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La sala New Moon apuesta por recuperar la música en directo en TorrelavegaJam session los jueves, banda residente los viernes y conciertos los sábados componen la programación inicial del céntrico local
Para recordar la época en que era posible disfrutar de música en directo en Torrelavega, en sala, hace falta tener muchos años, buena memoria, o ambas. Ramón Gómez y Luisja Díaz- Munio echan la vista atrás y se remontan hasta la época del mítico Royal Palace, donde varias generaciones tienen anécdotas que contar –o que no contar, depende–. Carlos Gimeno 'Jimmy' piensa y le viene a la cabeza Pista Río. Del cierre de ambos han pasado décadas y desde entonces, pequeñas propuestas con conciertos puntuales. Un ciclo de sequía que ha terminado ya.
Gerente de la sala New Moon, Ramón arrancó en el espacio, en el goloso centro de la Zona de Vinos, una aventura –así la define– que llevaba tiempo rondando su cabeza. «Tenía la sala preparada, quería una programación estable, pero me faltaba algo». Este verano, con sus ideas sobre la mesa, encontró en Jimmy, buen conocedor de la noche local, al frente del Pub Leyendas desde hace tres décadas, al interlocutor perfecto. Querían que New Moon fuera más que un local de copas y empezara a verse como sala de conciertos. Cerraron fechas con algunas bandas, el eco hizo su efecto y ahora mismo tienen una programación planteada hasta el mes de enero e incluso «gente a la que tenemos que pedir disculpas porque no hay huecos hasta febrero», dice el gerente.
Esta apuesta, que tuvo un amago en mayo, con Talleres Molina y Los Retros y dio el primer paso oficial a finales de septiembre, «supone dar respuesta a una carencia clara –expone Gimeno– para un público desacostumbrado, porque la escena de música en directo desapareció por completo debido a las normativas y ahora nos encontramos mucho acomodado hablando de los demás desde su sillón y poco rockero». Confían en que otros locales sigan la estela. «El Winchester está ahí y hará sus conciertos, el Parada seguro que también», defienden mirando hacia la calle.
Rock, música de los 80, música española… Tienen claro «el tipo de propuesta que dar». Para ello, los jueves arrancan con una jam session «con una gente espectacular», los viernes los dedican a la banda residente al estilo de los espacios veteranos como fue en su día la Rocambole o el Farmers Tavern, de la que forma parte Díaz-Munio, que también colabora en la programación. «Poder tomarte una copa y ver gratis a una banda que te va a hacer covers de todos los éxitos del rock desde que nacieron los Stones es un buen plan».
Los sábados el espacio recibe a las bandas que elijan este escenario para mostrar su repertorio propio. «El blues que ha tocado una banda que ha venido la semana pasada de Barcelona ha sido una locura», celebran. Porque además de gestores o ideólogos, estamos ante tres melómanos convencidos.
«El público está cambiando», explican. Y como en todos los cambios, hay un periodo de adaptación. «Hay que hacer cierto sacrificio que creemos que va a dar sus resultados», según Gómez. De hecho «empiezan a verse brotes verdes». Las caras de las jam de los jueves comienzan a ser habituales, al igual que los viernes, con la dinámica de tomar una cerveza y sumarse a la propuesta «que es un plus».
Por ahora, todos los conciertos son gratis, como parte de esa estrategia de presentación al público. «Estamos en un proceso de creación de una cultura de base y más adelante, habrá entrada, dejando que la banda se autogestione», especifica Gimeno.
De momento, toca crear la identidad propia. Cartelería, redes sociales, imagen del local, iluminación. Que suene, nunca mejor dicho tratándose de una sala de música en directo. E ir anunciando propuestas, sin cerrarse a ningún estilo, como el Festival de Metal que quieren hacer a principios del próximo año, que incluirá exposición fotográfica, charlas, maquetas, presentaciones… Empiezan con esa temática «porque hubo una escena y se merecen esa visibilidad». Y a los músicos actuales, «como locos por tener un sitio donde actuar, poder mostrarles que creemos que este es el lugar y es un buen momento». Quieren «hacer pequeños homenajes a la historia, porque ya estamos en una edad de disfrutar de la perspectiva», bromean. Y entre esos homenajes, cómo no, uno al fallecido batería Iñaki García.
Ver la respuesta con los conciertos de Reyes de Copas o Degradados, «te llena; tienes la sensación de estar generando algo más que un negocio, es casi un sueño para mucha gente». Sueños sí, pero pies en el suelo también. Quieren crecer, con referentes como Los Picos, en Liérganes, dispuestos a cometer errores y conscientes de que «somos gente de costumbre y hay que acostumbrar a la gente». Generar «un imán con potencial que atraiga a las bandas» con la capacidad que tiene la sala. Y como en cualquier aventura empresarial, que resulte rentable.
Respecto a los cambios en la normativa municipal, que ahora autoriza a realizar doce conciertos al año, distribuidos como se quiera «nos viene bien a todos para que haya un cambio de tendencia». Ese cambio incluye el tipo de ocio nocturno, que recupere a un público que se ha marchado de la Zona copada «no por jóvenes, sino excesivamente jóvenes con otro tipo de juerga y de comportamiento».
«Aquí estamos los tres con tormentas de ideas permanentes», dicen mientras se atropellan al hablar alrededor de la mesa. Y mirando a un año vista, un buen balance sería tener una afluencia importante de público, constante, «ver que la apuesta va calando y la sala se llena, que sea lo normal», dice Ramón. A lo que Jimmy añade: «Como el Cholo; día a día, aprendiendo, que no es fácil, y que la gente incluya el nombre New Moon en su lista de salas de conciertos». Y puestos a jugar, uno traería a los 091 y el otro a los Black Crowes. Quién sabe. Tiempo al tiempo.