Tocar en los bares
Pasará inadvertido, pero medidas como la regulación de las actividades culturales en Torrelavega –y no es culpa suya, solo aplican la ley regional– nos hacen ... dudar del sentido del progreso, de sí avanzaremos en la dirección correcta. Porque es genial que permitan a los bares y restaurantes organizar hasta 12 conciertos o similares al año sin tener que sacar la licencia de espectáculos, pero… ¿de verdad hace falta pagar impuestos porque cuatro amigos toquen en un bar?
Lo de la música en los bares es un negocio ruinoso; los músicos normalmente no cobran nada o casi nada, y los dueños de los bares como mucho aspiran a cubrir los costes de alquiler del equipo. Y es que hablamos de grupos sin aspiraciones comerciales, o que aún están empezando y no mueven suficiente gente como para llenar una sala de conciertos. Tocar de manera más o menos improvisada en un bar es más una fiesta que un negocio. Vamos, que es algo que se hace o por amor al arte o por darse a conocer, que no todo van a ser plataformas digitales y redes sociales, y de alguna forma tendrán que empezar las bandas, ¿no?
Estos conciertos, con los músicos a un metro, son una auténtica gozada, y también una forma de educación musical. Nada que ver con el 'negocio'. Aparte de que la creatividad y las ganas de hacer cosas suelen ser contagiosas; así surgió el Pub Rock, el Manchester Sound, la Hamburger Schule o, en coordenadas más próximas, el Xixón Sound.
Lo curioso, eso sí, es que se pretenda regular lo que hace la gente en los bares. Lugares donde siempre se ha cantado, se han presentado libros, colgado exposiciones de pintura o fotografía, publicado revistas y fanzines. Limitar esas expresiones populares no parece la mejor política cultural…
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