'Pole' de Hamilton, el clásico de los sábados

Las seis décimas en las que Pirelli sitúa la diferencia entre los compuestos de banda amarilla y de banda roja no son tales si el coche que los lleva es un Mercedes. Pero en igualdad de condiciones, salvo en contadas ocasiones, Lewis Hamilton es más rápido que Valtteri Bottas en el momento clave. El finlandés había sido el más rápido en las tres sesiones de libres, en la Q1 y en la Q2, pero no en la Q3, que es lo que cuenta.

Fue una sesión en la que se les vieron las costuras a varios pilotos, no solo a Bottas, sino también a Sebastian Vettel, por ejemplo. Él y Charles Leclerc salieron a la Q2 con neumáticos medios para tener cierta ventaja estratégica este domingo, pero mientras el monegasco no tuvo problema para meterse en la Q3 con el octavo tiempo, el alemán no pudo ni rozarlo: se vio superado hasta por George Russell con el Williams y saldrá en una pobre decimoquinta plaza. Séptimo gran premio en el que se mete en Q2, y a ver si esta vez lo confirma con una buena carrera.

Ese número de buena suerte también será el lugar de la partida de Carlos Sainz. El español, que estrenó motor nuevo (sin penalización) por la mañana, cuajó una clasificación de más a menos, que sin embargo le dejó en una satisfactoria posición de parrilla. El retraso del horario previsto impidió a Sainz ver el inicio del clásico entre el Barcelona y el Real Madrid, algo que había prometido hacer instantes antes de salir a rodar.

El madrileño (y madridista) no supo gestionar bien uno de los grandes retos a los que se enfrentaron los pilotos este sábado, y él mismo era consciente de ello. «Se ha empezado a levantar mucho viento durante la clasificación y yo cada vez iba más lento. En vez de mejorar, de la Q1 a la Q3 he ido empeorando», admitía Sainz. Gestionar las ráfagas, previstas también para la carrera, será uno de sus principales objetivos para este domingo, ya que además saldrá con su compañero -y, por tanto, máximo rival- Lando Norris justo detrás.

Las buenas sensaciones que ha dejado a los pilotos este circuito contrastan notablemente con la lectura que se puede hacer desde el punto de vista organizativo. El GP de Portugal ha dejado ya discusiones por los límites de pista, que el viernes provocaron la eliminación de 125 tiempos de otras tantas vueltas, y una soberana chapuza que pudo haber provocado un serio accidente.

Al final de la sesión de libres de la mañana, Sebastian Vettel pisó una rejilla de evacuación de agua, que se levantó. El peligro que eso suponía obligó a los organizadores a intentar taparlo, y no se les ocurrió otra idea que hacerlo con cemento de secado rápido. Ante la eventualidad de que se levantaran otras, los comisarios revisaron todas las del circuito, lo que provocó un retraso de media hora sobre la agenda prevista. Que nadie, ni la FIA ni los organizadores, detectaran este problema antes, les ha dejado señalados.

También hizo levantar muchas cejas al público en las gradas. No tanto por su presencia en sí, sino por la ausencia de distancia entre ellos. A diferencia de lo visto en otras competiciones deportivas, donde cada grupo de aficionados estaban separados, en Portimao se permitió el acceso de 27.500 personas y no se les habilitó zonas espaciadas.

Se trata de la novena 'pole' de la temporada para el británico y la 97ª de su carrera. En caso de victoria el domingo, se convertirá en el piloto con más victorias en grandes premios de F1 con 92 triunfos, por los 91 de la leyenda alemana Michael Schumacher.

El neerlandés Max Verstappen (Red Bull) saldrá tercero y el monegasco Charles Leclerc (Ferrari), cuarto.