Uno de los medios más eficaces de difundir y conocer mejor nuestro pasado es a través de la literatura. La combinación de rigor ... histórico y ficción narrativa suele ser muy adecuada para dar a conocer episodios de la historia e intentar que la memoria no los olvide. Está claro que para ello se necesita una buena documentación de partida y una forma de narrar seductora para los lectores. Elegir un buen hilo argumental es básico de cara a conseguirlo, evocar un acontecimiento histórico.
Es lo que ha hecho Alfonso García Aranzábal en el libro 'El secreto del Cerro de San Pedro y otros relatos de Cantabria', recientemente publicado en la editorial Librucos. Se trata de una docena de relatos más una novela corta, que es la que da título al libro. Muchos de ellos parten de la memoria y se apoyan en leyendas y tradiciones que se van transmitiendo de padres a hijos. Santander, Liérganes, San Vicente, Las Caldas o la comarca del Asón son algunos de sus territorios literarios, situándolos en diferentes periodos de la historia: durante el reinado de los Reyes Católicos, los años veinte, la posguerra española con otros de ahora mismo.
Uno de sus cuentos, 'La Iglesia Nueva', está dedicado a Torrelavega. En él García Aranzábal evoca la construcción del templo construido bajo las directrices del arquitecto Luis Moya entre 1956 y 1962, probablemente el edificio con el que entró la modernidad en la ciudad. Para ello se basa en dos tramas paralelas que transcurren en dos tiempos distintos. Por un lado, un encierro de obreros de Sniace en la iglesia en 1993. Por otro, la llegada a Torrelavega de mano de obra procedente de los pueblos de alrededor para trabajar en la incipiente industria torrelaveguense en los años cincuenta y sesenta. Un obrero, durante el encierro, cuenta a sus compañeros que un hermano suyo trabajó en las obras del centro religioso.
Los mercados, las ferias, las fiestas, los primeros panfletos sindicalistas, el crecimiento de los barrios como La Inmobiliaria con la llegada de gentes procedentes del campo que veían la posibilidad de mejorar su vida en las ciudades, el accidente de la mina de Reocín, aparecen evocados de un modo sintético pero descriptivo. García Aranzábal nació en Madrid pero su infancia y adolescencia las pasó en Santander. Licenciado en Medicina, lleva varios años desarrollando su actividad profesional en Torrelavega.
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