"Volvería a nacer exactamente igual"
No se siente "un ejemplo de superación ni una luchadora" por nacer sin brazos y sin una pierna, porque, "por suerte, en el pack me venía la sonrisa, el tesón y el optimismo"
Ana Rosa García
Sábado, 11 de marzo 2017, 07:59
No se considera un ejemplo de superación ni tampoco una luchadora (término que anima a «desterrar»), porque «lo único que he hecho ha sido utilizar ... mis herramientas y disfrutar de las cosas de forma diferente», sin brazos y sin una pierna, como la sirena de aquella fantasía infantil que da título al libro de su vida. Pero con una gran aliada, su «mágica» sonrisa. La periodista Lary León (Guadalajara, 1973) estará hoy en Santander para contagiar su energía positiva y abrir su espiral de optimismo a los asistentes a la gala solidaria de Buscando Sonrisas, donde recibirá el premio Sonrisa de Oro 2017.
He venido al mundo para sonreír. Cuando se conoce un poco su historia, esas palabras lo dicen todo de su actitud ante la vida
La sonrisa es una herramienta que me encanta. He descubierto su utilidad, la magia que produce en la gente. Una simple sonrisa puede hacer que se mueva algo, te da la señal de que en realidad hay pocas cosas graves por las que preocuparnos. Somos nosotros mismos los que ponemos límites a la felicidad, entrando en ese bucle de actitud negativa en la que nos empeñamos en culpar a los demás de lo malo que nos pasa. La sonrisa es enormemente contagiosa, mueve montañas.
Hoy recoge el premio Sonrisa de Oro, que parece hecho a su medida. ¿Qué es lo primero que pensó al saber que era galardonada?
Automáticamente, sonreí. Me ha hecho mucha ilusión, es muy bonito lo que implica este premio. Y es cierto que la gente me dice que siempre llevo la sonrisa puesta.
Cuesta ponerse en su piel y llegar a imaginar lo que implica nacer sin brazos y sin una pierna, pero sin embargo usted no se considera un ejemplo de superación.
No, yo he venido con mis herramientas de serie, no he tenido que reinventarme como cuando alguien tiene un accidente o sufre una enfermedad que conlleva un cambio brusco a nivel físico y emocional, ahí sí hay un esfuerzo. Yo lo único que he hecho ha sido utilizar mis herramientas y disfrutar de las cosas de forma diferente. Ni soy un ejemplo de superación ni una luchadora. En el día a día puedo tardar más en vestirme o no, en maquillarme o no... pero lo que importa no es el cómo se hace sino la actitud. Todos tenemos capacidades y todos tenemos discapacidades, pero a unos se nos nota más que a otros. A todo el mundo que me dice que no podría llevarlo como yo, le digo que sí podría. Todos tenemos capacidades por desarrollar y habilidades que potenciar, pero no lo hacemos porque no nos vemos en esa tesitura.
En el libro Lary, el tesón de una sirena relata su historia. ¿Se siente como una sirena que ha aprendido a vivir fuera del agua?
No me acuerdo en qué momento surgió mi fantasía de la sirena, con mis muñones como aletas y mi única pierna como cola. Desde muy pequeña, mis padres me llevaban al mar y recuerdo aquella sensación especial, como si ya hubiera estado ahí antes. Pero no me siento como una sirena que ha tenido que sobrevivir fuera del agua, no me ha supuesto un sobreesfuerzo ni nada traumático adaptarme, me acomodo muy bien a las cosas, sino que me refería a la sensación de nadar, de fluir, de empujar esa energía.
En ese camino de obstáculos seguro que hay mil ejemplos de cosas imposibles convertidas en posibles. ¿Podría destacar alguna?
Son cosas tan sencillas como el ir a la Universidad y poder coger el autobús sola, subir una cremallera o ponerme unos tacones. Los logros más importantes son las cosas cotidianas, detalles ínfimos que te hacen sentir independiente y te hacen feliz. La felicidad está en esos pequeños detalles del día a día.
¿Qué obstáculo le ha costado más superar y de qué logro se siente más orgullosa?
El que más me ha costado no sabría decirte, pero de lo que más orgullosa estoy es de haber escrito El tesón de una sirena, aunque me costó decidirme, porque mi intimidad la guardo mucho (aunque sé que no paso desapercibida) y esto fue un desnudo integral. Lo hice con la idea de que fuera un homenaje para mis padres y la gente que me rodea. Han pasado cuatro años desde que conté mi historia y aún me sigue regalando momentos felices, recibo muchos mensajes que mueven esta espiral de energía positiva. Es un regalo que aún estoy disfrutando.
Se lo habrán preguntado muchas veces, pero ¿de dónde saca las fuerzas que alimentan su optimismo?
Tengo días más altos y días más bajos, pero por suerte la fuerza de la sonrisa me venía en el pack, junto con el tesón y las ganas por transmitir normalidad.
Dice que la naturaleza es sabia, que nos moldea de formas diferentes, como distintas recetas con los mismos ingredientes. ¿Cuáles predominan en la receta de Lary León?
Naturalidad, aprendizaje y actitud positiva, que es supercontagiosa y más productiva que la negativa. Para mí es muy importante ser agradecida. Si pones en una balanza lo que te hace sentir mal frente a lo que tienes, y te paras a pensar un segundo, todo se relativiza y te das cuenta de que lo que te molesta no es tan importante. Yo valoro lo que tengo y lo que soy. De hecho, volvería a nacer exactamente igual, porque he tenido la oportunidad de ver las cosas de forma diferente.
¿Qué ingredientes quitaría a nuestra sociedad y de cuáles añadiría ración doble?
Más que quitar o poner, creo que habría que dar la importancia justa a las cosas. Contagiar naturalidad. La clave de todo es relativizar y empatizar más con las circunstancias de cada uno. Si predominara la normalidad, el amor y la actitud positiva, no nos quejaríamos tanto, ni echaríamos la culpa a los demás de lo malo que nos pasa.
Conoce bien lo que es pasar la infancia entre hospitales y trabaja en este terreno, como directora del Canal FAN3 para niños hospitalizados de la Fundación Atresmedia. ¿Qué es lo que más necesitan los niños ingresados?
Normalidad, lo que conlleva ser conscientes de que están enfermos pero siguen siendo niños. Necesitan cariño, reír y jugar, porque están en una etapa crucial, de pleno aprendizaje, y hay que hacer un esfuerzo para que esa evolución siga su curso. Lo que hay que transmitir es que un hospital no es un sitio triste sino donde les van a ayudar a curarse. Estoy muy orgullosa de poder aportar mi granito de arena en la humanización de los hospitales, para romper la rutina y abrir una ventana tanto para los niños como para sus padres, eso es medicina para ellos
Cuando repasa cómo ha sido su vida, dice que los niños la aceptaron mejor que muchos adultos
La inocencia de los niños es perfecta. Me ven y se sorprenden, pero una vez que me hacen las preguntas de rigor (cómo escribes, cómo te maquillas, cómo te peinas y cómo comes) sacian su curiosidad y se olvidan por completo de que no tengo brazos. En mi familia, ser la pequeña de cinco hermanos ayudó a que el entorno de adulto lo aceptara con más naturalidad. Mis padres, de hecho, me metieron al mismo colegio que mis hermanas, aunque les recomendaron llevarme a un centro especial. Solo pusieron una condición, que me trataran igual que al resto de alumnas de la clase.
¿Cómo fue aquel primer día de colegio?
La profesora me presentó, yo llegaba con las prótesis en los brazos y las niñas me miraban alucinadas. Pero siempre digo que tengo la habilidad de darle la vuelta a la tortilla. Como cuento en el libro, un día se descalzó toda la clase para intentar escribir con el pie como hacía yo. Me siento afortunada. Animo a rescatar la inocencia de los niños, a saciar la curiosidad y a normalizar. La educación es la base de todo, si desde pequeños se inculca la normalización de las personas con capacidades diferentes, de adultos lo tendrán interiorizado.
¿Con qué sueña Lary León?
Disfruto cuando veo feliz a la gente que me rodea y sueño con que todos los niños del mundo tengan los mismos derechos, que no haya diferencias solo por nacer en un sitio u otro.
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