Seminario Diocesano Conciliar de Santa Catalina de Monte Corbán: la lenta agonía de un seminario
171 años ·
Ha pasado por diferentes etapas e incluso fue sede provisional de la UIMP; en la actualidad acoge reuniones y actividades pastorales, así como a religiosos que se desplazan a SantanderEran otros tiempos cuando muchos jóvenes montañeses orientaban su vida al sacerdocio y tenían que emigrar fuera de la diócesis para completar sus estudios. Varios ... obispos quisieron solventar este impedimento, hasta que en 1849 el prelado Manuel Arias Teijeiro (1848-1860) puso su atención en dos conventos desamortizados, el monasterio de Soto Iruz y el de Monte Corbán en San Román de la Llanilla. Tras el regreso de la propiedad a los religiosos y luego al prelado, el 15 de octubre de 1852, festividad de Santa Teresa, se inauguró oficialmente el Seminario Diocesano Conciliar de Santa Catalina de Monte Corbán con 51 alumnos.
El monasterio, fundado en 1407 por monjes jerónimos, tuvo que ponerse a punto para acoger al seminario ante los destrozos ocasionados durante la primera guerra carlista, cuando acogió a 4.000 soldados británicos. Entre los primeros hechos destacados se encuentra la visita de la reina Isabel II en 1861, obsequiada por una velada literaria de los alumnos y profesores y el impulso de la construcción de la carretera Pronillo-Corbán en 1865.
En 1876, el obispo Vicente Calvo y Valero puso manos a la obra para dignificar el seminario que presentaba un aspecto de recatada pobreza. Instaló tribunas de ácana, puertas de caoba, bancos y pupitres de cedro, mesas de mármol en el refectorio, amplios dormitorios, claustro de excelentes profesores y un prestigioso Gabinete de Ciencias Físicas y Naturales que durante años fue de los mejores de España. También se abriría en 1883 una pequeña sucursal del seminario en Roma, con nueve seminaristas, que se convertiría en el Pontificio Colegio Español de Roma.
La progresiva mejora de las instalaciones y de la formación intelectual de los seminaristas, gracias a la calidad de los docentes, fue la constante del seminario hasta que estalló la guerra de 1936, con una obligada paralización.
José Eguino y Trecu
El obispo José Eguino y Trecu, que estuvo al frente de la diócesis santanderina durante 32 años (1929-1961) fue determinante para el seminario, acaso por el hecho de que se ordenó sacerdote precisamente en la capilla de Monte Corbán en 1906. Tras la guerra, el seminario quedó completamente devastado al utilizarse como campo de concentración durante el conflicto bélico y Eguino fue el hombre que impulsó su recuperación. En un discurso publicado en el Boletín Oficial Eclesiástico de Santander en 1942, Eguino señalaba: «Triste es, en verdad, no tener catedral, ni parroquias, ni casa de acción católica, ni palacio episcopal, ni otras cosas necesarias para el debido incremento de nuestra vida cristiana; pero es muchísimo más triste y de consecuencias incomparablemente más deplorables, no tener seminario».
José Eguino presentó un proyecto de reconstrucción que ascendía a cuatro millones de pesetas, y el día de la festividad de Santa Catalina de 1943 se puso en marcha el nuevo curso con 117 seminaristas. Entonces ya había un retroceso del número de vocaciones. En el siglo XVIII había 2.254 sacerdotes en la diócesis de Santander, mientras que en los años cuarenta no llegaban al medio millar. Diez años después de su reconstrucción, el seminario empezaría a equilibrar las estadísticas. En 1952 fueron ordenados la mayoría de los seminaristas de la primera promoción del renacido Corbán.
El seminario, con algunas otras funciones, como la de ser sede provisional de los cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (1947), permaneció abierto hasta el curso 1967-68. En el siguiente, los seminaristas se dispersaron hasta que se reabrió en 1977 por iniciativa del obispo Juan Antonio del Val, quien nombró como rector de la casa a Carlos Osoro Sierra, actual cardenal arzobispo de Madrid. Anteriormente, en el curso 1970-1971, el seminario se habilitó como colegio-seminario y en 1979 se instaló la comunidad de religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos, que desde entonces colaboran en las tareas de atención y mantenimiento.
Desde el punto de vista artístico el seminario destaca por la iglesia, la escalera interior, la fachada y los dos claustros. La iglesia, con la advocación a Santa Catalina, es de estilo gótico arcaizante y fue restaurada en 1963. En el interior del claustro pequeño se conserva el sepulcro de Fray Pedro de Hoznayo, del siglo XV, y entre 1789 y 1795 se amplió el monasterio, construyendo el claustro grande, la escalera y la remodelación completa del exterior del edificio, incluida la nueva portalada.
En la actualidad las piedras del seminario siguen conservando esa solidez discreta de los antiguos monasterios, pero la función a la que fue encomendada hace ya 171 años se deshace lentamente en la progresiva falta de vocaciones, sin estudiantes (los dos que había se han desplazado a Oviedo). Es sede de la mayor parte de los actos y reuniones pastorales y acoge a los religiosos que, por diversas causas, llegan a Santander.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión