hallaba lejos, como se encargó de demostrar poco después Hugo Vitienes con un zurdazo que se coló por la escuadra. El interior derecho chutó con toda su alma y puso el balón donde no llega ningún portero, por bien situado que esté o por mucho que se estire.
Sin tiempo para digerir el primer bocado, llegó el segundo. Otra vez Vitienes, esta vez con un centro desde la derecha que aprovechó Rubén Palazuelos, que superó al guardameta visitante.
Más tarde, fue Nacho Rodríguez quien puedo hacer el tercero tras una asistencia de Fermín, pero fue anulado por fuera de juego. Después, con el Castro ya entregado, con la resignación pintada en el semblante de sus futbolistas, llegaron más oportunidades. De Fer, de Palazuelos, de Camus y de Kamate, que dio en el larguero.
El delantero, que había sustituido a Nacho Rodríguez, parecía empeñado en dejar su sello. Y al final, con el tiempo ya cumplido, el costamarfileño obtuvo su recompensa, poco antes de que el árbitro indicara a los futbolistas el camino del vestuario.