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El piloto británico Lewis Hamilton, en el circuito japonés de Suzuka. Reuters
El lado más comprometido de Lewis Hamilton
Fórmula 1

El lado más comprometido de Lewis Hamilton

El pentacampeón del mundo se involucra cada vez más en temas sociales y su última obsesión es la lucha contra el cambio climático

DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO

Madrid

Miércoles, 16 de octubre 2019, 20:00

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La alarma saltó, como no puede hacerse de otra manera en 2019, en las redes sociales. Lewis Hamilton dejaba una frase en Instagram que, sin contexto, parecía referirse a su carrera deportiva: «Dan ganas de dejarlo todo». ¿A qué si no podría referirse un deportista de élite, que en sus perfiles sociales sólo cuenta sus entrenamientos, vacaciones, sus mensajes de agradecimiento a sus fans y poco más? En el caso de Hamilton, menos a su retirada de la Fórmula 1, podía ser de cualquier cosa.

Esa frase estaba englobada en un texto mucho más amplio en el que Hamilton denunciaba algo que está muy en boca de todos en los últimos tiempos: el cambio climático. Esta es una de las grandes obsesiones del piloto de Fórmula 1, un deporte que toca la ecología de manera tangencial. No vaya a ser que se den cuenta de lo contaminante que es llenar cada dos semanas los circuitos de gente que acude allí con sus coches, motos, caravanas, etc, los camiones que transportan toda la logística del 'gran circo' o los propios materiales de los monoplazas. De hecho, siendo estrictos, lo menos contaminante de la F1 son, precisamente, los fórmula 1.

«Hola mundo. Espero que todos estéis disfrutando el día. Ahora mismo estoy triste con el pensamiento de hacia dónde va el mundo. La extinción de nuestra raza se está convirtiendo más y más en posible cuanto sobreexplotamos nuestros recursos. El mundo está hecho un asco. Los líderes del mundo ni están educados ni les importa el medio ambiente. Las granjas agrícolas son la industria más contaminante, tenemos más del 50%, mucho más que nuestra industria de transporte combinada. Estoy triste cuando veo a gente, incluso amigos cecanos, ignorando lo que está ocurriendo. La educación es la clave y pensábamos que comer productos de origen animal nos hacía bien, pero nos han mentido por cientos de años», lamenta el piloto británico.

«Me ha tomado 32 años para entender el impacto que estoy teniendo en el mundo y darme cuenta diaramente qué puedo hacer para tomar parte mejor. Quiero que mi vida signifique algo y honestamente hasta ahora mi vida no lo ha tenido. Ser parte del problema no es irrelevante. Ser parte de la solución lo es y me estoy esforzando para hacerlo mejor. Os urjo a que investiguéis, a encontrar la compasión que sé que tenéis dentro para reconocer que estáis contribuyendo con lo que coméis que mantiene la carne, y en la industria que destroza la flora, los bosques, la crueldad animal, los mares y el cambio climático cada vez más. Hacerse vegano es la única manera de salvar el planeta hoy en día. Se puede hacer rápidamente, todo lo que hay que hacer es pensarlo», añade.

«Honestamente, dan ganas de dejarlo todo. Acabar con todo completamente. ¿Para qué preocuparse cuando el mundo está tan mal y la gente no se da cuenta? Me voy a tomar un momento para recolocar mis pensamientos. Gracias a todos los que os importa el mundo», concluye Hamilton.

¿Compromiso o postureo?

El veganismo se ha convertido en una religión para Hamilton, pero también tiene otras actitudes que le vinculan más a asuntos sociales. No en vano, fue muy conocido su apoyo a un niño con cáncer terminal (que falleció meses después) o su cariño hacia un joven fan de la F1 ciego, al que conoció en el GP de España del año pasado y al que volvió a invitar a su box este año en otro gran premio. Nunca tiene una mala palabra, especialmente hacia los más jóvenes.

Sin embargo, esta actitud eminentemente bondadosa levanta muchas sospechas de una actitud profundamente hipócrita. Al fin y al cabo, Hamilton es un multimillonario que viaja de circuito a circuito en su jet privado, un Challenger 605 de 25 millones de libras, posee un yate de tres millones y está patrocinado (es decir, pagado) por gigantes petroleras como la malasia Petronas, principal patrocinador del equipo de Mercedes. Sus críticos, entre los que se encuentra el mismísimo campeón del mundo de Fórmula 1 Damon Hill, le acusan de decir una cosa y luego tener un tren de vida completamente alejado de lo que promulga.

Mientras, él trata de combinar sus lujos con su búsqueda de un mundo mejor. Por eso abrió una cadena de restaurantes veganos, con un primer local en Londres en el que únicamente se pueden comer hamburguesas de origen vegetal. Así, además de luchar contra el cambio climático, puede seguir engrosando su cuenta corriente en el banco.

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