Pulso postelectoral
Sánchez y Feijóo mantienen interpretaciones irreconciliablessobre el mensaje que quisieron transmitir los electores el 23J
La carta enviada el domingo por Alberto Núñez Feijóo a Pedro Sánchez en la que le solicitaba una reunión en calidad de ganador de las ... elecciones generales y la respuesta de éste dando largas al encuentro al supeditarlo a la propuesta que el Rey realice de un candidato a la investidura retratan el momento político. El PP demanda el reconocimiento de su victoria el 23J. Mientras, el PSOE y sus aliados insisten en que ese día lograron parar los pies a las derechas y, por ello, están llamados a gobernar durante los cuatro próximos años. La diferencia en las urnas fue mínima. Tanto que el alcance de la ineludible negociación entre el presidente en funciones y el prófugo Carles Puigdemont pende de la disputa de un solo escaño en Madrid o, en su caso, de por qué bloque se incline la única diputada de Coalición Canaria. Pero lo más significativo del pulso es que un escrutinio tan igualado conduzca a dos conclusiones tan difíciles de conciliar respecto al propósito ciudadano. Una: que el 23J reveló el deseo abrumador de devolver el destino del país a los dos grandes partidos –PP y PSOE–, que sumaron el 65% de los votos y lograron 258 escaños en el Congreso. La otra: que confirmó la existencia de una realidad plural que algunos de sus integrantes se niegan a denominar España, junto a la reclamación de cambios sociales a impulsar desde el poder político. Ambas lecturas responden a la verdad de los hechos. Pero prevalece la dialéctica que convierte la presencia de la extrema derecha en un factor reactivo favorable a las izquierdas en su alianza con nacionalistas e independentistas.El procedimiento establecido para elegir al presidente pasa por la constitución previa de las Cortes y una posterior ronda de consultas de Felipe VI para cerciorarse de que hay candidatos con apoyos suficientes para ser investidos. Pero aunque Sánchez eluda reunirse con Feijóo hasta que el Rey traslade su propuesta al Congreso, es lógico pensar que ambos aspirantes están manteniendo contactos –directa o indirectamente– con sus posibles aliados. Parece darse por supuesto que el líder socialista espera a que el candidato del PP se someta al trámite de la investidura antes de postularse él, con lo que admitiría la prelación del ganador de las elecciones. Pero, al mismo tiempo, las declaraciones de ayer asegurando que cuenta con un «pronunciamiento claro» de los ciudadanos para seguir en la Moncloa demuestran que no concibe otro desenlace que su investidura.
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