Ya sé que es involuntario, pero ni se le ocurra. En cuanto surja ese cosquilleo en las narices que nos incita a arrojar el aire ... con una violencia repentina, aléjese de todo ser viviente y vaya preparando el pliegue interior del codo para que esa explosión no sea un atentado contra la salud.
El estornudo, esa especie de tos superlativa de gran alcance y que debidamente cargado de virus e imaginación, hasta parece arma de destrucción masiva, también tiene otras versiones capaces de despeinarnos. Ahí están esas normativas saturadas de reales decretos, órdenes y resoluciones por sorpresa que nos cambian los hábitos más arraigados en estos tiempos de peste moderna. Será trivial, pero escupido por estornudo me siento al leer en el Boletín Oficial del Estado, con la firma del ministro Ábalos, que localidades como Noja, Ruente, Soto de la Marina o la mismísima Torrelavega, que este año celebra su 125 aniversario de su título de ciudad, pertenecen a la provincia de Santander. Y ya han pasado años de la aprobación del Estatuto de Autonomía para Cantabria. Menos mal que también hay Administraciones públicas con otros enunciados que nos endulzan. Como el bando municipal del alcalde de Astillero, Javier Fernández Soberón, que en estos tiempos de obligado confinamiento ha autorizado al Ratoncito Pérez a visitar las casas de los niños cuando se les caiga algún diente. Eso sí, siempre que acuda «usando mascarillas, guantes y lavándose las manos frecuentemente».
Supongo que el roedor Pérez evitará con este bando que los justicieros de ventana y balcón le increpen cuando salga a la calle a realizar su labor 'esencial' de poner regalos debajo de las almohadas. Porque, a veces, ni los brazaletes azules que identifican a quienes tienen que salir para ayudar a personas dependientes se libran de los estornudos de insultos e incluso de lanzamiento de objetos. Lástima que esos objetos no se lancen en los pueblos a los desalmados que salen de casa a quemar los montes. Las noticias que nos informan de la detención de estos delincuentes rurales alegran el espíritu. Ésos también son virus que necesitamos desinfectar de tantos estornudos.
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