La ciudad
La ciudad es un organismo vivo, se va construyendo y redefiniendo continuamente. Unos edificios son sustituidos por otros. En ese solar donde jugábamos de niños ... se levanta hoy un bloque de casas. En aquel espacio que está en las afueras de la ciudad, donde se ponían los circos, poco a poco ha surgido un barrio. Esas casas viejas, de fachadas leprosas, que interrumpían la modernidad de una calle, desaparecen para dejar su lugar a una vivienda realizada con materiales de último diseño. Sin embargo, a los que vivimos en ella, nos parece que apenas hay cambios al producirse de un modo continuo y en pequeñas actuaciones. Sucede como con el aspecto de las personas. Al vernos todos los días en el espejo, apenas nos damos cuenta de ese pelo que va encaneciendo, que va abandonándonos; de esas líneas que va dibujando en nuestra piel el paso del tiempo. Estás como siempre, nos dicen los que nos ven con regularidad. Nos vamos acostumbrando a nuestra imagen pese a los apenas perceptibles cambios que sí observan quienes llevan un tiempo sin vernos. Salvo intervenciones o enfermedades más o menos agresivas, hay un sutil sucederse del paso del tiempo. Así en las ciudades. Cuando nos preguntan quienes han estado alejados de su ciudad durante un largo periodo cómo está, le respondemos que como siempre. Ellos, sin embargo, al pasear de nuevo por ella, descubren una calle nueva, una plaza nueva, un edificio nuevo, y todo ello, modifica en ocasiones sus ritmos y los hábitos de los ciudadanos. Los lugares de encuentro son otros, otros los centros de gravedad que convocan a los vecinos.
En esa redefinición permanente a veces se producen dolorosas pérdidas que comienzan en lo físico pero que aluden a lo sentimental. Se trata de ámbitos en los que hemos crecido o que formaban parte de nuestro paisaje habitual. El tiempo los ha ido deteriorando y es necesario reemplazarlos. Como sucede con tantos objetos domésticos, familiares. Nos duele su desaparición pese a creerlo inevitable. Claro, que otra cosa es la especulación inmobiliaria, la que contribuyó a la burbuja que todos recordamos con consecuencias aún hoy visibles.
En el centro de la ciudad, en la calle Carrera han derribado unas viviendas. Formaban parte de la memoria de la ciudad. Ahora queda el vacío, la cicatriz de una amputación. No sé qué está contemplado que ocupe su lugar. Si contribuye a dinamizar una calle maldita, bienvenido sea.
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