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El distrito empresarial de Pekín se encuentra prácticamente desierto por la pandemia. AFP
El cierre de la frontera china golpea a las empresas europeas

El cierre de la frontera china golpea a las empresas europeas

Pekín veta incluso la llegada de residentes, que viven una pesadilla burocrática para reincorporarse a sus puestos | La Pyme es la que más sufre

Zigor Aldama

Shanghái

Viernes, 7 de agosto 2020, 14:35

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El pasado 28 de marzo, ante el aumento del número de casos de coronavirus importados, China cortó por lo sano y cerró las fronteras a cal y canto. Pero solo para los extranjeros, claro, porque los ciudadanos chinos pueden seguir regresando a sus hogares a pesar de que suponen más del 90% de los casos de Covid-19 procedentes de fuera de las fronteras del gigante asiático. Así, miles de personas, muchas de ellas residentes en China, se han visto atrapadas fuera del país y no pueden reincorporarse a sus puestos de trabajo o incluso reunirse con sus familiares.

Ante las constantes quejas, el gobierno chino ha abierto un poco el puño y ha comenzado a expedir para empleados indispensables y sus familiares unos nuevos visados llamados 'fast track'. No obstante, obtener uno es tarea ardua. «El principal problema es la desinformación. Por ejemplo, la Embajada de China en Madrid pide ir en persona [dos veces, para solicitar el permiso y para recogerlo] en medio de la pandemia, mientras que el Consulado en Barcelona lo hace todo por carta, por seguridad. Tampoco está claro si hace falta prueba de coronavirus: primero dijeron que sí, que en todos los vuelos que iban a China; luego, que solo en 12 países -no España-; y, más tarde, la Embajada publicó una lista de los lugares donde se puede hacer la prueba», comenta el grupo de españoles afectados por esta situación, que ha abierto la cuenta @chinaesmicasa en Twitter.

«Y cada día hay nuevos rumores. El último es que ahora dejan ir al cónyuge e hijo de nacionales chinos, pero con un visado de reagrupación familiar que luego podría no ser convertible en permiso de residencia y trabajo. Por si fuese poco, en cada distrito pueden pedir cosas diferentes para la carta de invitación que deben preparar tanto la empresa como el Gobierno», añaden. De esta forma, hay gente que lleva cinco meses tratando de entrar en China.

Víctor Fernández es uno de ellos: llegó a Hong Kong a finales de marzo, y cuando le quedaban solo dos días de cuarentena obligatoria, China cerró la frontera. Desde entonces, lleva en la excolonia británica bregando con la burocracia para poder regresar a Shanghái, donde trabaja en el sector de la automoción. «Ya tengo todos los papeles y espero que me den el visado. Luego tengo que hacerme una prueba de coronavirus antes de despegar y otra al llegar. Además, tendré que hacer cuarentena», comenta.

Personal extranjero

Esta situación trasciende el ámbito personal y tiene un efecto significativo en las empresas europeas establecidas en China. Es lo que ha denunciado esta semana la Cámara de Comercio Europea, que ha publicado los contundentes resultados de una encuesta realizada entre las compañías asociadas. El 56% asegura que aún no ha logrado reincorporar a todo su personal extranjero. Entre esas empresas, el 53% culpa al exceso de requerimientos por parte de China, mientras que un 48% asegura que sus solicitudes han sido denegadas o pospuestas de forma indefinida. La Pyme es la más afectada. El 44% no ha sido capaz de recuperar a ninguno de sus empleados foráneos.

La Cámara afirma que el daño puede llegar a ser letal. «El 40% de las empresas afectadas sufre una caída en las ventas y el 30% una reducción en sus ingresos. Además, una cuarta parte de los encuestados afirma que los incentivos económicos introducidos por ciudades como Shanghái no son accesibles o resultan demasiado complicados», detalla la institución en el informe presentado en Shanghái.

«Asegurar el regreso de los nacionales extranjeros es crítico para restablecer la normalidad de las empresas, sobre todo en la Pyme, ya que la ausencia de un solo trabajador puede ser impedimento para continuar con el negocio», explica Carlo D'andrea, vicepresidente de la Cámara, quien también critica lo impredecible de las normativas aprobadas. «Sumado a la atmósfera hostil que sufren muchos inversores extranjeros, la situación supone un riesgo para la viabilidad a largo plazo del propio mercado», sentencia.

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