Otra vez cuesta arriba
El Racing cae en el partido de ida del play off ante el Cádiz y tendrá que remontar en los Campos de Sport
Sergio Herrero
Domingo, 5 de junio 2016, 19:14
Cuando el autobús del Racing enfiló la Avenida José León de Carranza en la tarde de ayer, la imponente efigie acristalada del estadio del Cádiz ya dejaba entrever que alrededor de este enfrentamiento hay muchas cosas que no encajan en la Segunda División B. Ni el escenario, ni el ambiente ni los contendientes. Y, por supuesto, lo que hay en juego. Era una cita de una galaxia paralela. Por la mañana, el presidente de honor verdiblanco, Tuto Sañudo, rememoraba el regate que Mágico González le hizo en ese mismo pasto, veinte años atrás. Recuerdos de Primera División. «Aquí se nos debe una», lamentó, en referencia al polémico descenso cántabro en 1987, en beneficio de los gaditanos. Esta vez no la cobraron los santanderinos.
En el camino de vuelta a la élite solo puede quedar uno y el Racing, por el momento, está un paso por detrás. El equipo verdiblanco compitió, esta vez sí, ante el Cádiz. Y quizá no mereció perder. Pero volvió a ser un equipo romo en ataque. Sin mordiente. Ysin gol, es complicado aspirar a cotas altas. El empate a cero hubiese sido un resultado valiosísimo para el partido de vuelta en los Campos de Sport de El Sardinero, pero un desgraciado penalti de Borja Granero deja a los verdiblancos con la obligación de remontar. Y cuesta arriba, en terreno pindio, este Racing no funciona bien.
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A Cádiz sin más experimentos
Pedro Munitis realizó su enésima propuesta táctica del curso. Esta vez se puede decir que sí funcionó. Una nueva versión de un Racing que sigue sin encontrar su propia identidad. 4-2-3-1. Con Mikel Santamaría cerrando el carril izquierdo, Migue García por delante y Dani Rodríguez en la mediapunta, tratando de dar fluidez a una posesión que fue nimia en la eliminatoria frente al Reus.
Los primeros compases del partido cobraron este domingo un importancia especial. Por un lado, para aguantar el chaparrón inicial de un Cádiz necesitado de agradar a su afición. Y por el otro, porque el Racing, aunque intente ocultarlo, sigue tocado del batacazo de la primera ronda del play off. La cabeza todavía duda y las piernas tiemblan más de la cuenta. Ambos condicionantes quedaron reflejados de inicio. Apenas habían transcurrido cuatro minutos cuando Güiza estuvo a punto de rememorar tiempos mejores. El delantero se adelantó para rematar un centro de Salvi, que Óscar Santiago detuvo con una mano providencial. Poco después, el meta se estiró para despejar con apuros un disparo lejano de Servando. Pero en la grada del Ramón de Carranza y en el bando racinguista sabían que el paso de los minutos sin un cambio de resultado favorable para los locales podría traer problemas a los de casa. Nervios e impaciencia. Porque el Racing y el Cádiz, por el nombre y todo lo que llevan detrás, son almas gemelas en apuros pese a vivir cada uno en una punta del país.
Los minutos fueron cicatrizando las heridas previas y, aunque con bastantes imprecisiones tentadoras de alguna desgracia, el Racing se fue encontrando más cómodo sobre el césped mediada la primera mitad. Un tiempo en el que hubo bastante respeto y, sobre todo, mucho miedo al error por ambos bandos. Todo quedó en un poco fructífero intercambio de golpes. Dani Rodríguez remató desviado de cabeza un centro de Borja San Emeterio, mientras que en el área contraria, César Caneda y Óscar Santiago se encargaron de desbaratar dos opciones amarillas.
El Racing debe ascender por lo civil o por lo criminal. «Tírate», le gritó Pedro Munitis a Álvaro Peña con un claro gesto de salto a la piscina. A lo Greg Louganis. El vasco se internó en el área, recibió la tarascada de un defensa pero, en lugar de forzar el penalti, dio continuidad a una jugada que no llegó a ninguna parte. Poca picardía. Era la primera jugada del segundo tiempo.
Los cántabros salieron mucho más entonados del vestuario que un rival devorado por la ansiedad. Ese mismo fantasma que ha atacado al Racing tantas veces esta temporada. Óscar Fernández estuvo cerca de hacer un roto a los andaluces. Se plantó en el área, pero tardó en rematar y al final, sin ángulo, dispuso de una doble ocasión que el meta Cifuentes detuvo por dos veces.
El Racing volvía a ser el Racing. El de antes de que el Reus se entrometiese en su camino. Perdida la primera oportunidad por el ascenso, ya no es tiempo para chirigotas. Yeso que ayer, en parte, tuvo suerte, porque el colegiado perdonó la segunda amarilla a un Migue García con especiales ganas de dejar una buena impronta en la que fue su casa.
El penalti
Munitis lo tenía complicado en el banquillo. Si bien algunos jugadores verdiblancos no estaban especialmente finos, sí que en conjunto la maquinaría estaba funcionando. Era difícil plantear un cambio sin trastocar el rendimiento del equipo. Más cuando el Cádiz pasaba por sus peores momentos. La grada, que hasta entonces apenas había apretado, se dio cuenta de la situación y trató de levantar a sus hombres en volandas. No lo consiguió, pero sí lo hizo el penalti cometido por Borja Granero en el minuto 67 de partido. Al valenciano le robaron el balón, la cartera y hasta las llaves del coche. El autor del hurto fue Lolo Plá. El atacante, listo, se adelantó al centrocampista verdiblanco cuando este se disponía a despejar. Le quitó la pelota y a cambió le dejó la pierna. Se quedó con la patada, pero a su equipo le dotó de una oportunidad espléndida para ahuyentar todos los malos espíritus. David Sánchez fue el encargado de transformar la pena máxima. Al técnico racinguista no le quedó más remedio que hacer cambios en busca de algo diferente. Dio entrada a Artiles y Coulibaly y se atrevió a dar la alternativa al debutante Manu Delgado, en sustitución de un Dioni poco acertado en la tarde-noche de ayer.
Lejos de ir a por otro gol, el Cádiz empezó a especular con el resultado favorable y cedió la pelota al Racing. Sin embargo, los cántabros ya estaban bastante tocados anímica y físicamente como para arreglar el partido de ida con un valiosísimo empate a uno. Coulibaly tuvo la oportunidad, pero no la supo aprovechar. A la salida de un córner, remató solo dentro del área. Tuvo tiempo para controlar y para elegir si lo hacía con la cabeza o con el pie. Eligió la testa, pero su intentó, flojo y centrado, fue un auténtico dulce para Cifuentes, que atrapó sin problemas.
Con la incapacidad para hacer el gol del empate, el no perder aún más cobró importancia. El Racing, desesperado, en su afán por no marcharse de vacío dejó algunos huecos por los que el Cádiz no llegó a hacer sangre. Los cántabros no agrandaron su herida en el marcador, pero sí que pierden a uno de sus hombres más importantes de cara a la vuelta. Álvaro Peña, en los últimos compases, fue expulsado y no podrá estar en los Campos de Sport. La eliminatoria se pone cuesta arriba para el Racing con un choque que será a vida o muerte.