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Hiroto Ohhara de Japón surfea durante la Ronda 1 masculina de los eventos de surf. Nic Bothma (Efe)
Tokio 2020: El surf debuta añorando las olas atómicas de Fukushima
Tokio 2020

El surf debuta añorando las olas atómicas de Fukushima

Los Juegos incluyen este deporte por primera vez, pero lejos de la costa de la siniestrada central nuclear, que tiene las mejores olas, por miedo a la radiactividad

PABLO M. DÍEZ

Enviado especial a Ichinomiya (Japón)

Domingo, 25 de julio 2021

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Sol, fina arena y olas batiendo el mar. En un caluroso domingo de finales de julio, con la humedad cociendo la jungla de asfalto, el sueño de cualquiera espera a poco más de una hora de Tokio. Especialmente de los surfistas, que este domingo han vivido una jornada histórica. Para captar al público joven, el surf ha sido incluido en unos Juegos Olímpicos por primera vez y ha debutado en un agradable día de playa en la localidad de Ichinomiya, a 75 kilómetros al este de la capital nipona.

Para pillar un buen viento antes de que el sol se eleve mucho en el cielo y lo frene, la competición arrancó a las siete de la mañana (doce de la noche, hora peninsular española) en la costa de Tsurigasaki, frente el Océano Pacífico. Sin público tampoco pese a ser una actividad al aire libre, 20 hombres y 20 mujeres se lanzaron al agua hasta la tarde con sus tablas de 1,8 metros ('shortboard') buscando inscribir su nombre en la historia como el primer campeón olímpico de surf.

Entre los favoritos figuran los brasileños Gabriel Medina e Italo Ferreira, que lideran la clasificación de la Liga Mundial de Surf (WSL), y el ídolo local Kanoa Igarashi. En categoría femenina destaca la australiana Stephanie Gilmore, que ha sido siete veces campeona del mundo a sus 33 años y no ha podido sumar una medalla olímpica porque, hasta ahora, no la había. Pero no se lo pondrán nada fácil ni su compatriota Sally Fitzgibbons ni la francesa Johanne Defay.

Todo dependerá del viento y de cómo cabalguen las olas, de las que no hay dos iguales. En pruebas de media hora, cada surfista puede tomar un máximo de 25 olas, de las que solo cuentan las dos de máxima puntuación. Basándose en unos criterios fijados sobre el grado de dificultad, la velocidad y la potencia, un comité de cinco jueces puntúa sus piruetas sobre las olas. Como se ve desde la playa de Tsurigasaki, el espectáculo está asegurado porque, más que desplazarse mucho tiempo sobre sus crestas, los jueces valoran la complejidad y creatividad de sus movimientos, dibujando círculos sobre el mar (360) o incluso volando sobre las olas ('aéreos') si el viento lo permite.

Las medallas se disputarán el miércoles, cuando se esperan olas mayores por un tifón que se está formando en el Pacífico. Estamos en plena temporada de tifones y, dependiendo de su intensidad, podría amenazar a los Juegos de Tokio, pero los surfistas están encantados con su llegada porque avivará el mar. Este domingo las olas solo alcanzaban un metro y no permitían a los participantes hacer todo lo que querían, pero serán el doble esta semana. De todas maneras, el surfeo no depende solo de la altura de la ola al romper, sino también del recorrido que tenga para poder cabalgarla.

Según dicen los expertos aquí en Japón, el mejor lugar para celebrar esta competición era la costa de la prefectura de Fukushima, unos 300 kilómetros más al norte. En concreto, la playa de Kitaizumi, en la ciudad de Minamisoma, a la que cada año acudían unos 70.000 surfistas en busca de sus buenas olas. Pero el accidente en la central nuclear de Fukushima 1, provocado por el tsunami que barrió la costa nororiental nipona el 11 de marzo de 2011, ha impedido que esta prueba tenga lugar en dicha playa, que estuvo cerrada hasta 2019. Aunque los surfistas de esa región miden con frecuencia la radiactividad y aseguran que ha bajado hasta niveles previos al accidente, finalmente los organizadores descartaron dicha opción porque está a solo 30 kilómetros de la central.

Vertido de agua contaminada

Además, este año han vuelto los temores a la radiación por el anunciado plan del Gobierno de verter al Pacífico agua contaminada procedente de la central, que durará dos años. Como no existe aún la tecnología para retirar el material nuclear que el tsunami fundió en tres de los seis reactores de Fukushima 1, lo único que puede hacer la eléctrica propietaria, Tepco, es inyectarles agua para mantenerlos estables. Pero ese agua se contamina de elementos radiactivos y algunos, como el tritio, no pueden ser depurados. Con el paso de los años, se han acumulado 1,2 millones de metros cúbicos de agua contaminada, el 92 por ciento de la capacidad total de los tanques construidos en torno a la planta. El Gobierno insiste en que diluirá el agua y el tritio quedará reducido a menos de 1.500 becquereles, muy por debajo de los 10.000 que marca la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero tanto los pescadores de la zona como las organizaciones ecologistas y China y Corea del Sur critican la decisión.

De todas maneras, lo que más debe de haber influido en el descarte de Kitaizumi es la planta térmica de Haramachi, que se levanta sobre dicha playa y se parece a una central nuclear. La foto de los surfistas cabalgando las olas, con el fondo de una humeante chimenea blanca y los tanques industriales de la planta térmica, habría cumplido los peores presagios de unos Juegos Olímpicos atómicos.

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