En Torrelavega la Navidad, este año, no solo se va a sentir en las luces sino que también se saboreará con unos dulces muy especiales ... hechos con el primor de las religiosas carmelitas descalzas del municipio. La Cofradía del Hojaldre revalida durante las fiestas navideñas la exitosa iniciativa que tuvo este verano incluyendo en la Feria del Hojaldre una caseta para la venta de los productos que elaboran las monjas del Monasterio de los Santos Reyes de San Luis y San Fernando de Sierrapando, desde hace 64 años imbricadas desde la soledad del cenobio en la vida de la ciudad, y que por su condición de clausura no abandonan el monasterio. Así, de nuevo, la Cofradía del Hojaldre ha dado un paso que merece ser celebrado: poner a la venta los productos de las Carmelitas Descalzas en el mercadillo navideño que se celebra en la Avenida de España.
Voluntarias atenderán el puesto en el que se podrá encontrar lo mejor de la repostería conventual. La Cofradía, al abrir un puente hacia esta comunidad, no solo permite que los vecinos disfruten de estas exquisiteces sino que ofrecen un gesto de solidaridad que reconoce y respeta la entrega de quienes trabajan lejos de los focos, porque detrás de cada hojaldre, de cada dulce navideño, hay paciencia, dedicación y un producto de primera calidad.
En un mundo en el que a veces lo inmediato se impone sobre lo auténtico, iniciativas como esta nos recuerdan que la Navidad es también tiempo de apoyo mutuo, de valorar lo hecho con cariño y de acercarnos, aunque sea a través de un dulce, a quienes nos enseñan que la generosidad puede ser silenciosa y profunda, y que todo sabe mejor cuando se comparte con el corazón.
Durante todas las fiestas, los visitantes podrán adquirir los hojaldres elaborados por las religiosas carmelitanas: pastas, polkas, almendrados, mazapán carmelitano, los turrones 'de la abuela', polvorones, trufas, bizcocho… Además planchan ropa de bautizo, bordan y confeccionan rosarios, pulseras y escapularios.
Aunque su vida sea el silencio, el recogimiento del claustro y la oración, su trabajo les permite la subsistencia necesaria porque, como ellas mismas relatan, no solo es un trabajo de subsistencia sino también una forma de acercarse a nosotros. Habitualmente las ventas las realizan a través del torno u online con entrega inmediata por mensajería. Torrelavega siempre ha vivido volcada, desde la soledad del convento, a estas religiosas que llegaron a la ciudad el 4 de abril de 1961 para fundar en El Cierro un monasterio sobre el edificio que albergaba una casa-palacio propiedad de José Argumosa y Argumosa, quien pertenecía a una familia de hidalgos montañeses. Solo a través de la ventana de barrotes de su iglesia, y de la voz femenina a través del torno, se han asomado tímidamente los torrelaveguenses a ese mundo desconocido y respetado.
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