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Fermín García, en el vértice geodésico de su enésima cima conquistada. DM
«He llegado a ver a señoritas con tacones de ocho centímetros en Picos»

«He llegado a ver a señoritas con tacones de ocho centímetros en Picos»

Fermín García García | Montañero, autor de '40 rutas por Cantabria' ·

Lleva más de cincuenta años tratando de contagiar a los demás su pasión por la montaña y la naturaleza

JOSÉ AHUMADA

SANTANDER.

Domingo, 30 de septiembre 2018, 07:51

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«Soy montañero y en los ratos libres doy clase», solía explicar Fermín García García (Baró, Liébana, 1948), antes de jubilarse y dejar las aulas: ahora ya no hay nada que le distraiga de su pasión. Licenciado en Filosofía, maestro vocacional y amante del monte y la naturaleza, ha pasado media vida tratando de contagiar a otros el hechizo de los espacios abiertos. Cada viernes propone una escapada por la región desde las páginas de El Diario Montañés y, ahora, publica '40 rutas por Cantabria'.

-¿Qué se siente más, filósofo, maestro o montañero?

-Maestro y montañero; lo de filósofo son palabras mayores. Aunque si nos ceñimos a la etimología de la palabra 'filósofo', como 'amante del saber', también. Pero filósofo con mayúsculas, como alguien que crea pensamiento, pues no.

«La mayoría no sabe a qué tiempo ni a qué terreno se va a enfrentar; a veces no saben ni el itinerario»

-Cuando describe las rutas parece un poco de todo...

-Me gusta mezclar. Yo he sido un maestro vocacional, y me encantaba la profesión, y durante casi treinta años he salido los sábados con chavales de 8 a 18 años a hacer travesía y montaña: siempre intentaba no despreciar cualquier cosa que tuviera interés. Los árboles, una iglesia románica... que no fuese andar por andar. Y tenía una ventaja, y es que los alumnos iban voluntarios y tenían una actitud muy positiva, que no es igual que si tienen que ir por narices.

-¿Qué criterio ha seguido para la selección de las 40 rutas del libro?

-Son las rutas clásicas que han repetido mil veces todos los montañeros y senderistas avezados. He dividido la región en cuatro zonas -Liébana, Campoo y las partes oriental y occidental-, y he seleccionado diez de cada una. Son las más conocidas. Hay alguna que habré hecho sesenta o setenta veces.

-Lleva más de cincuenta años pateando el monte. ¿Ha cambiado mucho en este tiempo?

-La alta montaña, como Picos de Europa, se puede decir que no ha cambiado, pero sí la media y la baja: al desaparecer el ganado menor y, consecuentemente, los pastores, los montes se han ido cerrando, algunos casi totalmente; las brañas se han perdido, invadidas por helechos y escajos. Ahora cuesta muchísimo pasar por zonas que antes estaban limpias.

«Es algo indescriptible, como tantas cosas intensas que vives y son tan difíciles de transmitir»

-¿También han cambiado los montañeros?

-Hace cincuenta años éramos cuatro. Ibas de Cabaña Verónica a Horcados Rojos y podías dejar la mochila ahí para subir al Tesorero sin ningún problema. Hoy nadie se arriesga, ni loco. La gente que va a la montaña se ha quintuplicado, y aunque la mayoría es muy maja siempre hay alguno que no sabe por qué va ni a qué va. Casi todos son ecologistas y respetuosos con el medio, pero también encuentras auténticos descerebrados que dejan basura, van por ahí gritando y sólo se preocupan por subir cualquier pared en tantos minutos.

Cómo conseguirla

Los lectores podrán conseguir la guía '40 rutas por Cantabria' a un precio de 4,95 euros. Tienen de plazo hasta mañana para reservarla en su quiosco. Sólo han de entregar el resguardo de la cartilla que se publicó con El Diario. Aún pueden conseguirla si la solicitan por correo electrónico a promociones.dm@eldiariomontanes.es. La cartilla debe completarse con diez cupones que se publicarán hasta el 6 de octubre. La entrega del libro se realizará el 8 de octubre en el punto de venta donde se hizo la reserva.

-La última vez que estuve en Picos vi desde el mirador del Cable a una señora que se metía con chancletas y bolso...

-Yo estoy harto de verlo. En julio y agosto, entre el Cable y la Colladina, se ve de todo. Una vez, en la Vueltona, bajando del Tesorero, tiré una foto a dos señoritas con tacones de no menos de ocho centímetros. Aquello era un poema: entran en Picos sin agua y con calzado inadecuado y luego pasa lo que pasa.

-¿La imprudencia y la falta de previsión son los errores más habituales en la montaña?

-Totalmente. La mayoría de accidentes son consecuencia de imprudencias. La mayoría no sabe a qué tiempo ni a qué terreno se va a enfrentar; a veces no saben ni qué itinerario van a hacer. Y en la alta montaña, en dos horas pasas de un día estupendo a un infierno. El 80% de los accidentes se producen por desconocimiento, por improvisación, por no llevar un mínimo de equipaje.

-¿Qué es lo más raro que ha visto en sus caminatas?

-En el libro cuento que una vez me encontré una invasión de salamandras. Pero también es raro estar en Fuente Dé y que me pregunten si eso es San Vicente de la Barquera.

-¿Y qué es lo que sigue buscando allá arriba después de medio siglo?

-Pues yo no sé. Esta mañana salí de casa a las seis y cuarto y subí a la cima del Subiedes. Cuando llegué, acababa de amanecer, y tenía ahí a mis pies el Pico Jano, Mogrovejo, Coriscao, el macizo Oriental, Peñavieja que asomaba... Vi cómo cambiaba del rosa al blanco, cómo emergía el sol... Y así se me fue una hora sin darme cuenta. Es algo indescriptible, como tantas cosas intensas que vives y que son tan difíciles de transmitir.

-¿Cree que los demás también podemos sentir algo parecido con las rutas que propone?

-Claro que sí, todo el mundo puede: nadie está hecho de una pasta o de otra. Es una cuestión de predisposición y de actitud. Siempre me ha gustado llevar gente a la montaña para mostrársela, para que la viva; subí con mi primer grupo a la montaña en 1967 y para mí es una satisfacción enorme que algunos muchachos de entonces, que ahora casi tienen sesenta años, me digan que siguen yendo al monte.

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