Rastreando la productividad
El crecimiento y desarrollo de los pueblos está ligado, de forma muy estrecha pero no exclusiva, a la evolución de su productividad. Es por este ... motivo que el conocimiento de la misma es de primordial importancia si queremos saber cómo marcha la economía y qué podemos hacer para mejorarla.
Aunque en el caso de España son numerosos los estudios que han abordado esta cuestión de forma sistemática, han sido la Fundación BBVA y el IVIE quienes han dado un paso adelante para, a través de su Rastreador de la Productividad, examinar con periodicidad trimestral su evolución tanto a escala nacional como regional, y tanto a nivel agregado como por sectores. La última actualización de este Rastreador, referida al tercer trimestre del año en curso, ofrece una información muy valiosa que sintetizo a continuación.
De acuerdo con las estimaciones del INE, el PIB nacional creció, en tasa interanual, un 3,1% en el trimestre mencionado, lo que, pese a suponer una cierta desaceleración en comparación con trimestres anteriores, deja a las claras la fortaleza de nuestra economía, máxime si tomamos en consideración las muchas incertidumbres que afectan al panorama económico mundial. Pues bien, a tenor de la actualización mencionada del Rastreador, lo verdaderamente llamativo es que este crecimiento se produjo merced a una combinación de creación de empleo, acumulación de capital y aumento de la productividad. En términos relativos, la mayor contribución al crecimiento (51% del total) se debió a la creación de empleo, repartiéndose los otros dos componentes, el incremento del capital y la mejora de la productividad total de los factores, el 49% restante casi a partes iguales (23% el primero y 26% el segundo).
Aun cuando todo esto son buenas noticias, hay que reconocer que las mismas ocultan, cuando menos, un hecho preocupante: la mencionada productividad total de los factores, que es el mejor indicador de eficiencia productiva con el que contamos, sufrió un notable proceso de desaceleración en comparación con el mismo trimestre del año anterior: mientras que en 2024 su crecimiento fue del 2,44%, en 2025 sólo se situó en el 0,82%. De consolidarse esta tendencia en el trimestre actual y posteriores, sería una muy mala noticia, porque implicaría que nuestro crecimiento sólo se sostendría si aumentaran el empleo y/o el equipo capital. Y, aunque es cierto que ambas cosas son intrínsecamente buenas, no cabe ninguna duda de que sería mucho mejor crecer porque nuestras dotaciones de capital humano y físico fuesen más eficientes.
Amén de esta circunstancia, la última actualización del Rastreador de la Productividad, junto con la de la base de datos regionales del Observatorio de la Productividad y Competitividad en España, nos permite resaltar otros tres hechos un tanto preocupantes. El primero es que, en líneas generales, los sectores de economía de mercado son más productivos (en los tres ámbitos considerados, productividad del trabajo, del capital y total de los factores) que los de no mercado. El segundo es que, entre los sectores de mercado, las diferencias son muy grandes, demasiado en lo que atañe a la evolución de la productividad del trabajo y algo más comedidas, pero aun así muy fuertes, en relación con la productividad del capital y total de los factores. El tercero es que, en estos tres mismos ámbitos, las diferencias de productividad regionales son, también, muy acusadas, mostrando mejores resultados las comunidades autónomas más desarrolladas.
De todo lo expuesto se deduce que nuestra economía se enfrenta a cuatro problemas de calado. Por un lado, el mencionado bajo crecimiento de la productividad total de los factores; crecemos más por acumulación de factores que por un mejor uso de los mismos. Por otro lado, la productividad de los sectores de no mercado es, en las tres vertientes mencionadas, menor que la de los sectores de mercado; en consecuencia, es imprescindible mejorar la productividad de todas las actividades desarrolladas, directa o indirectamente, por el sector público, si queremos afianzar nuestros logros en materia de crecimiento. Asimismo, las grandes diferencias de productividad que existen entre los sectores de mercado deberían hacernos entender que mejorar la productividad agregada requiere consolidar la de los sectores más productivos y potenciar la de los menos productivos. Por último, esto es válido también, aunque con matices, para las regiones; consolidar la productividad de las más avanzadas, al tiempo que se impulsa la de las menos desarrolladas, es absolutamente necesario si pretendemos incrementar la productividad de toda la economía y ser, a nivel global, más competitivos.
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