Ira Givol
El codirector artístico de IMA Baroque Ensemble, agrupación que ofrece hoy un concierto en el Palacio de Festivales, explica que el programa elegido «es un viaje entre la ternura y el misterio»
En 'El Canto de la Sirena', el concierto que el chelista Ira Givol y el resto de los músicos de IMA Baroque -Tehila Nini-Goldstein, ( ... soprano), Roy Amotz, (traverso), Daria Spiridonova, (violín) y Zvi Meniker, (clavicémbalo)- ofrecen hoy, domingo en la Sala Pereda, a las 19.00 horas, invita a escuchar cómo resuenan los ecos del pasado en una música que sigue viva. El grupo, según señala el también codirector del grupo, traza un viaje entre nanas y mitos, entre la ternura y el hechizo, para descubrir las múltiples voces con que los compositores imaginaron a la mujer.
-¿Qué les atrajo del programa 'El Canto de la Sirena' y cómo se prepararon para un repertorio que mezcla canciones de cuna con mitología barroca?
-Este programa fue concebido en torno a temas que tienen raíces históricas, pero que siguen siendo sorprendentemente actuales. Explora las complejas formas en que se ha percibido a las mujeres: primero como madres, luego como amantes, pero también como figuras míticas, como la sirena. Estas perspectivas han resonado a lo largo de siglos de música clásica occidental, y este programa rastrea cómo distintos compositores se han relacionado con esas ideas. El proceso de selección del repertorio fue un viaje fascinante de investigación: buscar obras que no solo se alinearan temáticamente, sino que también establecieran un diálogo significativo entre sí.
- La figura de la sirena combina belleza, fascinación y peligro. ¿Cómo se traduce eso a la música y a su interpretación?
-La figura de la sirena se representa de muchas maneras distintas a lo largo del programa. Buscamos incluir no solo obras que retratan a la sirena hechicera que encanta y atrapa a hombres inocentes (como en Vivaldi), sino también aquellas que revelan un lado más vulnerable: la sirena que se enamora de una de sus víctimas y, al no ser correspondida, se convierte ella misma en víctima del amor (como en Scarlatti). La idea de incorporar nanas surge de la noción de que una nana, en esencia, es una especie de encantamiento: un hechizo suave que una madre canta para adormecer a su hijo. En este sentido, ella se convierte en una 'sirena madre', que mezcla la ternura con el poder del embrujo.
-El programa recorre varios siglos y estilos: desde canciones en ladino del siglo XIV hasta Vivaldi y Händel. ¿Cuál es el mayor desafío de mantener coherencia en un concierto tan variado?
-Diría que el hecho de que este programa abarque varios siglos no constituye en sí mismo un desafío. El verdadero reto está en crear transiciones musicales y conexiones significativas entre las piezas y estilos diversos. En nuestro conjunto creemos profundamente en diseñar programas que tejan distintas épocas y estéticas en una experiencia musical coherente y unificada.
-Para ustedes, ¿qué conexión especial existe entre la ternura de la canción de cuna y el misterio de la sirena?
-Algunas de las nanas que incluimos no son nada tiernas, sino inquietantes, incluso macabras, como 'Nani-nani'. Este fue uno de los descubrimientos más sorprendentes durante la creación del programa. Al igual que los antiguos cuentos infantiles, que a menudo contienen elementos de oscuridad y violencia, ciertas nanas revelan una corriente subterránea igualmente perturbadora. El programa se desarrolla así en múltiples capas, contraponiendo lo que esperamos de estas formas familiares con las realidades duras e inesperadas que a menudo esconden.
- ¿Hay alguna obra o aria que sientan que les permite transmitir más emoción o que destaque especialmente para el público?
-Una pieza particularmente especial de nuestro programa es el aria 'Dormi, o fulmine di guerra' de Scarlatti, del oratorio Giuditta. En cierto modo, puede escucharse como una nana dirigida a la guerra misma. Esta impresionante aria, con su ritmo meditativo, está llena de emoción y de un profundo sentido de magia. En el mundo actual, marcado por los conflictos, su mensaje resulta más pertinente y conmovedor que nunca.
- ¿Qué momentos del repertorio les gustan interpretar más y por qué?
-Cuando era muy joven y comenzaba mi camino en la música, solía imaginarme como un mago: el arco de mi violonchelo era mi varita mágica, y las piezas musicales, mis conjuros. Si la 'magia', es decir, la música, funcionaba como esperaba, podía atrapar al público en el hechizo del sonido. Ahora, como adulto, confieso que sigo aspirando a ser un mago: uno que conjure emociones y guíe al público a través de un rico paisaje de sentimientos a lo largo del concierto. Cuando eso ocurre, esos son los momentos que más valoro.
- La música barroca exige gran técnica y sensibilidad. ¿Cómo preparan la interacción entre voces e instrumentos para lograr equilibrio y expresión?
-El mayor logro para cualquier instrumentista es imitar y expresar los matices de la voz humana. En la música barroca, este ideal se vuelve aún más esencial, y guía nuestro trabajo mientras nos esforzamos por convertirnos en los mejores 'cantantes instrumentales' posibles.
-¿Qué esperan que el público se lleve después de escuchar este concierto?
-Más allá de la belleza y profundidad emocional de la música que hemos elegido -obras que creemos pueden hablar a cualquiera-, también esperamos que el público esté abierto a algunas de las ideas que subyacen en ellas, especialmente las formas en que las mujeres, y no solo las sirenas, fueron representadas por los compositores del pasado. Vale la pena mencionar a la única compositora de nuestro programa, Élisabeth Jacquet de La Guerre, una figura extraordinaria de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Su música destaca como la más analítica y sofisticada de todas las obras que interpretamos, una inversión interesante de las expectativas, ya que uno podría suponer que los hombres escribirían la música más intelectual y las mujeres la más emocional. La historia, sin embargo, demuestra que tales suposiciones están lejos de ser ciertas.
-Como intérprete, ¿ha descubierto algo nuevo sobre la mitología o sobre la música histórica trabajando en este programa?
-Hemos aprendido muchísimo al crear este programa. Lo que más destaca es la complejidad y la cantidad de capas que encierra todo. Casi nada es tan sencillo como podríamos pensar: nanas que resultan inquietantes, sirenas retratadas como víctimas y no como agresoras, y múltiples conexiones entre las percepciones contemporáneas de las mujeres y sus raíces históricas. Esto subraya la relevancia perdurable de la música histórica, que cobra vida no como un artefacto de museo estático, sino como una voz vibrante y viva que sigue resonando hoy.
-Si tuviera que definir 'El Canto de la Sirena' en una sola palabra o imagen, ¿cuál sería?
-Es una gran pregunta con una respuesta sencilla: una mujer.
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