Lo que traen los bolos en 2020

El principal rival de Víctor González es Víctor González. La frase puso de acuerdo a buena parte de los aficionados que en ese momento contemplaban como el de Astillero batía su propio récord de bolos en un campeonato oficial. Y es que, a día de hoy, no parece haber jugador capaz de derrotarlo a cinco concursos. Lo que pasa es que a campeones de la talla de Óscar y Salmón verse incapaces de competir con el de Peñacastillo seguro que les picó en el orgullo, por lo que en 2020 saltarán al corro a demostrar que todavía tienen mucho que decir. Claro que, de seguir con su progresión, Víctor podría batir todos los récords existentes en el mundo de los bolos. Solo un genial rendimiento de Óscar y Lavid le impidieron lograr los cuatro campeonatos oficiales el pasado año y en un torneo de larga duración no tuvo rival. Pese a ello, todavía le faltan en sus vitrinas trofeos como el del Millón o el del Banco Santander. Un motivo más por el que salir a por todas en 2020.

El año que empieza será el de la puesta de largo de la mayor aparición bolística de los últimos años. El primer proyecto de Andros La Serna Valle de Iguña nace con vocación de ganar la Primera categoría y, sobre todo, de medirse con los grandes en la Copa Presidente. Un reto que servirá de adelanto para, si nada se tuerce, su gran desembarco en División de Honor en 2021. Al igual que Peñacastillo en la máxima categoría, los de Las Fraguas parecen imbatibles en las 26 jornadas que conforman la competición en un grupo en el que la otra plaza de ascenso se presenta muy abierta. De Pontejos a Pámanes, pasando por Casar, Oruña, Gajano o Laredo, cualquier cuadrilla podría lograr el codiciado puesto. Será una Primera de contrastes, en la que junto a peñas potentes como Andros competirán debutantes como Tanos o el Tarumbo, que dieron la sorpresa al ganar la Segunda Especial. Tanto taniegos como corraliegos serán dos huesos duros de roer.

Este año la Semana Bolística cambia de registro y, a falta de confirmación oficial, se celebrará en una carpa instalada en la Yeguada Militar de Ibio, una zona con mucha afición, aunque alejada de los grandes núcleos de población. Llamada semana, pero con doce días de bolos, será un reto para un público que el año pasado abandonó durante algunas jornadas las gradas para verlo por televisión. Pese a acoger las competiciones más importantes de la temporada, el exceso de las mismas en pocos días y las fechas del año, en pleno mes de agosto, dejan al Campeonato de España como único torneo que todavía lleva más de 2.000 espectadores al corro. Reducir los días de duración y concentrar las competiciones ayudaría a volver a dar a la Semana Bolística la importancia que se merece.

La Liga Femenina dará en 2020 un paso adelante más con la incorporación de Roper. Bajo la denominación de Camargo El Pendo, las de Maliaño saldrán a competir con un equipo de garantías formado por Judit Bueno, Naomi Solórzano, Cristina Cabielles y Naomi Pelayo, que peleará por los puestos altos de la tabla. Será uno de los aspirantes a arrebatarle el cetro a Campoo de Yuso, ganador las dos últimas temporadas, la primera de manera casi sorprendente sin hacer ruido y el pasado curso arrasando a sus principales rivales. Solo Concejón de Ibio estuvo a la altura de las campurrianas. Peo este año ha perdido a Andrea Gómez, que ficha por la Bolística. Las de Chapi Sáiz no han buscado sustituta y será Lara, la hija de la capitana Diana López, la que haga las funciones de quinta en caso de que fuera necesario. Para hacer frente a las del pantano, además de Ibio y Roper estará Torrelavega Siec, que tras ganar su primer título de Copa el pasado año, se ha quitado algo de presión de encima de cara a buscar su estreno liguero. Con una clara diferencia entre los equipos de arriba y los de abajo, la Liga femenina afronta además el reto de consolidar el relevo generacional y la necesidad de que las menores que van saliendo vayan integrándose en la competición para poder ampliar el número de equipos en el futuro.

Son los nombres más destacados del año, a nivel colectivo e individual, y sin duda son los rivales a batir en 2020. Más allá de los tópicos deportivos (no hay rival pequeño, etc.) el reto no será fácil. A nivel de peñas y después de ganar todos los títulos en juego, las competiciones al KO parecen el único terreno en el que los de Cañas pueden ceder algo. Y es que sus principales rivales, a priori, han visto mermado su potencial o, cuanto menos, presentan la incógnita de su rendimiento debido a los cambios en sus cuadrillas. Si a un partido puede pasar cualquier cosa, en las 26 jornadas que dura el torneo de la regularidad los capitaneados por Jesús Salmón son favoritos indiscutibles. Por abajo la situación parece más igualada, con varias peñas como candidatas a pelear por evitar el descenso. Casi todos los años las recién ascendidas son las primeras señaladas, aunque esta vez la potente cuadrilla formada por San Jorge, con Víctor de la Torre, Fran Rucandio y Adrián Díaz como principales fichajes, les hace partir con opciones de algo más. La Rasilla, Mali y Los Remedios pelearán por la permanencia.

Hilado con el punto anterior, más allá de la Semana Bolística también hay vida. Sin embargo, y salvo en lugares aislados de la región, esa vida bolística se va apagando paso a paso, con boleras cada vez más vacías y menos presencia de los bolos en la vida rutinaria de los cántabros, especialmente en la capital. Sin apenas novedades en los últimos años, el reglamento y las competiciones bolísticas no se han adaptado al ritmo de la sociedad del siglo XXI, lo que hace que a los jóvenes cada vez les cueste más engancharse, algo que repercute en el número de practicantes en categorías inferiores. La poca variación en las competiciones, su número excesivo, la coincidencia de muchas en día y hora y, sobre todo, la excesiva duración de muchas hace que el público, poco a poco, se esté marchando de los corros. Los bolos tienen que empezar a sembrar para poder recoger en el futuro.

Si el bolo palma vive, el resto de modalidades sobreviven. La más activa es el pasabolo tablón, que al jugarse también en Vizcaya comparte el peso de la supervivencia. Con Ampuero, Laredo y el Valle de Villaverde tirando del carro, de cara al futuro sobreviven varias escuelas que pueden ser las que mantengan el juego en el futuro. En lo deportivo, San Vicente de Barakaldo buscará repetir su título en Liga Nacional, mientras que Miguel del Río defenderá los regionales. El pasabolo losa en 2019 tuvo un dominador claro, Arnuero, que ganó todos los títulos oficiales en juego. Con un ámbito geográfico menor que el del tablón, el entusiasmo de peñas como San Bartolomé o Cubas tira de un carro al que cada vez se engancha menos gente. Una modalidad a cuidar. Lo mismo ocurre con el bolo pasiego, en el que el relevo generacional se presenta incluso más complicado. La despoblación de las zonas de juego hace que cada vez cueste más completar los equipos. Si en losa Arnuero fue el que hizo doblete, en pasiego fue Margutsa el que revalidó su título liguero y recuperó el de Copa. En 2020 volverá a ser el favorito.