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Sede del Parlamento Europeo. Ó. Chamorro
El salario mínimo europeo encuentra resistencia en los países nórdicos y en el Este

El salario mínimo europeo encuentra resistencia en los países nórdicos y en el Este

Los primeros temen que empujen a la baja sus altas retribuciones y los segundos que encarezca la mano de obra y caiga su competitividad

salvador arroyo

Bruselas

Domingo, 19 de enero 2020, 00:23

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El Ejecutivo de Bruselas ha abierto esta semana el melón del salario mínimo europeo partiendo de una premisa que ha de quedar clara desde del principio: el objetivo no es fijar una cuantía idéntica en los Veintisiete (el informe lanzado ya no cuenta con Reino Unido), sino conseguir que llegue a articularse en todo el territorio un salario suelo «justo y digno» que se mueva en el umbral del 60% de las retribuciones medias en cada Estado miembro.

La otra precisión de partida es que el asunto va para largo. Lo que ha hecho la Comisión Europea es abrir un periodo de consultas con los interlocutores sociales (empresas y sindicatos). Durará seis semanas. Quiere saber si cuenta con su apoyo para meterse de lleno en una negociación. Pero aún habrá una siguiente fase. Al menos hasta septiembre, cuando se prevé que pueda presentar un texto legislativo.

Así que podría decirse que estamos en los preliminares; ni en la casilla de salida. Por delante quedan muchos meses (quizás más de un año) y discusiones complejas de resultado incierto que obligarán a la presidenta de la Comisión, Ursula von del Leyen, y su equipo a mantener un pulso con las capitales y tirar de hilo quirúrgico para atar algo vendible a la Eurocámara.

La negociación colectiva fija el jornal mínimo en Suecia, Dinamarca, Finlandia, Austria o Italia

El Estado no interviene

La referencia del 60% coincide con el compromiso del nuevo Gobierno de coalición de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para la legislatura. Pero encuentra mucha resistencia en países a los dos extremos de la tabla de retribuciones.

En los nórdicos (Dinamarca, Finlandia o Suecia) son los sindicatos los que temen que una orientación comunitaria lleve a los empresarios a tirar a la baja unos salarios mínimos que se encuentran en la cima de la UE. La Comisión ya les ha dicho que no les impondrá su tesis. Y en el Este, el temor de sus gobiernos está en el efecto subida de los costes de mano de obra (hoy por debajo de la media), que aminoraría su competitividad. En definitiva, lo que otros miembros del club percibieron como 'dumping' laboral o social en la última recesión, cuando muchas industrias (varias del sector de la automoción) buscaron en países como Eslovaquia o Rumanía mano de obra barata.

Así que Von der Leyen ha tocado en hueso. De entrada porque los tratados limitan mucho el papel de Bruselas cuando se trata de política laboral –le obligará a establecer criterios escrupulosos para evitar demandas ante la Justicia europea–. Y porque el mapa del salario mínimo en el club es muy heterogéneo.

Tres grupos

De menos a más, se podría hablar de tres grupos. En la base, Bulgaria, Letonia, Rumania y Hungría, que pagan entre 200 y 500 euros. En la zona intermedia, Croacia, la República Checa, Eslovaquia, Polonia, Estonia, Lituania, Portugal, Grecia, Malta y Eslovenia. Ahí está entre 500 y 900 euros. Y el 'top', entre mil y más de 2.000 euros, incluiría (seguimos de menos a más) a España, Francia, Alemania (sus sindicatos negocian ahora más de 12 euros la hora), Bélgica, Países Bajos, Irlanda y Luxemburgo.

Y eso solo en lo que se refiere a salarios mínimos regulados por ley. Porque en seis países, Suecia, Austria, Dinamarca, Finlandia, Chipre e Italia, no existe tal mecanismo. La particularidad es que sus gobiernos no juegan un papel protagonista. Es la fuerza histórica de los sindicatos y la negociación de los convenios colectivos la que definen tradicionalmente lo que es un sueldo básico justo.

Es el umbral que quiere imponer Bruselas para generalizar un salario suelo «justo y digno»

60% del sueldo medio

Y a algunos no les ha ido nada mal:en Suecia se pueden llegar a cobrar, según el sector laboral, más de 2.300 euros; en Finlandia, un mínimo de 1.700 y en Dinamarca, en torno a 2.500 euros. Aunque no todo es tan deslumbrante. En Italia, la fórmula funciona con los grandes convenios nacionales, pero cojea con los pequeños. Allí más de una quinta parte de los trabajadores percibiría menos de 9 euros brutos por hora, más del 30% en el sur.

Así que la ComisiónEuropea tendrá que tener en cuenta también otra variable; la de una tasa de sindicalización que, dependiendo de los Estados, se mueve entre el 5% y más del 65%. El proceso iniciado, si triunfa, podría llegar a beneficiar precisamente a aquellos en los que sus sindicatos han perdido fuelle.

Y la subida debería ser gradual. La Fundación Europea para las condiciones de Vida y de Trabajo de la UE (Eurofund) alerta contra incrementos altos repentinos que «pueden destruir empleos y llevar a algunos sectores a perder competividad internacional». El BBVA cifra en 45.000 los empleos que dejaron de crearse en España con la subida del salario mínimo neto a 900 euros.

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