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Los jugadores celebran el gol de la victoria de Aquino
Feo, fuerte y formal

Feo, fuerte y formal

El Racing rompe en Boiro su racha de cuatro partidos sin ganar con un oportuno gol de Aquino en el 92

Sergio Herrero

Sábado, 12 de noviembre 2016, 16:19

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asta que el marcador del estadio municipal de Barraña no señaló el minuto 92, la crisis del Racing parecía inalterable. Sólo podía crecer. El equipo cántabro daba la sensación de que no ganaría un encuentro ni aunque el rival se quitase de en medio. Cuando todo se vislumbraba perdido, porque empatar en Boiro con los precedentes de cuatro jornadas sin ganar tenía el sabor de una nueva derrota, Dani Aquino acabó con todos los males de un plumazo. Sobre la bocina. Da igual. Los tres puntos valen lo mismo o más por el componente moral que conllevan. Son los brotes verdiblancos.

Dicen las gentes del campo que las lluvias son un regalo para el futuro de la cosecha. Señal de abundancia. Y los de Ángel Viadero, después del diluvio que cayó sobre la comarca del Barbanza durante toda la jornada, se llevaron el botín para casa. No fue un buen partido. La megafonía del humilde feudo del Boiro fue premonitoria. «Feo, fuerte y formal». Sin brillo, pero con el triunfo en el petate. Y de negro, como Loquillo. Con la camiseta maldita con la que este equipo tenía por condena no vencer nunca jamás.

Las bajas y la ausencia de resultados positivos han llevado al casi siempre inmutable técnico de Canalejas a cambiar piezas de sitio para volver a echar la máquina a funcionar. Ayer, como ya venía anunciando a lo largo de la semana, hizo borrón en la pizarra y dibujó de nuevo. Un 4-3-3 algo mentiroso. Quizá por lo incómodo del encuentro, se pareció más a un 4-5-1. Con posibilidad de llegada de los hombres de segunda línea y con un Dani Aquino que empezó siendo Tom Hanks en Náufrago pero sin balón al que bautizar y terminó la tarde de superhéroe y tomándose selfis con la mitad de los niños del pueblo coruñés. Y en el casting que nunca acaba por encontrar un sustituto a Borja Granero, el técnico dio la alternativa a Alberto en el trivote central. El cayonés cumplió en su cometido y dejó su currículum para el puesto encima de la mesa del míster santanderino.

En la primera mitad, la mejor noticia para el Racing fue el regreso de Coulibaly. El senegalés se desmarcó del entorno. Dentro de un partido poco lucido, tenso y a chispazos, el africano puso calidad y peligro. Desbordes habituales, un par de regates imposibles y varios centros al área sin fortuna. Le faltó jugar más cerca de la meta rival. El caso es que lideró las mejores opciones verdiblancas. Un balón a la olla del extremo diestro lo remató Álvaro Peña forzado y con el exterior, a las manos de Pato. El equipo cántabro denotaba el miedo y la presión de quien sabe que no puede fallar más. Cuatro tropiezos consecutivos eran suficientes. Eso, sumado a la oposición de un rival descarado y, aunque de menor calidad, sin ningún tipo de complejo. A la parroquia blanquiazul, como rezaba el himno del club, se la pudo ver henchida de orgullo con su equipo, hasta en la amarga derrota.

El Racing tuvo mediada la segunda parte la misma contra que la Cultural Leonesa bordó con hilo de oro en los Campos de Sport de El Sardinero hace unas semanas. El equipo cántabro lo hizo con cuerda áspera y mal rematada. Coulibaly y Héber se plantaron en campo rival, tras un saque de esquina a favor de los gallegos, solos ante un único defensa y el portero. El balón fue del senegalés al naronés en un instante, pero éste desperdició la ocasión con un mal control cuando se plantaba delante del arquero.

Lo cierto es que el Racing, sin alardes, mantuvo su portería a buen resguardo. Sólo las internadas de Marcos Álvarez por la derecha ante un superado Bontempo pusieron en aprietos a los cántabros. Y Álvaro Peña volvió a tener el gol a su disposición. Una espectacular maniobra de Coulibaly terminó con un centro de éste al área. El remate de Héber pegó en un zaguero y el cabeceo posterior de Peña lo tocó lo justo Pato para enviar a córner.

La mejoría del Racing fue ligera e insuficiente tras el paso por los vestuarios, aunque Héber se empeñó en estrellarse contra el portero local. Perdonó varias veces a sus paisanos. Sólo el cansancio de los gallegos permitió a los cántabros ir avanzando metros. Paso a paso. Las ocasiones se sucedieron. Los fantasmas, las meigas o el desacierto de siempre. Dani Aquino, encontrado por fin sobre el terreno de juego, envió un cabezazo al larguero. Exactamente al mismo sitio donde César Díaz estrelló una ocasión infallable pocos minutos después. Otra vez los dichosos palos.

Poco antes, Viadero había regresado a sus orígenes. 4-4-2. Dio entrada al albaceteño y colocó a Coulibaly en punta antes de sustituirle por Caye Quintana. Sin el africano sobre el césped, el Racing dio un paso atrás y permitió al Boiro tener sus opciones de agravar aún más la crisis racinguista. Iván Crespo, atento, evitó males myores en un disparo de Romay. Por suerte, el resultado dio la razón última al técnico santanderino.

Todo parecía perdido

Sí, todo parecía perdido. El Racing, frustrado, y la maldita crisis, enquistada, a la espera de que el resto de rivales hiciesen aún más leña del árbol caído. A Aquino lo del Torito le viene en los genes. Es perseverante y cabezota como un morlaco. Ni el gafe ni la crisis ni los postes lograron detenerle. Minuto 92. Recibió el balón en la frontal del área y el tiempo se detuvo. Buscó el hueco, levantó la cabeza, se puso el sombrero fedora de Indiana Jones y soltó un latigazo certero. Ya no hay maldición que valga.

La parroquia blanquiazul quedó en silencio después de saborear con los labios la miel de un trabajado empate ante uno de los favoritos al ascenso. Más para un equipo que, recién llegado a la categoría, sumaba ya cinco encuentros consecutivos sin perder. Mientras tanto, en una esquina, los futbolistas cántabros celebraban el tanto, la victoria y el final de la agonía. La salida del equipo verdiblanco de la Unidad de Cuidados Intensivos.

Las caras, de camino al autobús, eran de un semblante especial. Muy distintas a las del último mes. El Racing fue ayer como el alumno que hace los deberes antes de que el profesor entre en clase. Si están bien hechos, nadie se dará cuenta. De momento, los montañeses durmieron a tres puntos del líder, a la espera de lo que suceda en la jornada de hoy. Y a los perseguidores les dejó un claro y conciso mensaje: El Racing está de vuelta.

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