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Corresponsal. Nueva York
Miércoles, 31 de marzo 2021, 21:41
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Joe Biden lanzó su campaña en Pittsburgh y la cerró en esa misma ciudad industrial de su Pensilvania natal el pasado 3 de noviembre. No se trataba de una elección nostálgica, como tampoco lo fue este viernes volver a Pittsburgh para presentar el gigantesco plan de infraestructura con el que pretende invertir dos billones de dólares (unos 1.700 millones de euros) a lo largo de los próximos ocho años para apuntalar el renacer de EE UU.
El estado cuyo lento recuento inclinó la balanza electoral a su favor tras una semana de incertidumbre política tiene un asiento abierto al Senado que se disputará el año que viene y que puede definir la viabilidad de su mandato y su papel en la historia.
Todavia hoy los estadounidenses conducen por las carreteras que construyó Franklin D. Roosevelt para poner a los parados a trabajar en los años treinta y beben de sus embalses. Biden quiere que el plan para Reconstruir Mejor sea para el EE UU de la pandemia lo que el New Deal para la Gran Depresión. «A lo único que tenemos que temer es al miedo en sí mismo», dijo Roosevelt en su discurso inaugural.
Biden no llegará tan lejos, porque el miedo ha sido el elemento de cohesión para aceptar las medidas de contención de la pandemia, pero sigue los pasos del mítico presidente en muchos otros aspectos. El taller de carpintería donde este miércoles presentó su plan es una parada habitual para todos los políticos demócratas que quieren asociarse con los sindicatos. Los aprendices de Pittsburgh no son los jóvenes ejecutivos que Donald Trump eliminaba en su reality show, sino la fuerza laboral a la que siempre ha apelado este político que pretende ser el Joe de la calle.
Para pagar esta masiva inversión se necesitarán 15 años de subida de impuestos corporativos, lo que ha desatado el rechazo inmediato de los conservadores de la oposición y de su propio partido. Cuando el líder de la oposición Mitch McConnell aseguró que la economía «se está recuperando sola» y no necesita mas inversiones, la portavoz de la Casa Blanca Jan Psaki contraatacó. «Que le diga eso a los millones de estadounidenses que siguen sin trabajo», respondió.
Los conservadores creen que deshacer los cambios fiscales de Trump para subir la tasa corporativa del 21% al 28% y aumentar el mínimo que han de pagar las empresas por sus beneficios en el extranjero espantará las inversiones. La Casa Blanca, sin embargo, ve en la crisis una oportunidad única para esta generación de modernizar las infraestructuras con 621.000 millones de dólares, resucitar el estado del bienestar con 400.000 millones de dólares para programas de jubilados y discapacitados, revitalizar la industria manufacturera con 300.000 millones de dólares, reparar y construir vivienda social por valor 213.000 millones y llevar la banda ancha a todos los rincones de EEUU con cien mil millones de dólares de inversión, entre otros renglones de este ambicioso plan.
Y esto es solo la primera parte. La segunda se centrará en subsidios sanitarios para devolver la vida a la Ley de Acceso Sanidad Asequible (ACA, conocida como Obamacare) y programas sociales para niños y mujeres que igualen la competitividad femenina en el terreno laboral, con una inversión que se anticipa alrededor de los 775.000 millones de dólares, de acuerdo a las promesas de su campaña. Biden no ha hecho más que empezar.
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