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Antonio Montesino

AL HILO DE LOS DÍAS ·

Viernes, 28 de febrero 2020, 07:29

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Celebrados ya los carnavales en nuestra ciudad, todo está dispuesto para que tenga lugar el canto de Las Marzas. Cuando llegamos a estas fechas ... festivas que reproducen ancestrales ritos cántabros me acuerdo emotivamente de uno de los investigadores más exhaustivos y rigurosos sobre estas costumbres de nuestra comunidad, quien con sus trabajos etnográficos contribuyó a un mejor conocimiento de las mismas. Me refiero a Antonio Montesino. Fallecido en 2015, había nacido en 1951 en Torrelavega, donde transcurrieron sus primeros años bajo la fuerte personalidad y erudición de su padre, arropado por su amplísima biblioteca, hasta su traslado a Santander a mediados de los ochenta. Antropólogo, ensayista y poeta, dedicó una gran parte de su obra al estudio de los ritos y costumbres de Cantabria. Para ello, se documentó no sólo a través de una bibliografía específica, sino que recogió testimonios orales recorriendo la geografía de nuestra comunidad y hablando con los verdaderos depositarios de la memoria, los vecinos de los pueblos. A partir de los datos obtenidos, de su análisis, profundizando en los significados e implicaciones sociales de los mismos, intervino en diversos congresos y seminarios de antropología pronunciando conferencias y publicando artículos en revistas especializadas y libros colectivos. Una extensa bibliografía personal completó su labor científica. Cito alguno de sus títulos: 'Fiestas populares de Cantabria', 'Carnavales urbanos de Santander y Santoña', 'Literatura satírico-burlesca del carnaval santanderino', 'Las cencerradas. El ruido hostil y disciplinante de la comunidad' y, especialmente, 'Las marzas. Rituales de identidad y sociabilidad masculinas'. De la edición a la escritura, de lo lúdico a la intimidad del cuarto de trabajo, de la creación poética a la reflexión sociológica, del ámbito rural al urbano, de la tradición a la modernidad, de lo local a lo universal. La muerte de Antonio Montesino, en un momento de madurez intelectual, significó la abrupta interrupción de una magna obra y de una apasiona dedicación a la cultura.

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