El maltrato de Madrid, un clásico
Jesús Serrera
Domingo, 18 de junio 2017, 07:29
En el ecuador de la legislatura y ante el Debate sobre el Estado de la Región, el Gobierno PRC/PSOE culpa de sus males al ... enemigo exterior y aprovecha la debilidad del PP.
No cuesta nada imaginar a Miguel Ángel Revilla cumpliendo su amenaza de plantarse ante las cámaras de televisión en la puerta del Ministerio de Hacienda en Madrid para protestar por el maltrato del Gobierno de España a Cantabria cuando le cierra el grifo del Fondo de Liquidez Autonómico, le exige más recortes y le niega el dinero de las obras de Valdecilla y el de la Fundación Comillas. No sería sino un nuevo episodio de la larga exposición mediática en la que tan cómodo se siente el presidente y que tantos beneficios le ha rentado desde los tiempos del taxi a La Moncloa cargado con anchoas hasta su actual presencia estelar en los platós y en las ferias del libro. Más difícil resulta visualizar en ese escenario a la más circunspecta vicepresidenta Eva Díaz Tezanos, pero quién sabe. Al fin y al cabo, llegado el caso también tendría un papel secundario que representar en este political show de la rebelión del Gobierno regional PRC/PSOE contra Madrid.
La queja airada contra el olvido de la Administración del Estado es un clásico del repertorio de Revilla de este sábado, de hoy y de siempre. Con Aznar primero, luego con Rodríguez Zapatero y Pepiño Blanco cuando el fiasco del AVE y ahora con Rajoy y Montoro. El discurso actual viene a ser la continuación del que el verano pasado reiteró el presidente en todos los foros para criticar la mezquindad del ministro de Hacienda con Cantabria. La reivindicación a Madrid está en la naturaleza de un partido regionalista y por lo demás sobran pruebas del trato displicente que el Gobierno central de turno, antes y ahora, acostumbra a dispensar a las comunidades pequeñas. El incumplimiento del compromiso sobre el dinero de Valdecilla es, sin duda, un buen ejemplo.
El Gobierno se dice dispuesto a llevar su movilización hasta la capital de España si no recibe un guiño contemporizador desde las altas instancias del PP. No es probable que la protesta llegue a conmover el duro corazón de Montoro más allá de lo imprescindible, ni tampoco que se puedan ganar en los tribunales los 100 millones de euros que se reclaman al Estado, pero de momento quedará el gesto reivindicativo y el beneficio político.
Porque todo hay que decirlo: la ofensiva anticentralista responde al cabreo progresivo del Ejecutivo autónomo, pero es también una estrategia para orientar a su favor el foco de la atención política en un momento trascendente, al llegar el ecuador de la legislatura y el Debate sobre el Estado de la Región, a finales de este mes de junio. Hasta entonces, toca machacar en el Parlamento y en los medios con los agravios del Gobierno Rajoy. Señalar al enemigo exterior, culparle de todos los males y estrecheces, es una coartada recurrente para camuflar las carencias propias. En este caso, de dos años de gestión en los que no abundan los proyectos tangibles ni los avances sostenidos hacia la recuperación económica.
A este propósito del Gobierno autónomo de blindarse cuanto pueda contra las críticas contribuye decisivamente la debilidad del PP de Cantabria. Primero, porque la división interna, más visible en el Parlamento que en cualquier otro ámbito, supone una mochila muy pesada a la hora de cumplir la tarea de oposición al Gobierno. Y después, porque en el caso concreto de Valdecilla el PP ha hecho un tremendo papelón. La enmienda con la que María José Saénz de Buruaga garantizaba los 22 millones comprometidos por Rajoy ha terminado en la papelera, sacrificada por el bien mayor de los Presupuestos del Estado, aprobados como se sabe con los votos generosamente retribuidos del PNV y de otros partidos regionales.
Está visto que desde Moncloa, desde Génova y desde Hacienda no sólo castigan al Gobierno PRC/PSOE, también son capaces de abochornar a su propio partido en Cantabria. Y lo peor es que tal como están las cosas Buruaga y su gente no están en condiciones de ponerse muy exigentes con la cúpula de Madrid. Bastante tienen con recibir su apoyo en la crisis interna.
En el PRC y en el PSOE, muy crecidos, hurgan en la herida popular y meten cizaña para que los diputados afines a Ignacio Diego rompan las últimas amarras con el PP oficial y se sumen a la iniciativa que debatirá el Parlamento el día 26 para reclamar la deuda del Estado con Cantabria.
También hay críticas al ministro Íñigo de la Serna, y en este terreno siempre son más incisivos los socialistas, que incorporan a la ruptura de relaciones con Madrid un sonoro portazo a la cumbre convocada para impulsar la sede asociada del Museo Reina Sofía con el Archivo Lafuente, uno de los proyectos más perseguidos por el anterior alcalde de Santander.
La nueva dirección del PP se defiende como puede con alusiones a la negligencia del Gobierno regional en el control de la financiación de Valdecilla y a la necesidad de renegociar la partida en los Presupuestos de 2018. Sáenz de Buruaga y su equipo digieren algo mejor las pullas del PRC y del PSOE que las puñaladas que cuelgan en las redes sociales los disidentes del PP para festejar, hasta ahí llega la inquina, el patinazo frente al Gobierno Revilla.
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