La tormenta detiene a Vanesa Almeida, pero no su reto
Alpinismo ·
La deportista asciende 7.000 metros en el Manaslu antes de que la meteorología la obligue a parar, pero '8.000 sin barreras', que busca visibilizar el autismo, sigue adelante con nuevas metasLa montaña no se deja domesticar. Puede parecer dormida bajo su capa de nieve, pero nunca pierde la autoridad. En el Manaslu, la octava cima ... más alta del planeta, Vanesa Almeida comprendió que a veces el coraje también consiste en saber detenerse. «He llegado a 7.000 metros, eso es lo que me ha dejado la montaña», cuenta desde Santander, donde aún se readapta al nivel del mar. «Tomé la decisión porque sé que si cae medio metro de nieve ya te colapsa la tienda de campaña, y si te pilla en altura... Eso es un problema muy serio. Con la seguridad yo no juego». Su voz suena serena. Ha entendido que la cima no siempre está arriba. Su objetivo era convertirse en la primera persona con autismo en coronar un ochomil, un reto deportivo y simbólico que forma parte de su proyecto '8.000 sin barreras', con el que busca demostrar que la neurodiversidad también puede alcanzar las grandes alturas.
Esta vez, la montaña impuso sus reglas. El temporal irrumpió cuando ella bajaba del campo 2, tras una segunda rotación en la que había pasado tres noches a gran altitud. «Ya bajando dije: 'Creo que se ha acabado'. Tuve esa sensación», recuerda. En el Manaslu las expediciones se juegan con la meteorología como un enemigo silencioso. «Llegar al campo base nos costó una semana, porque la aproximación es bastante dura. Hay que ir pueblo por pueblo, vas ascendiendo, aclimatando», explica. «Y normalmente se hacen tres rotaciones. En la segunda llegué a 7.000 metros. Ya bajando pedí el tiempo por satélite y vi que venía malo. Cuando bajé fue cuando otros estaban subiendo para hacer cima, pero claro, una montaña de este calibre son cuatro días subiendo y dos bajando. Si se mete el temporal a la mitad es imposible».
Lo fue. «El primer día ya vi cómo habían colapsado las tiendas con medio metro de nieve. Dije: 'Esto es imposible. Me va a meter más de un metro diario'. Y justo cuatro o cinco días después, en otro valle en el Everest, quedaron mil personas atrapadas en altura porque entró una tormenta de nieve. Ya entraba el invierno».
Vanesa decidió vivir. Esa frase, simple y luminosa, podría resumir su viaje. «Este deporte tiene una parte insana. Lo que tiene el alpinismo es que cuando la cosa se pone mal no puedes volver a puerto, como en la vela. Hay una parte de riesgo real. Me volví y pensé: 'Cuando quiera, aquí vuelve a estar la montaña'». De regreso en Santander, su cuerpo aún busca el equilibrio. «Ahora mismo estoy aquí readaptándome, porque el haber estado en altura afecta el metabolismo», explica.
nclusión y sensibilización
Su mente ya piensa en el siguiente paso. «'8.000 sin barreras' acaba de empezar. Todavía quedan muchas cosas por hacer», dice con entusiasmo. El proyecto nació con la idea de mostrar hasta dónde puede llegar una persona con autismo en el deporte, pero ha crecido como un proyecto integral de inclusión. Combina retos de distintas disciplinas -desde el alpinismo hasta la vela adaptada- y busca documentar buenas prácticas que sirvan a entrenadores, instituciones y deportistas.
«El primer día yavi cómo habían colapsado las tiendas con medio metro de nieve», dice Vanesa
Vanesa lleva años trabajando en la vela adaptada, un campo donde se ha convertido en referente. «He dedicado ocho años de mi vida a iniciación y competición de vela adaptada. Si no documento nada eso se pierde y otra persona cuando empiece lo hará desde cero. No puede ser. Al deporte adaptado hay que darle una vuelta de tuerca y se están haciendo cosas muy chulas». Su propósito es crear un manual que recoja su experiencia y sirva de base para quienes quieran promover actividades inclusivas. «La gente quiere, pero hay miedo. Necesitan directrices y ese empujón», explica.
En esa reflexión se apoya '8.000 sin barreras', que no es solo un proyecto deportivo sino también un movimiento de sensibilización. Vanesa quiere abrir un debate social sobre las oportunidades que tienen -y las que todavía no- las personas con autismo y otras discapacidades invisibles. En el Manaslu se quedó a mil metros, pero el horizonte de Vanesa Almeida no tiene límite. En su mapa no hay derrota, solo caminos por abrir.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión