Delacalle a Torrelavega

Delacalle a Torrelavega. Sin espacios. Más concretamente, de Tenerife a Marbella (donde dio un concierto el miércoles) hasta llegar ayer a la capital del Besaya. «Me he enamorado de esta tierra», decía el artista canario a mitad del show. Ya es su segunda vez en la ciudad y eso se nota en la confianza, la fuerza y la potencia de Maikel.

La noche le salió bien, aunque fue flojeando. De más a menos. Abrir el concierto con la canción 'Amuleto' -que canta junto al artista colombiano Kevin Roldán- le dio suerte porque enganchó. El público conectó con él desde ese primer tema. Precisamente uno de sus canciones más conocidas fue el resumen de la actitud del canario: 'Ganas'. Ganas de convencer a los cántabros, ganas de pasarlo bien y, sobre todo, ganas de hacer un buen show.

Y es que ante uno de los géneros donde más se abusa del autotune (ese procesador de audios empleado para enmascarar inexactitudes y errores de afinación musical), Maikel tiró de su voz acompañado de bases de rap y R&B. Se fueron sucediendo canciones como 'Amor de cine' o 'Girlfriend' en las que el artista destaca por sus letras sobre las mujeres, dejando de lado las referencias existas. «Siempre intento decir las palabras exactas para poder transmitir lo mismo sin llegar a sonar grosero. El que puede hacerlo que lo haga», explicaba el artista en una entrevista a este periódico.

El público fue poco (se llenaron la mitad de las localidades) pero fiel. De perfil femenino y adolescente, los jóvenes que acudieron al concierto siguieron todas y cada una de las rimas del canario sin problema. Cuando el show estaba llegando al final, perdió algo de fuelle. Demasiado rap adormiló a un público que empezaba a demandar las pinceladas de reggeaton y ritmos latinos hacia los que está evolucionando el cantante.

Delacalle obedeció y dio a los asistentes el punto reggeatonero con 'Jaque Mate' y uno de los hits del año pasado 'Soldi', junto al artista italiano Mahmood. El concierto se cerró con su mayor éxito 'Replay' en el que el público, ante la imposibilidad de ponerse de pie y saltar, bailó desde los asientos de la lechera con el flash de la cámara del móvil.

Fue una noche divertida y amena. ¿Lo malo? La brevedad. El artista saltó al escenario pasadas las 22.00 horas y lo abandonó a las 22.50. Apenas 45 minutos de concierto que dejaron un sabor agridulce a un público que estaba conectando con el artista. ¿El remato final? No hubo bis. A pesar de las peticiones del público, Delacalle se fue. Además la despedida no supo a despedida. «Sin vosotros no soy nada. Vosotros me dais de comer. Yo soy Maikel Delacalle pero vosotros sois mi calle». Parece que no tuvo tiempo para más.