Fueron agonizando con los años. ¿Quién se acuerda ya de aquellas cartulinas navideñas que nos llegaban por correo postal? Hoy se imponen las imágenes digitales ... con frases elocuentes y bellas. Mi WhatsApp, y supongo que el de la mayoría, se ha saturado estos días con esas felicitaciones. Casi todas llevan villancicos o melodías navideñas. Su avalancha continúa circulando por las pantallas con la cercanía del Año Nuevo.
Es imposible ver todos los vídeos, pero qué placer recibir el de Javier y Fernando, recreándose en la belleza del recóndito Barcenaciones con su artístico Belén; el de Indalecio, que me ha ido dibujando con sus pinceladas la sagrada familia como gran artista que es; o el de Bernardo, con el despertar del amor del nieto por su 'güelu' gracias a la generosidad de los ventolines de la mar. También he disfrutado de los clásicos que se repiten cada año.
¿Han visto el del Belén de playmobil con guardias civiles informando a la comandancia que una jovencita ha parido un niño en condiciones higiénicas lamentables, que en el hospital la comadrona dice que la madre es virgen, que hay un carpintero indocumentado que asegura que es el padre y tres clandestinos con sustancias sospechosas que afirman tener estatus diplomático, pero van acompañados de camellos? O el vídeo racinguista de la temporada 1985-86, con los jugadores cantando villancicos que, según me dijo Piru, tienen letra de Terio Somonte, el eterno utillero del equipo: «En el campo El Sardinero/ ha nacido una amapola/ con un letrero que dice:/ 'Racing sale de la cola'». Pero me quedo con el de Luis, una viñeta donde Pedro Sánchez y su esposa, con sonrisa para hacerse fotos, espera en la fila del pesebre para adorar al niño mientras Melchor pregunta a Gaspar que quiénes son esos. Como si no tuviera suficiente Belén con el que está montando en España. Feliz año, a pesar del Gobierno.
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