«Los que hemos hecho leer a este país, moriremos sin que se nos reconozca»
Jordi Sierra i Fabra, el autor de 'Las palabras heridas' que es el eje del foro de la UC sobre literatura juvenil, mantendrá este miércoles un encuentro con los lectores
JAVIER FLOR/ dÉBORA Wainschenker
Miércoles, 28 de junio 2017, 09:07
Jordi Sierra i Fabra, el autor español de libros para niños y jóvenes más leído más de 12 millones de lectores, visita Santander . Impartirá una ... charla abierta al público, enmarcada en los Cursos de verano de la Universidad de Cantabria. Una oportunidad para conocer sus opiniones sobre la música, la actualidad de la que se nutren sus libros, la escritura como modo de comunicación o una vida literaria que comenzó de niño. Nacido en Barcelona en 1947, comenzó como crítico musical para luego escribir obras para todas las edades, novela negra, historias policiacas, ciencia-ficción, ensayo, poesía, autobiografías y varias historias de la música. Algo de este mundo personal queda reflejado en esta entrevista realizada desde su retiro en la montaña. El autor de Las palabras heridas estará en Santander en un encuentro, mañana, a partir de las 17.00 horas en el Paraninfo de la UC (calle Sevilla). Sierra i Fabra es, además, el protagonista del monográfico que pretende conocer, analizar, estudiar y divulgar su obra literaria bajo el título Literatura juvenil y público: Conversaciones, foro que dirige la profesora de la UC Laura Mier con el objetivo de conocer, analizar, estudiar y divulgar su obra literaria.
Casi todos los escritores dicen que ya lo eran desde niños. En su caso, ¿cómo fue que a los 8 años decidió ser novelista?
Supongo que nací para escribir, que lo llevaba en la sangre. Pude haberlo descubierto a los 15, a los 20... pero lo hice a los 8, sí. Era tartamudo, no podía hablar con nadie, tuve un accidente, atravesé una puerta de cristal. Casi pierdo el brazo izquierdo, la nariz... Quedé masacrado a cortes. En el hospital no podía leer (leía sin parar, esa fue la clave de mi vida), sólo se me salvó el brazo izquierdo, pero sí podía dibujar... o escribir, con un cartón apoyado en las piernas, papel y lápiz. Allí hice mi primera novela, tres páginas. Fue maravilloso, pero también el comienzo de mi calvario. Mi padre me la rompió, me dijo que no perdiera el tiempo y estudiara.
La agenda
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Acto abierto. Mañana jueves, día 29, encuentro abierto al público a partir de las 17 horas en el Paraninfo de la UC (calle Sevilla).
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Foro. Dirigido por Laura Mier, hoy y mañana, el curso pretende conocer, analizar, estudiar y divulgar su obra, bajo el título Literatura juvenil y público Conversaciones con Jordi Sierra y Fabra.
Para un niño de la Barcelona de los años 50, ¿en qué consistía la idea de ser novelista?
Era y soy romántico. Y por supuesto idealista. De niño no piensas en ser rico o famoso (y más en aquellos tiempos, donde eso no existía). Siempre me he definido como un utópico posibilista. Hay utopías imposibles y utopías posibles. ¿Por qué no podía ser escritor? ¿Por qué no podía ser de los pocos que viviera de eso? Esa era mi lucha, contra mi padre y contra mi represora escuela. Yo quería ser Kipling, Verne, y viajar. Y es lo que siempre he hecho: viajar sin parar, para aprender, intentar buscar historias, conocerme a mí mismo. Escribir lo era todo, la puerta de mi vida y de mi libertad para salir de la oscuridad de la dictadura y de la tartamudez que, con los años, superé.
Ya en otro siglo, el XXI, sus novelas superan algunos centenares de títulos. ¿Se cumplieron sus sueños infantiles?
He cumplido mis sueños, sí. Incluso crear una Fundación de ayuda a chicos y chicas para que lean y escriban, que en realidad son dos, una a cada lado del Atlántico. Pero yo no quería batir ningún récord, no quería ser el más tal o el más cual. Sólo quería ser feliz haciendo lo que me gusta, lo único que sé hacer: inventar historias. Eso lo he conseguido. Lo demás es ruido, etiquetas, sambenitos que te cuelgan...
Es el escritor español más leído por niños y jóvenes. ¿Supone esto un peso añadido cuando se plantea una nueva historia para ellos?
No, nunca. Jamás he escrito pensando en quien va a leerme, ni en modas o tendencias, ni para nada que no sea mi propio placer. Si me leen y gusto, ¡genial! Pero escribo lo que siento, cuando lo siento y como lo siento. Tampoco pienso en el dinero. Jamás me he presentado a un premio literario por la pasta que den, sino por el reto o el prestigio de ganarlo. Y ya llevo 39, amén de cientos de menciones en listas de honor. Ante todo, siempre he intentado ser honesto y respetar mi trabajo.
A los grandes de la música del pop y del rock Mercury, Bowie, Madonna, Dylan, Jagger primero los conoció y luego los retrató desde muchos ángulos. ¿Qué tienen en común estos grandes personajes que no sepamos los simples mortales?
Llegué a conocer a la mayoría, y entrevisté a muchos, desde Mercury a Cohen, Knopffler o Sting, Zappa o Peter Gabriel. También he estado, aunque sin entrevistarlos, con Bowie, Madonna o Dylan. Bowie me recibió en su camerino del Earls Court Arena, todavía vestido como Ziggy Stardust, después de su glorioso concierto de mayo del 73. Son recuerdos inolvidables. Pero nunca los vi como estrellas, supongo que por eso fui amigo de muchos de ellos. Genesis me invitaron un fin de semana a un castillo en Manchester, Supertramp me llevaban en el Concorde a Nueva York para verles. Había buen rollo. Hablábamos de música. Yo no era un crítico, sino un enrollado que escribía, lo mismo que ellos tocaban. Era todo mucho más sencillo. El mundo se volvió loco tras la muerte de Lennon. Se acabó la libertad y apareció el miedo. Por suerte yo ya sólo me dedicaba a escribir.
¿Tiene alguna pasión particular por John Lennon, sobre el que ha escrito varias veces?
Siempre le consideré mi hermano mayor. En la adolescencia buscamos espejos en los que reflejarnos. Yo lo tomé a él de modelo. Masacrados en la escuela, dificultades en la relación paterna, hijos únicos... Había un nexo. Una de mis mayores decepciones fue no haberle conocido... habiendo podido hacerlo. En los 70 yo vivía a tope, como un loco, viajando, escribiendo, tenía dos hijos... Ni me di cuenta hasta que me lo mataron. En cambio, conocí a los otros Beatles. George Harrison me invitó una semana a Londres cuando inauguró su discográfica en 1974. Una noche nos persiguió la policía, en una de las anécdotas más surrealistas de mi vida. Cuando muere Lennon mi homenaje para él y para futuras generaciones, fue escribir El joven Lennon, contando su vida de los 15 a los 18 años, cuando tuvo un sueño que cambió el mundo.
Su curso en Santander gira en torno a la literatura infantil y juvenil. ¿Cuál es su visión del presente y futuro de estas literaturas en España?
Eso tendría que preguntárselo a los expertos. Yo sólo soy escritor. Bastante tengo con lo mío. Hay gente que teoriza, que lo lee todo, que estudia, que analiza... Yo leo a mis colegas y amigos, y tengo la revista literaria on-line, trimestral y gratuita, www.lapaginaescrita.com, en la que intento ayudar, pero sin teorizar. Entre 1947 y 1952 nacimos una docena de autores, todos Premios Nacionales de LIJ, que hemos sido el motor del cambio en España desde la muerte de Franco. Ojalá podamos hablar de otra generación igual dentro de unos años. Pero siempre acabamos siendo outsiders, porque la cultura está bajo mínimos.
Aunque ha tenido muchos reconocimientos y premios, ¿por qué es tan difícil que autores como ustd no tengan ya el Premio Andersen?
¡Ja! De entrada, para que ganes el Andersen, te ha de proponer tu país. ¡Hace cuatro años ni enviamos a nadie porque no había dinero! ¡Total, para hacer un dossier! ¡De pena! Luego está la guerra de las cuatro lenguas. Hay que contentar a todas y cada dos años se va alternando. No se busca quién puede ganar, sino no enfadar a nadie. Que todos los que hemos sido candidatos, ¿lo merecemos? ¡Pues claro! Pero se nos presenta sin apoyo y sin la menor convicción, como regalo para el currículo. Somos la generación sin nombre. Los que hemos hecho leer a este país desde la muerte de Franco, moriremos sin que se nos reconozcan los méritos. Yo he sido candidato dos veces, y es todo un récord. Si lo fuera una tercera vez sería... Bueno, todo el mundo se preguntaría con quién me acuesto. Esto es España. No le demos más vueltas. La cultura nunca ha sido una prioridad. Y encima, el Andersen lo ganan siempre ingleses, americanos, países nórdicos, etc, porque no nos quieren traducir al inglés que es la lengua de los jurados. Pura endogamia. Se miran sólo su ombligo. Me han traducido a más de 30 lenguas, pero nada al inglés. ¡Que les den!
Una frase suya: «Tendría que vivir mil años para escribir todo lo que llevo dentro». Le quedan 930 para cumplirlo. ¿Qué va a contar en los próximos años?
Escribo con un ritmo de producción brutal, lo sé, soy consciente de ello. Los libros que van a salir en 2018 y buena parte de 2019 ya están hechos y en poder de mis editores. Eso quiere decir que los que escriba este año saldrán entre 2019 y 2020 o 21. Salvo que ganes un premio y te adelanten la publicación, has de guardar cola, como todo el mundo. La gente cree que por ser quien soy ya todo está hecho y paso el primero. Pues no. Y me siguen devolviendo libros, como el primer día. Cada novela es la primera siempre, y pasa un examen.
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