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Los jugadores de Racing y Arandina se reúnen en torno a Caye Quintana, después de que el andaluz recibiese una falta al borde del área.
El Racing resucita su crisis
fútbol | segunda b

El Racing resucita su crisis

Sergio Herrero

Domingo, 20 de noviembre 2016, 16:44

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Lo de Boiro no fue más que echar un pegote de brea sobre el hondo bache por el que circulaba y tropezaba el Racing. Cuando la Arandina pasó por encima, el parche se levantó y el socavón apareció de nuevo. Y se hizo más grande.

El empate ante el conjunto burgalés dejó al aire los males verdiblancos. Un equipo que echa de menos a sus ausentes, que no pudo ser ajeno a sus desgracias, que cortocircuitó con el nuevo sistema, que reaccionó muy tarde y que volvió a darse de bruces con su escaso tino ante un rival, a priori, inferior. Sí, los de Viadero tuvieron tantas ocasiones como para llevarse en triunfo. Como en Somozas. Pero eso no fue suficiente para un aspirante a volver a codearse con los grandes. A recuperar su puesto entre los grandes. Los cántabros suman tan solo seis puntos de los últimos dieciocho posibles. Como en una carrera de los 110 metros vallas, el Racing anda llevándose todos los obstáculos por delante, mientras que la Cultural Leonesa supera de forma relativamente holgada cada escollo que aparece por el horizonte. Sin ni siquiera rozarlo. Sobrada. Así, son ya ocho los puntos que separan a los verdiblancos del liderato. El año pasado, por estas fechas, se alcanzaron los trece puntos. Al final, es lo menos preocupante. La remontada es posible. El agobio es la sensación de impotencia de no saber qué es realmente lo que le pasa al Racing y si será capaz de superarlo pronto.

Por el desgaste que provoca la rutina y las reiteradas pérdidas de efectivos en forma de lesiones, el Racing ha agotado gran parte de su encanto. De la brillantez de hace apenas unas semanas, aunque parezca que han pasado meses desde que el equipo cántabro era imbatible. «Nos estamos reinventando», dijo Ángel Viadero el viernes, antes de la fatídica rotura de ligamentos de César Díaz. Qué remedio le queda a los verdiblancos, que deben regenerarse cuanto antes.

El problema es que, de momento, ese proceso, o no se ha conseguido o se encuentra en una fase demasiado inicial. Y aquí, no hay mucho tiempo que perder. El 4-3-3 otra vez, como en Boiro, disfrazado de 4-5-1, no ha funcionado. El Racing, en lugar de crecer hacia arriba, engorda a lo ancho. Mucho control horizontal, que se traduce en un dominio infructuoso y escasas llegadas. Es lo que pasó en la primera mitad, en la que el equipo verdiblanco ni siquiera disparó a puerta. Lo más parecido fue la jugada invalidada por fuera de juego que Sergio Ruiz envió al fondo de las mallas. Espejismo. Entre el arranque y el descanso, los de Viadero se asemejaron más a un equipo de balonmano jugando al borde del pasivo que al Racing que maravilló en los primeros compases de una temporada que ha entrado de lleno en el frío invierno.

Primeros silbidos

Diagonales sin destino, extremos capados, un trivote poco ordenado y el jugador clave, enviado otra vez de avanzadilla a una guerra que él solo díficilmente podría vencer. Salvar al soldado Aquino. En esa tesitura, por fortuna, una Arandina encantada con un empate en los Campos de Sport apenas rondó la meta de Iván Crespo, más allá de alguna jugada a balón parado y un remate de cabeza de Sergio Noche que se marchó alto. Al descanso se llegó entre bostezos y el primer concierto de viento la campaña. Silbidos de impaciencia. Ligeros, pero perfectamente audibles.

El nuevo sistema, hasta ahora, no ha logrado convencer ni al propio Viadero. Así que el técnico, poco después del descanso, decidió volver a los orígenes. Esos nueve minutos sobraron. Si para César Luis Menotti los sistemas de juego no son más que «números de teléfono», la vuelta del técnico de Canalejas al 4-4-2 fue una llamada a un tiempo pasado que fue mucho mejor. Ni siquiera el cabezazo de Alberto al larguero y la posterior ocasión de Coulibaly estrellada en el cuerpo de Montiel salvaron de la quema al garabato inicial. Precisamente el canterano, que estaba cumpliendo con soltura con su nuevo cometido, fue el damnificado en la nueva estructura racinguista sobre el terreno de juego. Casualidad o causalidad, el Racing hizo clic con el reensamblaje de las piezas y, ahora sí, empezó a hacerse acreedor del triunfo. El equipo cántabro despertó y la grada se metió en un partido hasta entonces tirando a soporífero.

Dani Aquino regresó de las trincheras y se metió en la retaguardia de la línea de ataque. Donde más le gusta y donde más cómodo se encuentra. Entre las tropas enemigas, escoltado por los flancos por Coulibaly y Héber, que por fin entraron en juego. El goleador verdiblanco se encontró con un espectacular Montiel bajo los palos. El guardameta sacó primero un remate de cabeza picado con una oportuna mano y, poco después, se estiró hasta el límite para repeler un disparo de falta del murciano que se colaba por la escuadra. Una acción, esta última, que se repitió minutos después. Un remate de Mikel Santamaría y una ocasión de Caye Quintana tampoco hicieron diana. El Racing, entre lesiones y desacierto, ha caído en desgracia.

Los últimos minutos fueron los de la impotencia. Viadero retiró a Coulibaly y el Racing perdió parte de la llegada que tenía por la banda derecha. El equipo cántabro fue otra vez el del balón de banda a banda, las pelotas colgadas al área sin mucha fe y la Arandina, arañando segundos al reloj, estuvo cerca de agrandar el descosido con un disparo de Jefté que tocó en Mikel Santamaría e Iván Crespo sacó de la escuadra.

La grada de los Campos de Sport se vació entre un sentimiento de resignación. Ni siquiera se repitió la sintonía de queja del descanso. La imagen de Borja Granero paseando apoyado en una muleta en la penumbra del estadio verdiblanco era la muestra gráfica de cómo está el equipo que hasta hace aproximadamente un mes capitaneaba. Dolorido. Obligado a levantarse. Hora de reflexionar. El entrenador verdiblanco y el Consejo de Administración tienen un problema que, poco a poco, se va enquistando en el vestuario verdiblanco. Cabezas gachas. El aspecto psicológico, la recolocación del equipo sin César Díaz, el propio Granero, Julen Castañeda y Óscar Fernández y las icorporaciones que la directiva está obligada a afrontar durante el próximo mes de enero dejan un horizonte de mucho trabajo en el despacho de Viadero y en las oficinas de El Sardinero. No hay ni tiempo ni puntos que perder.

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