Y ahora llegan los nervios. Después de cuatro años placenteros –para algunos más que para otros– intuyo un cierto grado de inquietud en el ambiente ... . ¿Por qué será? ¿Quizá porque hay un examen y hay quién no ha estudiado? Pues no puede ser. ¡Muy mal! ¿Qué hemos estado haciendo en todo este tiempo? Se trata de una 'oposición' para la que había que haber hincado los codos de verdad día a día porque el temario es muy exigente y el jurado realmente implacable, de esos a los que no le tiembla la mano a la hora de poner la nota. ¿Y no hemos estudiado? Pues hay dos opciones. Darse el atracón final con muy pocas esperanzas de éxito y que sea lo que Dios quiera o directamente ir a ver lo que pasa y confiar –el que crea en ellos– en los milagros. Quedarse en casa sería otra alternativa, pero queda descartada porque después de haber pagado la matrícula, qué menos que aprovechar el día para a ir a tomar un café con los compañeros y, de paso, reconocer que no hemos dado palo al agua. ¿Por qué será?
El caso es que este examen es tan importante que todos están nerviosos. Los que no la han hincado porque no saben qué van a hacer ahora después de esos cuatro años –o más para algunos– de 'recogimiento' y los que han estudiado porque quieren una nota alta y no se fían de las preguntas. Y ya no les digo el desasosiego en el que están inmersos los del atracón final, esos directamente van a dormir poco, pero saben que lo tienen crudo, muy crudito. ¿Por qué será? ¿Qué han hecho en estos cuatro años? ¿Por qué lo han dejado todo para el final? El caso es que ya no hay margen para las lamentaciones, ni para los reproches de última hora. El jurado no va a tener compasión y habrá un veredicto. Por cierto, el examen se ha fijado para el 26 de mayo en 102 municipios y un Parlamento e incluye también un exhaustivo test sobre Europa. ¿Por qué será?
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