Inversofobia
Cantabria positiva ·
Cantabria debería haber creado 20.000 empleos y no ha llegado a 6.000, por renunciar a la creación de capital públicoLa licitación oficial en construcción cayó en Cantabria el año pasado un abrupto 40%. En España subió un 13%. Si descendemos a las administraciones ... autonómica y municipales de nuestra región, su licitación se hundió un 60%. No es de extrañar que los empresarios del sector saltaran de inmediato a la palestra reclamando más inversión y ofreciendo incluso fórmulas de colaboración público-privada.
Una parte de esta caída obedece al ciclo político-electoral: como los votantes somos de memoria «piscis» y premiamos las obras de última hora, el grueso de la licitación se lanza, de los cuatro años de legislatura, en el segundo y tercero. En cambio, la llegada de la campaña electoral de primavera, la constitución de nuevos gobiernos y la puesta en marcha de novedades durante el verano provoca que hasta septiembre no se dé un palo al agua. Y si la administración pasa por algún apuro, como fue el caso del Gobierno de Cantabria con sus recortes de estío, las inversiones van a la papelera derechitas.
Sin embargo, en esta ocasión hay mucho más que el efecto de la mecánica ondulatoria electoral sobre los boletines oficiales. En primer lugar, en la pasada legislatura se implantó, con el beneplácito de Podemos y de Ciudadanos, una cultura autonómica de renuncia a la inversión, en beneficio de gastos burocráticos y creación de colectivos subvencionados. Por tanto, las licitaciones caen sobre una base que era ya muy inferior a la habitual. No se ha vuelto en la autonomía al nivel de inversión de 2014, según las liquidaciones oficiales presupuestarias.
En segundo lugar, esta negación de la creación de capital público tiene lugar en un proceso de enfriamiento económico que ha reducido drásticamente el ritmo de crecimiento de Cantabria (y de creación de empleo, en consecuencia). Justo cuando el sistema necesitaba más vitaminas, le hemos prescrito ayuno de eremita egipcio. Y, en tercer lugar, si la tendencia inversora es contraria a la del conjunto de España, también se está sembrando menos porvenir que la media. Así Cantabria será una parte cada vez más diminuta de la producción y el empleo de nuestro país.
Desde que la actual fórmula «inversicida» se implantó en 2015 hasta hoy, la región ha creado 5.700 empleos netos (un 2,7% más), mientras la nación ha generado 1,8 millones (un 10,7% más). Es decir, deberíamos haber creado 20.000 puestos de trabajo y no lo hemos logrado ni de lejos. La causa principal es haber dimitido como región inversora, sin ver que mucho gasto social y administrativo hoy sería o menos necesario o más fácilmente financiable, si se hubiera diseñado un entorno más propicio al capital público y privado. Ahora en Cantabria no hay más diferencia ideológica que esta: inversófilos e inversófobos. Si le hubieran dicho al pintor de Altamira que su ayuntamiento iba a acumular un superávit de 700.000 euros, creo que habría representado a una tribu persiguiendo a unos concejales, para regocijo de bisontes. Cada euro no invertido son muchos euros borrados del futuro de Cantabria. Pues el capital es como la vaca: sin ella no hay cuento de la lechera.
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