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Partido bronco e intenso entre Ferrol y Racing, ambos en busca del liderazgo
Fútbol | segunda b

Una fiesta interrumpida

El Racing se queda sin liderato por un autogol en el 89 y tendrá que esperar una carambola en la última jornada para ser campeón

Sergio Herrero

Sábado, 7 de mayo 2016, 17:50

En A Malata estaba en juego toda una temporada. Para los dos equipos. Para los dos Racing. «Si te rindes hoy, de nada servirá el esfuerzo de ayer», rezaba una pancarta colocada por la afición local en uno de los laterales. Una final. Pero estaba claro que los contendientes no llegaban a la cita clave en las mismas condiciones. Los gallegos, tras una campaña prácticamente impecable, han caído en barrena. Las piernas han temblado y la gasolina ha escaseado. Pero esta vez supieron aguantar el tipo. Y los cántabros, con todas las dudas que dejan a su estela, llegaban para culminar la remontada. Nada que perder.

Los de Pedro Munitis, arropados por cerca de un millar de aficionados, lo rozaron con los dedos. El final fue el sino del racinguismo. Desazón. Después de ponerse por delante en dos ocasiones, un gol en propia puerta de Mikel Santamaría en el minuto 89 acabó con las ilusiones montañesas. Un coitus interruptus en toda regla que deriva las opciones de título a una última jornada de auténtica carambola. El Racing, a ratos, careció de personalidad propia. Dio, tras el primer tanto, ese paso atrás tan temido ya por todos. Quizá no fue mejor y el empate era el resultado justo, pero demostró más ganas de vencer que su rival. No mereció tan cruel desenlace. Sin embargo, eso no fue suficiente.

En la previa del partido el Racing fue superior. Por goleada. La agitada semana entre directivas y las convocatorias de las peñas locales apenas surtieron efecto entre una afición local que fue minoría por las calles de Ferrol. Y en las gradas de A Malata, un estadio en el que las plateas han estado más vacías que llenas a lo largo de la campaña, los gallegos cumplieron con una mayoría forzada por los bajos precios y las entradas regaladas a distintos colectivos. De todas formas, era simple decorado, ya que era la pelotita la que iba a decidir el ganador y, por consecuencia, el principal aspirante a levantar el trofeo. Eso sí, la tensión previa tenía que salir por algún lado. Después de una jornada de comportamiento admirable por ambas hinchadas, el partido terminó con incidentes entre aficionados locales unos pocos y los técnicos y jugadores racinguistas. Con escupitajos, insultos, amenazas y algún que otro golpe. Hechos aislados que mancharon todo lo demás.

Por las inseguridades manifiestas de uno y otro Racing, el empate era el resultado favorito en las apuestas. Pocos preveían algo distinto al respeto máximo desde el saque inicial. El deseo de Pedro Munitis y del racinguismo en general era la irreverencia. Como en Villaviciosa. Otra cosa es que el mensaje calase entre los futbolistas.

El caso es que en el intercambio inicial de golpes fueron los cántabros los que impactaron primero. Un paso hacia el campeonato. Borja Granero recogió un rechace en la frontal del área. Su disparo lo despejó Mackay hacia la banda, donde le cayó a Óscar Fernández. El de Piélagos sirvió a Álvaro Peña, quien encontró el hueco exacto para batir al meta gallego. Los planes del míster, en cierto modo, habían salido bien.

Pero un gol de ventaja nunca es definitivo para un Racing, acostumbrado a dar el a veces mortal paso hacia atrás. En el minuto 15, Pedro Munitis y Gonzalo Colsa ya empezaban a desgañitarse desde el banquillo. «¡Salimos!», gritaban los técnicos en medio de un gran catálogo de aspavientos. Al líder no le quedó más remedio que tocar a rebato y avanzar. Con las fuerzas que le quedan para no estropear un año entero. Y, por momentos, consiguió amedrentar a un rival que no era capaz de salir de la cueva con demasiada soltura. Así, un remate de de cabeza al larguero de Garrido y un disparo de falta de Pablo Rey que despejó Óscar Santiago pudieron echar abajo la momentánea victoria montañesa. También una internada del Pichichi Joselu en su única aparición por el área cántabra. El meta santanderino volvió a actuar.

Hay una canción de Los Limones que dice que Ferrol es «un pueblo en el que perder es lo normal». Y eso es lo que parecío que le iba a tocar padecer al millar de racinguistas desplazados hasta la localidad gallega cuando nada más reanudarse el partido Borja Domínguez se inventó un golazo espectacular. El centrocampista ferrolano empalmó una volea desde fuera del área que se coló como un misil por la escuadra visitante. Imparable.

Se antojaba el principio del hundimiento racinguista, pero, por una vez, los de Pedro Munitis se rehicieron del varapalo. El técnico acertó con los cambios y su equipo, entonces sí, fue mejor que su enemigo. Isma Cerro y Coulibaly sustituyeron a Óscar Fernández y Pumpido y el Racing se fue al ataque. Al fin y al acabo, el empate servía más bien de poco. Fede San Emeterio pudo marcar tras una serie de rechaces en un córner. Su remate tocó en una pierna local y Mackay despejó con apuros. El de Sierra de Ibio jugó el tramo final del encuentro agarrándose un hombro que ya no aguanta más de dos semanas en su sitio.

Ayer Granero volvió a ser capitán. No de brazalete, sino de facto. Estuvo como el equipo. No fue brillante, pero personificó las ganas de vencer. La ambición por el campeonato. Y el destino premió al valenciano con otro gol para ver repetido en bucle. El Racing aprovechó un grave error defensivo de su rival en una jugada a balón parado. La pelota se dirigió a Granero, que la esperaba en el segundo palo, y el futbolista verdiblanco la mandó de volea a la escuadra del segundo palo. Éxtasis cántabro en Ferrol.

Pese a que Dioni tuvo la sentencia, el buen racinguista sabe que la suerte y los regalos son para los demás. Cuando llegan los Reyes Magos, al de Santander siempre le taen carbón. Lo de ayer fue un ejemplo. Miguel Ángel Tena se la jugó colocando al central Golobart como delantero y este respondió. En una de las últimas jugadas, peinó un balón por alto que Mikel Santamaría, en su intento de despejar, coló en su portería. A partir de ahí todo fueron empujones, reproches y demás situaciones que no merece la pena ni recordar.

Oriol, técnico del Racing, se encontraba ayer espiando a Lleida y Cornellá, cuarto y quinto clasificados del grupo IIIrespectivamente. Entran dentro de los rivales más probables de cara al play off, porque el primer puesto ahora depende de demasiados factores: un triunfo cántabro ante el Coruxo y un pinchazo ferrolano ante un Astorga que aún no lucha por la permanencia. Otra tarde, la del próximo domingo, para sacar a pasear esa esperanza que el racinguista nunca parece perder.

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