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Bachelet estrecha la mano de Maduro en el Palacio de Miraflores. AFP
Los venezolanos depositan sus últimas esperanzas de normalización en Bachelet

Los venezolanos depositan sus últimas esperanzas de normalización en Bachelet

Oposición y oficialismo en Chile coinciden en valorar de forma positiva la visita de la Comisionada de los Derechos Humanos, pero ello no impide que sea víctima del fuego cruzado

dagoberto escorcia

Bogotá

Domingo, 23 de junio 2019, 23:10

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«Michelle Bachelet ha venido a Venezuela para lavar la imagen de la tiranía». «La visita de Bachelet es una rayo de luz para Venezuela». «Hemos tenido una reunión muy positiva. Sus sugerencias se tomarán muy en serio». Entre este fuego cruzado que llevaba disparos de decepción y palabras de esperanza se desarrolló la visita de tres días a Venezuela que ha realizado Michele Bachelet, alta comisionada de los Derechos Humanos de la ONU.

En medio de las opiniones encontradas de dos gobiernos de un país que experimenta la crisis más grave de su historia, Bachelet se dedicó a escuchar. Pero no sólo a las partes enfrentadas lideradas por Nicolás Maduro y por Juan Guaidó. La expresidenta de Chile atendió a la exposición de «testimonios conmovedores, dolorosos, historias desgarradoras de víctimas que piden justicia», según definió ayer en rueda de prensa antes de marcharse.

LA CLAVE

  • Críticas. La OEA pide el traslado a la Corte Penal Internacional de las denuncias que le formularon los ciudadanos

Testimonios de torturas, encarcelamientos injustificados y asesinatos. Ella no estaba ahí para decidir ni para exigir. Y escuchó a una madre narrando cómo recogió el cadáver de su hijo, que parecía haber sido torturado: «Las víctimas hablaron. Narraron casos y confirmaron muchos de los datos recogidos en defensa de los derechos humanos. Pero la contundencia de la realidad, las lágrimas de un hombre, de una madre, una esposa, tres huérfanos… Todo eso vio Bachelet», describe el periodista Luis Carlos Díaz en su cuenta de Instagram. Él pudo dirigirse a Bachelet para explicar otros casos relacionados con la libertad de expresión, como víctima de la persecución y represión del régimen de Nicolás Maduro.

Voces de la oposición afirman que el presidente del Gobierno no hubiera permitido la entrada de Bachelet si la comisionada tuviera la intención de visitar Venezuela con ánimo crítico. Al recibirla en el Palacio de Miraflores, y permitir que la ONU instale una oficina en Caracas que asista y asesore técnicamente a los necesitados en materia de derechos humanos, Maduro ha ofrecido una cara buena al mundo que la oposición rechaza de forma tajante.

Lavado de imagen

En este sentido la opinión más beligerante es la de la líder del partido Vente Venezuela, María Corina Machado, que habla de un lavado de imagen de la tiranía. «El régimen buscó reconocimiento y lo obtuvo», dijo. «Equiparar víctimas y victimarios, justos y criminales, como dos partes legítimas de un conflicto no es sólo éticamente inaceptable, sino políticamente injustificable», añadió Machado en clara referencia a la visita de Bachelet a Maduro y a Diosdado Cabello.

Juan Guaidó, por su parte, interpretó la visita de Bachelet como una rayo de luz para su país. El presidente interino, reconocido por más de una cincuentena de países, pareció conformarse con la declaración de la comisionada en la que exige la liberación de los casi setecientos presos políticos que hoy en día tiene Venezuela.

«Es significativo el reconocimiento de la Alta Comisionada a la lucha de los venezolanos para visibilizar la crisis y exigir soluciones, el visto bueno al Parlamento Nacional y que haya escuchado los testimonios de quienes han sufrido los embates de la dictadura», manifestó Guaidó, que no observa la visita de Bachelet como una solución, sino como una pieza más de un plan de estrategia para cambiar el poder político del país.

El líder opositor al régimen chavista ha convocado para el 5 de julio otra movilización en todo el país. Guaidó ha perdido credibilidad en su ruta en busca de la caída de Maduro. La última herida la recibió hace dos semanas cuando el periodista Orlando Avendaño, del 'Panam Post', descubrió que enviados especiales de Guaidó a Cúcuta -frontera con Colombia- para controlar el dinero destinado a los militares huidos del Gobierno de Maduro lo habían desviado para otros intereses particulares. Guaidó reaccionó inmediatamente a la acusación de corrupción abriendo una investigación del caso y apartando del cargo a su delegada, Rosana Barrera, y a Kevin Rojas, otro de los hombres de confianza de su equipo. Barrera se ha defendido diciendo que las acusaciones son obra de Maduro para manchar la imagen de una oposición que, en efecto, ha quedado bajo sospecha.

Venezuela entera ahora está a la espera del informe que dentro de unas semanas tiene que presentar Michele Bachelet. Los más escépticos ruegan porque no esté plagado de ambigüedades. Los más críticos, como el secretario general de la OEA, Luis Almagro, piden que las denuncias de los venezolanos sean dirigidas a la Corte Penal Internacional.

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