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La canciller alemana, Angela Merkel, dialogo con el presidente francés, Emmanuel Macron. REUTERS
Italia juega duro el 'match ball' de Merkel

Italia juega duro el 'match ball' de Merkel

El Gobierno populista romano amenaza con bloquear una cumbre en la que la canciller buscaba pactos migratorios que salven su mandato

Adolfo Lorente

Corresponsal en Bruselas (Bélgica)

Jueves, 28 de junio 2018, 11:42

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Hay fútbol, hay Mundial y cuando la pelotita rueda, Bruselas da mucho juego, sobre todo si hay cumbre, «la madre de todas las cumbres». Hoy había partido. En realidad, hay varios. El 'amistoso' arrancó a las ocho de la tarde. Bélgica se enfrentaba a Inglaterra, una oportunidad que el primer ministro belga no desaprovechó para hacerse la foto de la cumbre entregando una camiseta de su selección a Theresa May al comienzo de la cumbre. También puso una bufanda a Jean-Claude Juncker, al irlandés Leo Varadkar, al holandés Mark Rutte, al luxemburgués Xavier Bettel... Charles Michel estaba eufórico. Pero claro, fue irse las cámaras y todo cambió.

Fue entonces cuando comenzó el verdadero Mundial, el partido clave entre dos históricos que ya no están en Rusia: un Alemania-Italia de enorme voltaje con una Angela Merkel que se jugaba su futuro después de que sus aliados bávaros le hayan dado un ultimátum como consecuencia de la crisis migratoria. Merkel se tambalea. Palabras mayores. Por su parte, el nuevo Gobierno de Italia buscaba reafirmarse como el chico malo de clase, con un Giussepe Conte que llegó a la reunión advirtiendo de un posible veto a las conclusiones. 'O se juega como yo digo, o me llevo el balón', un clásico. El debate estaba tan enconado que tuvo que cancelarse la rueda de prensa prevista a primera de la noche. El lío era monumental.

La gran canciller aterrizó en Bruselas con un mensaje rotundo: «La migración podría decidir el destino de la Unión Europea». Y esto, escuchado en alemán, suena incluso más duro. La «madre de todas las cumbres» tenía un menú de temas explosivo pero se centró en la crisis migratoria. Una crisis, como confiesa un veterano diplomático, que «tiene más de político que de real» ya que las cifras de inmigrantes ilegales se han desplomado el 96% desde el pico alcanzado en octubre de 2015. Sin embargo, el bloque del Este (Hungría, Polonia, Eslovaquia y República Checa), ayudado por Austria, la CSU bávara y el populismo italiano está ganando la batalla del relato, de una narrativa alarmista que no se corresponde con la realidad, como aseguran las fuentes consultadas y como se desprenden de las declaraciones de Tusk a su llegada. No quieren repartir inmigrantes, simplemente no les quieren en Europa.

«Sugiero que nos centremos en la frontera exterior de la UE, incluido el proyecto de plataformas de desembarco. La alternativa a esta solución sería un cierre caótico de las fronteras, también dentro de la UE, así como conflictos crecientes entre los Estados miembros. Algunos pueden pensar que soy demasiado duro en mis propuestas sobre migración. Créanme, si no las acordamos, verán algunas propuestas muy duras de algunos tipos realmente duros», dijo. Entre otros, el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini. Lo que vino a decir Tusk es que Schengen está en peligro, que si no se controlan las fronteras exteriores, el espacio de libre tránsito acabará.

Plataformas en África

¿Qué quiere Italia? Más que querer, lo que no quieren son más inmigrantes ilegales, dejar de ser el país de acogida de los barcos de ONG que recogen a decenas de miles de personas que se juegan la vida en el Mediterráneo engañados por las mafias. No sólo eso. Exigen que el enfoque sea europeo y no nacional, que Italia no tenga la obligación de acoger a las personas que entran en su país pidiendo asilo (con la legislación actual, llamada Dublín, es el primer país europeo que se pisa el que asume toda la responsabilidad)

Por contra, lo que busca Merkel a toda costa son acuerdos con otros países que permitan a Alemania gestionar mejor la masiva llegada de refugiados a su país. Y es que todos entran por Sur pero todos quieren llegar al Norte. La Comisión y Francia lideran la 'operación salvar a Merkel', una maniobra política de enorme calado a la que también se han sumado España, Grecia, Finlandia o Luxemburgo. «Debemos ser solidarios con otros países, en particular con Alemania, que está viviendo una crisis política», recalcó el presidente español, Pedro Sánchez. ¿Estos compromisos convencerán a la CSU? Esta es la clave de todo.

Lo que parecen haber asumido ya todos es que las «plataformas de desembarco regionales» se ubicarán preferiblemente en el Norte de África y no en Europa, como aseguró Macron, que ayer se reunió con el Grupo del Visegrado (los del Este) para intentar acercar posturas. Se trata de hacer con Libia, por ejemplo, lo que ya se hace con Turquía: pagar para quitarse un problema de encima.

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