La app del poder
Juan Luis Fernández
Lunes, 14 de diciembre 2020, 07:08
Descargué una aplicación de teléfono móvil que cuenta mis pasos, velocidades, itinerarios y calorías consumidas. Y me ha dado una idea que brindo a alguna ... mente que, además de ingeniosa, esté lo bastante ociosa como para permitirse ese gran lujo de la vida, casi siempre vedado, que consiste en cultivar la ironía sistemática. ¿Se atreve algún universitario con ello?
El desafío sería el siguiente: una app en la que el ciudadano puede seguir en tiempo real las decisiones de sus representantes políticos y la comparación con lo que se había programado y prometido, así como con la situación de similares asuntos en otros territorios (municipios, comunidades o países, según el nivel de seguimiento).
Esa app, por ejemplo, nos diría de inmediato cómo va el expediente de un asunto de interés, cuál es el cronograma estimado de realización y cuántos dineros tiene allegados en los presupuestos anuales. La llamaríamos, si no está registrada, la app 'Comovalonuestro', o parecido. Este proceder tan aparentemente sencillo tendría dos efectos muy beneficiosos. En primer lugar, los ciudadanos nos daríamos cuenta de las inexplicables demoras en la realización de los proyectos, por causas variables (que la app 'cantaría') y que van desde el caos del equipo político de turno a la mejorable productividad del funcionariado, pasando por la madeja de las normativas aplicables. Esto en sí sería positivo, al mejorar nuestra información. Pero además conduciría a la segunda consecuencia benéfica: armados de datos, los ciudadanos presionarían a políticos, empleados y juristas para remover los obstáculos a un diligente cumplimiento de compromisos. Esta presión se podría ejercer a través de votaciones anónimas por teléfono o iniciativas de firmas como las de change.org.
El ciudadano podría seguir en tiempo real las decisiones de sus representantes políticos y la comparación con lo que se había programado y prometido
Si esta herramienta estuviera en todos los móviles de Cantabria, al menos nos habríamos dado cuenta de que aquí el cumplimiento de lo que se dice es muy excepcional, siendo universal norma y costumbre el retraso abusivo de las cosas o, llanamente, el incumplimiento de lo anunciado. Necesitamos ese programilla que cuente los pasos de las administraciones, sus velocidades de marcha, los itinerarios en que se enreda, y las calorías que consume, que son nuestros impuestos.
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