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«Hay personas a las que les da igual lo que nos ha pasado»

«Hay personas a las que les da igual lo que nos ha pasado»

El policía nacional Eduardo Puelles se subió a su vehículo, aparcado en la calle, para ir a trabajar, cuando hizo explosión una bomba adosada a los bajos del coche. Fue la última víctima mortal de ETA en Euskadi

lorena gil

Jueves, 20 de octubre 2016, 13:53

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Rubén Puelles no se encontraba ese viernes en casa. Se había quedado a dormir con su novia de entonces. Pasadas las nueve de la mañana empezó a sonar el teléfono. «El de ella, porque yo apagaba el mío por las noches», apunta. Era un amigo del barrio residían en La Peña, su madre sigue viviendo en el mismo piso, que le informó de que había explotado un coche «y que fuera rápido». «Miré la hora y lo supe. Era cuando mi padre salía de casa todas las mañanas», señala. Le llamó al móvil, «pero salía apagado, cuando siempre lo llevaba encendido». Cogió el coche, puso los intermitentes de emergencia y pisó el acelerador. «No paraba ni en los semáforos, estaba muy nervioso», relata.

19 de junio de 2009. El policía nacional Eduardo Puelles se montó en su coche para ir a trabajar. El vehículo estaba estacionado en un aparcamiento exterior de la calle Santa Isabel del municipio vizcaíno de Arrigorriaga, a escasos metros del domicilio familiar. Lo puso en marcha. En ese momento, hizo explosión la bomba lapa que los etarras habían colocado junto al depósito de combustible. Fue la última víctima mortal de la banda terrorista en Euskadi.

«Cuando llegué no nos dejaron pasar al parking, por si había otra bomba», evoca su hijo mayor. Rubén tenía entonces 22 años y su hermano, Asier, 16. Recuerda la imagen de su madre. Paqui Hernández escuchó el estruendo de la bomba y salió a la calle. Fue testigo de los últimos minutos de agonía de su marido. «No sabía qué hacer, creo que nadie sabría qué hacer en ese momento. Recuerdo que le dio un ataque de ansiedad y que acabamos en el hospital», narra Rubén. Paqui «nunca va a volver a estar bien al cien por cien. Nosotros tenemos nuestras relaciones, nuestro trabajo... Pero ella tenía su vida con mi padre», expresa el hijo mayor de los Puelles. Pasados los meses desde el atentado, Rubén y Asier decidieron regalar a su madre un perro, un pincher enano que bautizaron como Willy, «para que no se sintiera tan sola». «Evidentemente un perro no sustituye a un marido, pero le hace compañía», matiza. Willy sigue viviendo hoy con Paqui.

«Un referente»

Rubén Puelles tiene claro que «aunque es cierto que ETA no pone bombas ni asesina a gente, el resto de cosas siguen igual». «Si no entregan las armas... Creo que se han dado cuenta de que no les salía rentable seguir matando, que había que optar por la política para entrar en las instituciones y vivir bien. Y lo peor es que no les está saliendo mal porque la gente les apoya», lamenta. «Hay personas a quienes les da igual lo que les haya pasado a los demás», reprocha.

Para Rubén, la lista de ejemplos que «prueban» que queda «mucho» camino por recorrer es larga. «En las fiestas sigue habiendo fotografías de terroristas por todos lados, se homenajea a presos en los colegios e incluso en las redes sociales tienes que ver cómo alguien de Cádiz, que no sabe ni de qué va la historia, aplaude a ETA», enumera. «El otro día fue 12 de octubre. ¿Por qué no se puede sacar aquí una bandera de España al balcón? Si pones la ikurriña está bien, pero si es la otra... Entonces es provocar», critica.

Rubén está «orgulloso» de su padre. Echa en falta sus «consejos». «Era un referente, un hijo siempre suele recurrir a su padre. Ahora, mi hermano me tiene a mí, pero yo...». Sabe que puede contar con sus tíos para lo que necesite. «Pero no es lo mismo». El mayor de los Puelles, que ha tenido que ver cómo los radicales rompían año tras año el macetero y robaban la placa en recuerdo de su padre que la familia colocó en el lugar del atentado, hace un llamamiento a «no olvidar lo que ha pasado». «Las instituciones tienen que poner de su parte para que no consigan hacer borrón y cuenta nueva. No se lo podemos permitir», concluye.

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