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El Racing se hipoteca la vida

El Racing se hipoteca la vida

El equipo cántabro cae goleado ante el Barcelona B en el partido de ida de la final por el ascenso

Sergio Herrero

Domingo, 18 de junio 2017, 17:31

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El racinguismo es esperanza, ilusión y una negativa innegociable para con la rendición. Pero también es sufrimiento. Y crueldad. El equipo cántabro, y sobre todo a su afición, pasaron ayer de los primeros a los segundos tras la debacle de los verdiblancos frente al Barcelona B. Una derrota, una goleada, que deja a los racinguistas con más de medio cuerpo metido en el pozo de la Segunda División B. Queda un partido de vuelta que puede ser un trámite. O no. Asimilar el miserable destino o creer en el milagro. Dos opciones a elegir.

De inicio, el Racing le dejó el balón a la juventud. «Están en edad de jugar», debió pensar Ángel Viadero al plantear el partido. Así, el equipo cántabro cedió la posesión en el arranque al Barcelona B y aguardó en su campo, cómodo. Poco a poco, los verdiblancos, quizá cansados de esperar, fueron avanzando metros hacia la portería azulgrana. A los locales, cuando tienen el rato bueno, les hace falta muy poco para hacer daño.

Mientras el peligro del Barcelona B se limitaba a centros al área sin frutos, Abdon Prats avisaba de las intenciones de un Racing que iba cogiendo velocidad. El balear, a la media vuelta, desde fuera del área, se sacó un tiro que se fue desviado. Él mismo inició una galopada posterior que culminó con un centro raso al área. La pelota rebotó en las piernas de un defensa y llegó a Dani Aquino, quien cedió atrás para Borja Granero. El disparo del valenciano, de primeras, se marchó alto. Muy alto, pero sonó a amenaza.

Dani Aquino apareció poco en la primera parte, pero se sacó de la media una jugada espectacular. Desde el centro del campo hasta el corazón del área. Rebañó el balón primero, se inventó un autopase después y se plantó solo ante Suárez. El remate del murciano se estrelló con el palo. El rechace le cayó a Abdón Prats. Buscó el hueco y la alojó en la meta culé.

El Racing ya tenía el partido donde quería. Y lo pudo tener aún mejor, porque mientras el Barcelona B tocaba, el equipo cántabro percutía. Abdón Prats, tras hacer un caño a un rival, probó, pero su intento, muy centrado, lo atrapó con problemas Suárez. Un disparo de Aleñá que se marchó alto fue la ocasión más destacable de los catalanes en la primera media hora, mientras que Abdón Prats y Julen Castañeda desperdiciaban una buenísima acción.

Sin embargo, el equipo de Ángel Viadero fue perdiendo la consistencia. Y en acciones clave. El sólido Racing de toda la temporada naufragó a balón parado. Un saque de esquina colgado al área fue una bomba de racimo entre la defensa racinguista. Tras varios errores, la pelota le cayó a Marc Cardona, que no perdonó para hacer el empate. Los racinguistas pidieron fuera de juego.

Acto seguido, Alfaro realizó un disparo que atrapó Iván Crespo. No habían pasado ni cuatro minutos del gol culé cuando los de Gerard López iban a repetir diana. Por el mismo mecanismo y con idéntico autor. Los de Viadero tropezaron en la misma piedra. Marc Cardona cazó un balón en el área para poner a su equipo por delante de un Racing que ya estaba visiblemente tocado. Absurda la defensa de ambos saques en corto. El descanso parecía la mejor noticia para los de Ángel Viadero.

Pero no, porque lo que iba a venir minutos después hundiría definitivamente la nave cántabra. El árbitro no estaba precisamente ayudando al Racing y Abdón Prats se equivocó. Más leña al fuego. El delantero racinguista fue expulsado con roja directa por una presunta agresión sobre Palencia. Después de perdonar varias cartulinas amarillas, la primera tarjeta que mostró fue una roja. Eso incendió la grada y terminó de desquiciar a los jugadores verdiblancos. Con un futbolista menos, el Racing fue un juguete roto en manos de un filial que a veces pecó hasta de falta de ambición. Lo cierto es que, con el partido como estaba, tampoco le hizo falta mucho más para lograr un marcador prácticamente definitivo. El equipo que parecía invencible tras la remontada frente al Villanovense sucumbió con estrépito en el momento clave.

Poco a poco, el Racing se iba a desangrar. El 1-2 que campeaba por entonces en el marcador lo habría firmado cualquiera de los 21.824 espectadores. Con inferioridad numérica, el conjunto verdiblanco, apelando al coraje y al espíritu de no rendición que le caracteriza, intentó mantenerse en pie durante el intercambio de golpes. Fue inútil.

El Barcelona B, con calma, fue a aumentar la renta. Un disparo de Marlon lo atrapó Iván Crespo. Fue el aperitivo antes del tercer tanto azulgrana. Una contra del filial barcelonista la culminó el otro goleador de los de Gerard López, Dani Romera. El espíritu de Reus, ese que parecía muerto y enterrado, volvió a sobrevolar los Campos de Sport de El Sardinero.

El Racing intentó agarrarse a la vida. Al escaso hilo de respiración que le quedaba. Héber entró en el área y forzó un penalti. El colegiado, declarado a esas alturas enemigo por la grada, señaló el punto de los once metros. Eso sí, en su extraño baremo de castigo, olvidó enseñar alguna cartulina al infractor. Un 2-3 podría haber renovado parte de las esperanzas perdidas. Dani Aquino colocó el balón y lanzó junto al palo izquierdo. Suárez adivinó el lanzamiento y evitó el tanto. Si el guión de la remontada de siete días antes lo había escrito un imaginativo racinguista, el de ayer lo redactó el más malvado de sus antagonistas. Crueldad máxima.

Sin fuerzas

Las fuerzas empezaron a fallar y en el banquillo las ideas estaban sobrepasadas por la oscura situación. Ángel Viadero tardó en hacer los primeros cambios de refresco mientras Borja Granero apenas podía ya perseguir a sus rivales. El Barcelona B encadenó una posesión eterna entre el divagar de los futbolistas cántabros. Zombis sobre el césped.

La savia nueva, aportada por César Díaz y Álvaro Peña, no pudo más que alargar la agonía. El cuarto tanto, una losa más en la más que posible tumba racinguista, iba a llegar. Otra vez de las botas de Dani Romera. El delantero levantó la cabeza y colocó la pelota en el segundo poste ante un Iván Crespo que ya ni se acordaba de cuándo había recibido tantos goles en un sólo encuentro.

Pepe Barros lloraba al término del partido. Ha vivido unos cuantos ascensos. Y el disgusto no era tanto por tener que volver a viajar por la Segunda División B tiene fuerzas para eso y más como por lo peligrosa que es la estancia un año más en el pozo para el club. El Racing se hipoteca la vida. Lágrimas compartidas con un Dani Aquino que tenía cerca firmar su propio salto de categoría vestido de verdiblanco. Ayer, Reus y Guijuelo volvieron a la palestra. Una temporada espectacular que puede irse a la basura por dos ratos malos. Camino de otro año en el infierno. «Queda un último capítulo por escribir», dijo Ángel Viadero tras la derrota. El guionista tendrá que esmerarse para superar lo anterior. Es difícil resucitar a alguien casi al borde del KO.

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