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Manifestantes en Australia el pasado mes de diciembre. R. C.
La brecha salarial se agranda y tardará más de un siglo en cerrarse

La brecha salarial se agranda y tardará más de un siglo en cerrarse

La Ley de Igualdad de 2007 no ha logrado equiparar los sueldos de hombres y mujeres: España sigue a la cola del mundo

Domingo, 3 de marzo 2019

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«Si mostramos emoción, nos llaman dramáticas. Si queremos jugar contra hombres, estamos locas. Y si soñamos con la igualdad de oportunidades, estamos delirando....». La voz de la tenista estadounidense Serena Williams se alzó con fuerza durante la pasada ceremonia de entrega de los Oscar para denunciar la desigualdad que se vive en el deporte. Se trataba de la emisión del último spot publicitario de la marca deportiva Nike, un alegato feminista que –en vísperas de la conmemoración el próximo 8 de marzo del Día Internacional de la Mujer– nos lleva a reflexionar sobre el hecho de que se pueda llamar «loca» a una mujer que corre un maratón, que boxea, que entrena en la NBA, a una ganadora de 23 Grand Slams que abandona la competición para tener un bebé y después vuelve... «Si quieren llamarte loca, adelante. Enseñémosles lo que podemos hacer las locas», concluye el aplaudido anuncio, que elogia que gracias a los «sueños más locos» (como reza el título) que han tenido estas mujeres se ha conseguido avanzar un poco en la consolidación de los deportes femeninos, aunque queda aún mucho camino.

Este es, efectivamente, uno de los grandes escaparates de la desigualdad entre hombres y mujeres, pese a que en las últimas décadas se ha dado un gran salto adelante, también en España, como lo demuestra el hecho de que de las 17 medallas olímpicas conseguidas en los Juegos de Río de Janeiro, 11 fueron de mujeres.

Sin embargo, la verdadera brecha de género procede, cómo no, de las diferentes retribuciones que tienen los deportes femeninos a los masculinos. El tenis ha sido el primero en dar un paso hacia la igualdad equiparando el premio del ganador en sus cuatro Grand Slams (Roland Garros, Wimbledon, Abierto de Estados Unidos y Abierto de Australia), pero en otros deportes como el golf, el ciclismo y el fútbol, las diferencias son escandalosas. Así, en el golf, las diferencias económicas entre los ganadores de hombres y mujeres superan el millón de dólares (casi 880.000 euros), mientras que en el ciclismo las integrantes del equipo femenino de Movistar –por ejemplo– ganan menos de una tercera parte que el equipo masculino. Y esto en el fútbol se multiplica a la enésima potencia: la diferencia del premio que otorga la Federación al campeón de liga femenino (1.352 euros) y masculino (20 millones) es cuando menos sonrojante.

A la vista de estos datos, no puede sorprenderse nadie de que solo una mujer figura en la última lista de Forbes con los 100 deportistas con más ingresos del mundo: Serena Williams. Y tampoco es de extrañar, por tanto, que para poner fin a esta desigualdad todavía se necesitarán más de un siglo de historia, concretamente 108 años, según un informe presentado recientemente en el Foro Económico Mundial de Davos.

España es uno de los alumnos más retrasados del mundo en la asignatura pendiente de paridad salarial, hasta el punto de que en este indicador se posiciona en el lugar 129 de los 149 países analizados, según resalta dicho estudio. Y es que en la última década, la brecha salarial entre hombres y mujeres, lejos de disminuir, ha aumentado, pese a que en 2007 se aprobó la primera ley para la igualdad efectiva, que buscaba eliminar cualquier tipo de discriminación hacia la mujer.

Sin embargo, muchas de sus medidas han caído en saco roto y hasta el Gobierno admite que se han obtenido resultados «discretos cuando no insignificantes». En el Consejo de Ministros del viernes se dio luz verde a otra batería de propuestas, como la de hacer públicos los salarios medios de cualquier empresa desagregados por sexo, para paliar esta situación de «desigualdad insoportable e injustificable» que existe en la actualidad.

En este sentido, las mujeres en España cobran de media casi 5.800 euros menos al año que los hombres, según el informe presentado recientemente por UGT. Esto significa que la brecha entre ellas y ellos se sitúa en el 22,35%, con datos de la Encuesta de Estructura Salarial que elabora el INE referentes a 2016 (último ejercicio disponible), casi medio punto más que en 2008, precisamente cuando se marcó el mínimo en la última década.

La brecha más alta se produjo en 2013, cuando escaló hasta el 24% tras cinco años al alza. Desde entonces ha descendido en los últimos tres años, aunque no suficiente para marcar un nuevo suelo. A día de hoy, «ellas necesitan trabajar diez años más que los hombres para alcanzar las mismas retribuciones», se lamenta Cristina Antoñanzas, vicesecretaria general de UGT, quien resalta a su vez que dos de cada diez asalariadas son pobres (el doble que los hombres) y «más de la mitad de las trabajadoras son, en el mejor de los casos, mileuristas».

El límite marcado por el Gobierno en esta nueva ley es no superar el 25%; si esto ocurre en alguna empresa, se considerará que hay discriminación y la empresa tendrá que justificarlo. Pero la media de muchos sectores supera este porcentaje, como en la banca y los seguros, el comercio, las actividades inmobiliarias y administrativas, la sanidad y servicios sociales, entre otros.

Empleo por debajo de la UE

Pero no todo son malas noticias, España ha avanzado de manera considerable en la igualdad de género desde el punto de vista de acceso a la educación y a la salud, ocupando el primer lugar en paridad de género por matrículas desde la educación primaria hasta la universitaria, según resalta el mencionado informe del Foro de Davos.

De hecho, hay más mujeres que hombres que ingresan de las universidades, aunque esto no se traduce necesariamente en la tasa de participación femenina en el mercado laboral, que es once puntos porcentuales más baja que la masculina, aunque una década atrás era casi el doble: 17,4% de brecha en 2008, según los datos extraídos de la última Encuesta de Población Activa (EPA). Y es que a día de hoy todavía hay más de 1,7 millones de hombres trabajando que mujeres, aunque se haya reducido esta diferencia en más de un millón en la última década.

Por el contrario, la tasa de paro femenina es 3,4 puntos superior a la masculina, consecuencia de que el desempleo en las mujeres disminuye a un ritmo visiblemente inferior que el de los hombres (si en el caso de ellos cae un 7,8%, para ellas solo desciende un 3,8%). Y es que pese a que la tasa de empleo femenino ha escalado casi seis puntos desde 2013 hasta situarse en el 59,6% en 2017, España también sigue a la cola de Europa en esta variable y muy lejos de los niveles de empleo entre mujeres que hay en Suecia (79,8%) o Alemania (75,2%).

Dependencia y mujeres, cuidadoras a tiempo completo

Una de las novedades en la huelga feminista del 8 de marzo del año pasado fue la idea de adhesión de las mujeres con personas dependientes a su cargo, aunque lógicamente ellas lo tenían más difícil que las demás para abandonar sus tareas por un día. En datos, las mujeres son las cuidadoras principales de los mayores en el 83% de los casos. Su perfil es el de una mujer de 52 años de media (el 20% tiene más de 65 años y casi un tercio ha cumplido los 60), casada, con estudios primarios, sin ocupación remunerada y, en un 40% de los casos, hija del dependiente, según el estudio 'El cuidado de las personas: un reto para el siglo XXI' de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M).

El punto de la ocupación no remunerada es sobre el que quieren actuar desde el Gobierno saliente. Por ello, aprobaron el pasado viernes en Consejo de Ministros un real decreto que incluye el pago por parte del Estado de las cotizaciones de las cuidadoras no profesionales, del que se beneficiarán unas 180.000 mujeres y que tendrá un coste superior a los 300 millones de euros.

Y es que una de las conclusiones del estudio de la Carlos III incide en que a pesar de los notables avances de las últimas décadas, las mujeres siguen siendo las cuidadoras principales tanto de menores como de mayores, discapacitados y enfermos. Pero a su vez, queda demostrado que el cuidado familiar tradicional es cada vez más insostenible a causa de la incorporación de la mujer al mercado laboral, la disminución de amas de casa, el aumento del envejecimiento poblacional y de la edad cada vez más avanzada de los cuidadores. «Hay todavía una generación de mujeres entre 50 y 70 años que están disponibles para el cuidado de los más mayores y de los nietos, pero ellas también van envejeciendo y las nuevas generaciones están mayoritariamente ocupadas en el mercado de trabajo», señala la coordinadora del estudio, Constanza Tobío, catedrática de Sociología de la Universidad Carlos III.

En algunos casos la situación es más dramática aún. Aunque en el 77% se trata de un cuidador permanente, un 17% tiene a más dependientes, menores o mayores a su cargo y ejercen de 'multicuidadoras'. La prestación de los servicios sociales destinados a personas mayores varía según la comunidad autónoma. En muchos casos, a la falta de recursos institucionales se le suma la tendencia tradicional al cuidado familiar en España, un asunto cultural y asociado a las mujeres.

Y poniendo el foco en las mujeres con problemas funcionales, la brecha salarial también se acentúa. Según los últimos datos del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) y los registros del INE, las mujeres discapacitadas cobran de media 3.000 euros menos al año que los hombres en la misma situación.

El doble de consejeras en el Ibex, pero aún insuficiente

En la última década el número de consejeras en las empresas del Ibex-35 se ha duplicado. Aunque la evolución ha sido positiva, la realidad es que el porcentaje sobre el total de sillones de los consejos de administración de las grandes cotizadas es bajo. Más aún después de que en el último año se haya registrado un frenazo: no se incorporó ninguna. En un mes lo harán dos, cuando lo aprueben las juntas de Iberdrola y CaixaBank. De las 53 consejeras del Ibex en 2010 se va a pasar ahora a 108, según el informe del IESE y Atrevia.

El peso relativo de las mujeres en los consejos de administración del Ibex-35 se queda estancado en el 24,7%, prácticamente igual que un año antes. Por ello resultará difícil lograr la tasa del 30% de consejeras en 2020 como aconsejan la CNMV y la UE, ya que implicaría que el peso relativo creciera seis puntos porcentuales hasta finales de 2020. Haría falta que ocuparan 27 sillones antes de final de 2020. En el conjunto de las cotizadas (las del Mercado Continuo) harían falta casi 100 mujeres más.Para Nuria Chinchilla, profesora del IESE, «es factible llegar al 30% si mantuviéramos el ritmo anterior de incorporaciones».

Las empresas con mayor número de mujeres (cinco) en sus consejos son CaixaBank, Iberdrola, Red Eléctrica y Banco Santander. Comparado con el conjunto de miembros de sus consejos, REE sería la más paritaria (41,7% de presencia femenina), seguida por Iberdrola y Santander (35,7%). De hecho, ya hay 11 empresas del Ibex que cumplen con el objetivo marcado por el regulador.

Aunque todos los consejos tienen al menos una mujer, tres firmas han reducido sus consejeras: Siemens Gamesa (dos menos), Aena (una) y Acerinox (una). En el lado contrario se sitúa Cellenex, que ha pasado de ser el 'farolillo rojo' (la única sin consejeras en 2016) a una de las firmas líderes en paridad, con cuatro mujeres.

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