Los impuestos de Santander: ni congelados ni justos
Daniel Fernández
Portavoz del Grupo Socialista en Santander
Jueves, 23 de octubre 2025, 07:16
El Partido Popular insiste, un año más, en que las ordenanzas fiscales de Santander se mantienen congeladas. Pero basta con mirar los recibos de las ... familias para comprobar que no es cierto. El agua, el alcantarillado y la tasa de basuras han subido: en 2026 se aplicará un incremento del 2,7 % y, en solo tres años, esas tasas acumulan un 16 % de subida. La realidad se impone frente al discurso: los hogares pagan más por servicios que no mejoran y la mentira de la «congelación fiscal» se derrumba ante los números.
No se puede jugar con la verdad. Los santanderinos merecemos rigor y transparencia. Lo importante no es solo cuánto pagamos, sino cómo se invierte. ¿Queremos un Ayuntamiento que recauda sin rumbo, que tapa agujeros y paga sobrecostes, o una institución que planifica con cabeza y corazón para mejorar la vida de todos?
Lo que pedimos las vecinas y los vecinos de Santander es de sentido común: que nuestros impuestos se traduzcan en una ciudad más limpia y moderna. Queremos caminar por calles sin suciedad ni plagas y un transporte que conecte de verdad los barrios y reduzca desigualdades. Queremos líneas nuevas, como la necesaria en la S-20, y frecuencias que permitan llegar en veinte minutos desde el centro a cualquier punto de la ciudad.
Pero Santander arrastra un problema estructural: un modelo agotado. El PP lleva años aplicando la misma receta: congelar de palabra, subir de hecho y gastar mal. Privatizan servicios básicos como la limpieza. Y con el agua, privatizada desde 2006, el canon inicial no ha evitado subidas constantes ni la demora de inversiones. También se descuidan necesidades cotidianas: parques infantiles cubiertos y aparcamientos en altura para residentes.
Hoy Santander necesita un cambio real en su modelo fiscal. No es justo pagar lo mismo vivas donde vivas cuando los servicios no llegan por igual. La equidad, base de cualquier sociedad democrática, exige tributos progresivos, como marca la Constitución: quien más tiene aporta más para que nadie se quede atrás. No es solo justicia social; es cohesión, construir una ciudad que funcione como comunidad unida.
Porque Santander no puede resignarse a dividirse en barrios de primera y de segunda. La meta debe ser que, vivas donde vivas, tengas el mismo acceso a limpieza, transporte, accesibilidad y oportunidades. Una ciudad que garantice servicios dignos en todos los rincones retendrá a los jóvenes, cuidará a los mayores y devolverá orgullo vecinal.
Frente a este agotamiento, el PSOE ofrece una alternativa seria. Una ciudad que se moderniza respetando su esencia, que deja atrás contratos opacos y sobrecostes, y orienta el dinero público a lo que importa. Apostamos por una política de vivienda que facilite a los jóvenes el acceso a un hogar digno, con más oferta asequible y seguridad en los alquileres.
Defendemos también al comercio local, que soporta la presión de grandes franquicias. La amenaza está en las cadenas y en los mercados de barrio: el de Puertochico, donde pretenden un McDonald's, y el de México, con un Mercadona que pondría en riesgo a los puestos tradicionales. Si no protegemos mercados y comerciantes de siempre, perderemos identidad y cohesión.
Invertir bien los impuestos significa reforzar lo cotidiano. Rampas y ascensores que funcionen, un transporte eficaz que llegue a todos los barrios, parques infantiles cubiertos para los días de lluvia, aparcamientos en altura para residentes donde sea viable y zonas verdes cuidadas. Significa igualdad de servicios en cada rincón y un desarrollo urbano que piense en la gente y no en privilegios. Invertir bien es priorizar a las personas por encima de los balances de concesionarias.
Reclamamos un cambio de modelo: pasar de un Ayuntamiento que maquilla cifras y esconde subidas a otro que gobierne con responsabilidad, claridad y visión. No se trata de gastar más, sino de gastar mejor; no de recaudar por recaudar, sino de hacerlo de forma justa y progresiva y devolver cada euro en bienestar colectivo.
La fiscalidad local no es un tabú. Claro que debemos pagar impuestos, pero han de ser justos, progresivos y equitativos, y traducirse en mejoras palpables. De lo contrario, alimentaremos la desafección y la sensación de que siempre se paga más por menos. La desafección empieza cuando el esfuerzo fiscal no se nota en el barrio.
Creemos en una Santander donde los recursos públicos se utilicen con cabeza y corazón. Con cabeza, para planificar y gestionar bien. Con corazón, para poner a las personas primero, empezando por quienes más lo necesitan. Esa es la diferencia entre un modelo agotado y una alternativa con futuro. Por eso, frente al discurso del PP de «impuestos congelados», afirmamos: los impuestos en Santander ni están congelados ni están bien gestionados. Pero pueden, si se administran con justicia y ambición, transformar esta ciudad en lo que merece ser: una ciudad moderna, justa y que mantenga el alma marinera.
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