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Javier Rosendo
«Ahora es muy complicado vivir de la música en Cantabria»

«Ahora es muy complicado vivir de la música en Cantabria»

Ángel López | Miembro del grupo Los Latones de Comillas

Lucía Alcolea

Cabezón de la Sal

Martes, 7 de mayo 2019, 07:37

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Es agradable escuchar a Ángel y conocerle. Como sucede a veces con las canciones. Es el veterano del grupo musical Los Latones, que la semana pasada hizo un tributo al grupo Los Relámpagos en El Espolón. Ángel y sus amigos, los viejos y los nuevos, volvieron a ser los de antes y a acercar al público las sensaciones del pasado. Fueron, una vez más, genuinos y nostálgicos.

–¿Cómo surge el grupo de música?

–Surgió en el año 1965 y entonces éramos Rafa, Mario, Jose Luis y yo. Luego vino otro cantante que se llamaba Pepe y un estudiante del Seminario de la Universidad Pontificia que tocaba muy bien el órgano. Desde un principio nos hemos llamado Los Latones, porque empezamos a ensayar en un cuarto pequeño que había en mi casa con latas de pintura y guitarras clásicas. Yo tocaba la guitarra de punteo, Rafa la batería, Jose la guitarra rítmica, Mario el bajo, y Luis y Pepe cantaban. Tocábamos temas de los grupos de aquella época: los Bravos, los Brincos, algunas de los Rolling, los Mustang…

–¿Daban conciertos?

–Sí, aunque lo primero que hicimos fue comprarnos instrumentos buenos de la marca Vox, que entonces era un fabricante de equipos musicales, no un partido político. Logramos una buena batería, un buen teclado y empezamos a tocar música instrumental por los pueblos. Era lo que más nos gustaba y lo que mejor se nos daba. Íbamos a Vitoria, a Bilbao, Palencia, a Aguilar de Campoo y Alar de Rey, a Celis, a Panes, y dormíamos en las casas de la gente. Tiraban cohetes antes de que llegáramos y éramos famosos. En Palencia las chavalas nos estaban esperando después de tocar. Salíamos al escenario y la gente se volvía loca, sobre todo la juventud.

–La vida del rock and roll

–Te puedes imaginar. Éramos un conjunto y entonces a los grupos y a las orquestas se les trataba muy bien. En Palencia estuvimos tocando durante todas las navidades, del 28 de diciembre al 7 de enero. Tocábamos en una sala de fiestas y nos lo pasábamos estupendamente. Eso sí, nos pagaron 40.000 pesetas y volvimos a casa sin nada. Actuábamos con una cantante famosa que era rusa, novia de un boxeador que se llamaba Folledo. Era otro mundo.

–¿Por qué lo dejaron?

–Porque yo me iba a la mili y me había echado novia. En 1970 se disolvió el grupo y vendí mi guitarra, que ahora costaría cuatro mil euros. Cómo me arrepiento... Pero no se terminó ahí. Después comencé a tocar con mis tres hijos, Álvaro, José Ángel y Óscar. Creamos el grupo 'Los Latones, nueva generación', que más tarde se quedó en tan solo 'Nueva Generación'. Nos convertimos en orquesta y empezamos a hacer bodas, bautizos y comuniones. Fueron tres años bonitos, pero terminaron. Hasta que hace un tiempo nos hemos animado a formar Los Latones de nuevo con Rafael López (bajo), José García (guitarra rítmica); mis dos hijos Óscar (solista) y José Ángel (teclado) y yo.

–¿Cómo es subirse al escenario de nuevo?

–Yo ahora toco con mayor confianza y me siento más arropado. Me da seguridad ver a mis dos hijos sobre el escenario y saber que lo van a hacer bien. Tengo esa tranquilidad y no es como tocar con la responsabilidad de antes, cuando cobrábamos por hacerlo y teníamos que cumplir con el repertorio. Ahora vamos a disfrutar y me lo paso como un enano. A los tres veteranos del grupo este reencuentro nos ha dado una segunda juventud y estamos realmente ilusionados. ¿Cuánto va a durar? No lo sé, pero ahí están los Rolling que tienen casi ochenta años.

–¿Es diferente el público de los años setenta del público de ahora?

–Antes la juventud era más eufórica y te reconocía el mérito. El público de hoy en día también lo hace, pero es diferente. Son personas de cincuenta años que sienten nostalgia por lo que vivieron, gente a la que le gusta recordar. Una amiga mía se pasó el concierto casi entero llorando. Me parece algo muy bonito poder emocionar a la gente de esa manera. Es muy reconfortante. Estuvimos una hora entera en El Espolón tocando temas del grupo Los Relámpagos y me sentí satisfecho porque tengo dos hijos conmigo y eso es lo más.

–¿Se plantean grabar un disco?

–Hasta ahora nunca nos lo hemos planteado, porque cuando tocábamos nosotros para grabar un disco tenías que irte a Madrid. No había estudios de sonido en Cantabria. Ahora cualquiera puede sacar un disco en su casa si se lo propone. De hecho, nos planteamos hacerlo.

–La industria de la música ha cambiado.

–Mucho. Antes se valoraba más a los grupos. En Comillas aparte de nosotros, estaba el grupo de Los Ícaros, con los que había cierto pique, ya me entiendes. En San Vicente de la Barquera estaban los Marinos y tocábamos en las fiestas de los pueblos. Podíamos más o menos vivir de ello, pero ahora es muy complicado vivir de la música en Cantabria. A la gente hoy en día le interesa más lo comercial. Y todo parece tener una fecha de caducidad.

–¿Darán más conciertos?

–Ya hemos tocado en Torrelavega, Santander, San Vicente y Comillas y tenemos intención de hacer un festival de los años sesenta en agosto en Comillas de nuevo, con la presencia de varios grupos de la época. Para volver a recordarlo.

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