El Día de la Arqueología
La Arqueología celebra el 28 de julio su día internacional, un buen momento para reivindicar esta disciplina científica
La Arqueología celebra el día 28 de julio su día internacional, desde hace 10 años. La Arqueología es una disciplina científica que se ... ocupa de estudiar la Historia a partir de los restos materiales que quedan del pasado, de cualquier periodo del pasado. Hay una Arqueología prehistórica, pero también una Arqueología medieval o contemporánea.
La Arqueología es una ciencia relativamente reciente. A mediados del siglo XIX, los eruditos y anticuarios expertos en la historia más antigua de la humanidad calculaban que esta se extendía unos 6.000 años. El relato contenido en la Biblia proporcionaba este dato y en él se encontraba también la explicación para muchos de los acontecimientos más relevantes del pasado: el propio origen humano en el sexto día de la Creación, el origen de las lenguas en la torre de Babel o el origen de los pueblos y naciones después del Diluvio Universal. En este marco, por ejemplo, la Prehistoria de Cantabria comenzaba unos 2000 años antes de Cristo, con la llegada de Tubal, uno de los nietos de Noé.
El descubrimiento, o la invención, de la Arqueología eclosionó a finales del siglo XIX. Los trabajos de Boucher de Perthes, Mortillet o Juan Vilanova vinieron a probar que el pasado, incluso el más remoto, era accesible estudiando de manera adecuada los restos arqueológicos. Este descubrimiento de la Arqueología, una intuición larvada durante varias décadas por estos pioneros, permite postular que los comportamientos técnicos y económicos, los acontecimientos sociales, las creaciones ideológicas o simbólicas, dejan huellas indelebles en soportes materiales variados. Estas huellas, los restos arqueológicos, pueden ser interpretados, 'leídos' como auténticos documentos que nos desvelan nuestro pasado.
Esta nueva forma de acercarse al estudio del pasado resultó revolucionaria. Pero aún más lo fueron los resultados obtenidos. Nuestra imagen del pasado se ha modificado sustancialmente respecto a la del mito de Tubal. Y no solo la imagen, sino la comprensión de este pasado. Ahora sabemos que la historia humana tiene unas raíces de más de dos millones de años de antigüedad, o seis millones si aceptamos a nuestros primos homínidos en la familia. En ese tiempo han pasado muchas cosas. Casi todas las que nos definen. Ordenadas de una manera que nos permite comprendernos mejor como humanidad. Sabemos ahora que algunas de las primeras capacidades humanas estuvieron basadas en la habilidad para fabricar herramientas. También, que las primeras evidencias de trascendencia, expresada en ritos funerarios, se produce hace más de 100.000 años, en la línea neandertal. La capacidad de expresión simbólica, incluyendo la representación de humanos y animales, eclosiona hace 40.000 años, pero sigue a decenas de miles de años de exploraciones gráficas previas. Los conocidos polícromos de Altamira son una expresión ya avanzada y tardía de este simbolismo paleolítico.
Conocemos por la Arqueología que los primeros templos religiosos se construyeron hace más de 10.000 años en el valle del Éufrates, puliendo una tradición milenaria de construcción de edificios de uso colectivo o público, al principio polivalentes. Pero también, que en paralelo se desarrolló una religión más intimista, doméstica, vinculada a los ritos funerarios y al recuerdo de los familiares antepasados. La Arqueología nos permite también reconstruir las redes comerciales que se desarrollan desde el comienzo del Neolítico, o incluso antes. También nos permite situar el origen de la guerra institucionalizada y de la militarización, en los espacios ya saturados por la primera colonización agrícola y ganadera de Europa, hace más de 5000 años, o las primeras epidemias europeas en fechas similares.
Estos son algunos de los hitos que nos explican y nos expresan como Humanidad. Pero aún estamos en obras, muchas de estas historias están en construcción. La vastedad de nuestra Historia remota y la todavía relativamente escasa información arqueológica que hemos recuperado permiten augurar que nuestras interpretaciones cambiarán. Que descubriremos aspectos aún insospechados y que comprenderemos mejor acontecimientos o fenómenos que hoy aún solo intuimos o percibimos de forma muy genérica. Y que, con ello, nos comprenderemos mejor. No lo duden, la Arqueología nos sorprenderá.
Para ello, es preciso investigar. La investigación en Arqueología tiene perfiles originales. Extraer información de restos materiales implica estudiar propiedades muy variadas de estos restos, para averiguar los tratamientos que han recibido, los procesos que han sufrido o las evidencias que conservan. Se exploran propiedades físico-químicas; ahora incluso a escala molecular o atómica. Se abre paso lo que ahora llamamos 'Arqueología de lo invisible'. Todo ello requiere enfoques transdisciplinares que permitan acceder a estas informaciones. Por ejemplo, en el Instituto de Prehistoria (IIIPC), junto a los historiadores, participan geógrafos, físicos, ingenieros, artistas plásticos, o geólogos. Estas evidencias se tienen que articular para dar respuestas a los fenómenos históricos de tan largo alcance, los propios de la Arqueología prehistórica.
De hecho, la investigación es la que crea nuestro apreciado patrimonio arqueológico. Este existe porque ha sido descubierto o, si se quiere, 'inventado' por la Arqueología. Un patrimonio que es típicamente de todos, a todos nos pertenece. Un patrimonio casi siempre frágil que requiere protección frente a destrucciones, expolios o desatenciones.
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