Los presupuestos de la marmota
De este sueño eterno del maná que llegará de Madrid debemos despertar los cántabros, para poner manos a la obra y determinar nuestro futuro
El Gobierno de España ha presentado su proyecto de presupuestos generales para el año 2021 y, con las líneas maestras ya desveladas, en Cantabria se ... percibe un ambiente de decepción y se experimenta el síndrome de la marmota. Es decir, que año tras año este episodio supone una nueva frustración y una esperanza para que, el año que viene, los números se presenten más halagüeños. Una nueva versión del letrero que había en algunos viejos comercios: «Hoy no se fía, mañana sí». Un aroma cinematográfico de 'déjà vu' es el que se filtra por las rendijas de las puertas de los despachos. Una sensación agobiante, cada año por estas fechas sucede los mismo: pocos proyectos para Cantabria, mientras que el conjunto de España avanza a mayor velocidad. Una repetición que se antoja distópica y que expande una niebla de frustración y desencanto.
Lo que propone el Gobierno central a Cantabria es pagar una deuda, los millones destinados a la construcción del hospital Valdecilla, que lleva años pendiente y una serie de iniciativas menores que no colman, ni de lejos, las necesidades de una comunidad que desciende en renta per cápita respecto del conjunto de la nación y que parece no encontrar un rumbo cierto. El pago de la deuda es una buena noticia, pero resultaría insultante que se pretenda considerar esa cantidad como una aportación. Se trata de pagar algo comprometido de manera reiterada y por tanto no es una auténtica ayuda. Si acaso cumplir un viejo compromiso con años de retraso. Basta constatar que el hospital Valdecilla culminó su construcción y se dotó adecuadamente sin el dinero del Gobierno de España.
Una lectura sucinta de los apartados dedicados a Cantabria, o a proyectos que tengan repercusión en nuestra región, es suficiente para comprobar que los avances son mínimos: del ferrocarril de alta velocidad de Palencia a Reinosa nada sustancial, más allá que alguna partida simbólica. Cantabria renunció a disponer de un AVE desde Santander a Madrid y aceptó que la nueva vía se detenga en la capital campurriana, ese sacrificio debería ser compensado con un fuerte impulso de la construcción del AVE desde Palencia hasta Reinosa. Pero un año más habrá que esperar.
Del ya apolillado eslogan de dos trenes para Cantabria, apenas queda el recuerdo. Sin inversión para la línea con Palencia y de la otra promesa, un ferrocarril que conecte Santander con Bilbao con un trazado razonable y a una velocidad mediana (150 kilómetros por hora), tampoco hay señales en los presupuestos.
Naturalmente que de las nuevas zanahorias tras las que corremos alocadamente, como el polígono logístico de La Pasiega, tampoco se perciben señales. Bien es verdad que sería imposible destinar dinero a una idea que aun carece de un proyecto formal. Y por eso es preciso señalar que Cantabria debe hacer su parte del trabajo con la concreción de proyectos definidos y detallados, de manera que se pueda destinar a ellos las inversiones correspondientes.
En similar circunstancia se encuentra la iniciativa del nuevo Mupac. Ya se ha determinado el proyecto genérico... pero falta el trabajo minucioso de un presupuesto y un detalle de las obras a realizar. Una razón más que suficiente para que el nuevo museo no vea reflejada su existencia en los presupuestos. Ahora se debe trabajar en que ese anhelo cántabro sea incluido entre los planes a financiar con fondos europeos y por ello es preciso acelerar la redacción de un proyecto completo, una tarea que conlleva mucho tiempo.
De este sueño eterno del maná que llegará de Madrid debemos despertar los cántabros, para poner manos a la obra y determinar nuestro futuro. Cantabria debe optar por medidas que favorezcan el crecimiento y que eleven el PIB regional lo que supondrá que la renta per cápita también se vea incrementada. Sostener el Estado de bienestar cuesta mucho dinero y para ello se necesitan inversiones productivas que ofrezcan puestos de trabajo y un clima favorable para los inversores.
Los presupuestos generales del Estado no son, ahora, el salvavidas que precisa Cantabria, porque de lo que se escribe en diciembre a lo que se cumple pasados doce meses existe una diferencia abismal. Nuestra comunidad debe confiar más en sus propios medios, en su energía y en su iniciativa. Se pueden mejorar las condiciones para atraer inversiones sin necesidad de gastar: basta con facilitar los farragosos trámites que frenan proyectos interesantes y con ofrecer un marco fiscal atractivo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión