futuro
Gerardo Sisniega
Miércoles, 3 de enero 2018, 08:01
Cuesta mirar atrás y recordar con cariño algo de lo que dejó 2017. Al margen de algunos buenos ratos, el Racing no dio la talla ... en el momento clave y volvió a fallar en su objetivo más importante: lograr el ascenso a Segunda. En este circo es lo único que cuenta y la sensación de fracaso está en los aficionados. La gente está harta de esta categoría y la paciencia ya se le ha agotado a algunos. Pero el año que ha terminado también nos ha dejado cosas buenas que no debemos olvidar. El Racing ya no está de moda y hay que reconocer que la categoría tampoco seduce demasiado. Sin embargo, los más leales siguen ahí, animando cada domingo y demostrando una fidelidad a prueba de bombas. Es muy fácil estar cuando las cosas van de cara. Lo jodido es aguantar el chaparrón y mantener la devoción contra viento y marea. Esos ya se han ganado el cielo y el club les estará eternamente agradecidos. Sin ellos, esto no tendría ningún sentido. El año también trajo cambios en el accionariado. La ampliación de capital fue un paso necesario para evitar la liquidación pero no solucionó todos los problemas. Esa operación dio liquidez en un momento de gran incertidumbre e hizo más por la regeneración social del Racing que ninguna otra cosa en los últimos 30 años. Pero fue una tirita temporal que no podía cerrar una herida mucho más profunda. El grupo Pitma se ha hecho con el control del club en un momento en el que hacía falta inyectar dinero para pagar a Hacienda y hacer frente al convenio de acreedores. Quedarse con una empresa que da benefici os es fácil. Ponerse al frente de un club que debe más de 20 millones de euros y que está en el fango de Segunda B es casi una temeridad. Así que vamos a darle valor a esta operación casi suicida. ¿O creen que había muchos en la cola para coger este muerto? Y más después de que el Gobierno traicionase al Racing e incumpliese su propia palabra. Y el futuro, ¿qué? Es tan incierto o ilusionante como hace un año por estas fechas y va a depender casi en su totalidad de que la pelotita entre o no. De momento está en manos de Manolo Higuera en lo institucional; del grupo Pitma en lo económico y de Viadero y Pachín en lo deportivo. Son las caras visibles de este proyecto futbolístico y empresarial y tendrán que apechugar con las decisiones que tomen y los resultados que consigan tanto sin son buenos como malos. Yo, personalmente, estoy muy tranquilo.
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