El Racing pisó por fin Son Malferit
La plantilla completó en Palma un día idéntico a los dos anteriores y recibió el apoyo de aficionados y consejeros en el hotel
Las vísperas suelen ir acorde al evento. Las hay de reflexión, como en las jornadas electorales, y las hay que sirven para velar armas, como ... en las noches antes de una batalla. La del Racing ayer fue una mezcla de ambas. Hubo tiempo, más que para reflexionar para mentalizarse un poco más de la importancia que tiene lo de mañana y, también, para afilar el cuchillo de cara a una batalla decisiva para unos y otros.
El día arrancó dispuesto a cumplir el plan establecido, por eso el equipo se puso en marcha a las 9.00 horas, con el desayuno, de la misma manera que lo hizo ayer y que lo hará mañana. El café con tostadas, algo de fruta y yogur en la mesa, y la primera conversación. La buena charla propició el encuentro en la recepción entre la plantilla y los miembros de la segunda expedición racinguista que aterrizó en Palma al filo de las 10.00 horas y en poco más de treinta minutos se presentó en el hotel de concentración de los de Ania.
En el vuelo viajaron varios de los miembros del consejo de administración actual y también del pasado, como Juanjo Uriel y Miriam Peña. En la puerta les esperaba Chuti Molina, director deportivo, y el propio presidente, Alfredo Pérez, que adelantó el viaje de manera personal un día. Y con ellos numerosos aficionados; estaban los agraciados en el sorteo de entradas que se celebró el pasado miércoles y que canjearon el paquete para viajar con el equipo. Todo ellos se fundieron en un abrazo y se hicieron en exclusiva con la planta baja del hotel. La emoción se transmitía en cada palabra; en cada saludo; en cada expedicionario.
Mientras tanto, Manolo San Juan y José Pérez, los utilleros del Racing se afanaban en meter todo el material necesario para el último ejercicio antes del partido frente al Atlético Baleares. Entre los viajeros estaba Miguel Gándara, el canterano que ha tenido que resignarse todo el año a ver cómo sus compañeros se ganaban el respeto desde la barrera, como consecuencia de una grave lesión de rodilla. El cántabro, como Jon Ander, con el mismo infortunio, formaron parte del grupo en la sesión de trabajo.
El equipo se ejercitó en la Ciudad Deportiva del Mallorca, a puerta cerrada, y posteriormente, por fin, pudo comprobar el escenario donde jugará mañana. Con permiso de la Federación de Fútbol, Ania y sus jugadores se olvidaron de lo que les habían dicho y fueron ellos quienes estudiaron todas esas carencias y estrecheces que apuntaban sobre Son Malferit. Lo pisaron y testaron en la víspera. Menos es nada.
Las botas
Una preocupación menos. La dureza del maltrecho césped sintético de Son Malferit, que en combinación con el calor se convierte en una tortura para los que no están acostumbrados, era uno de los quebraderos de cabeza de los jugadores. Todos dudaban sobre qué botas calzarse para la ocasión. Su esporádica y sorprendente visita –no contaban con ella– al escenario del partido les permitió probarse todas y testar el terreno de juego. Acudieron tras ejercitarse primero en las instalaciones Antonio Asensio y tan solo pudieron hacer un reconocimiento somero, pero suficiente para que mañana no les coja por sorpresa. Sobre todo les pudo venir bien a aquellos que han sufrido algún percance sobre esta incómoda superficie, como es el caso de Figueras, Barral o Kitoko, que hoy es probable que regresen y que muchos de sus males esta temporada vinieron por la dureza de estos campos.
Después, de regreso;comida, el arroz y la pasta de costumbre. Por la tarde, merienda y charla. Cena y un paseo para estirar las piernas. Un día calcado al de ayer y anteayer. Será hoy cuando se salgan del guión y le echen la dosis de corazón que no se mide. La que más cuenta.
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