¿Quién dijo que en dos semanas estaría «controlado» el crecimiento de los contagios? A mí que no me miren que aún no preveo ... el futuro. Aunque debo ser de los pocos. Para hacer vaticinios, pero certeros, sólo hay que salir a la calle -los que no estén confinados- y hablar con la gente. Y te sorprenderá porque aquí todo el mundo ya sabía lo que iba a pasar en septiembre. En su infalible bola mágica, allá cuando se abrieron las fronteras al turismo -que tierna estampa aquella en la frontera-, ya veían la 'carretera de los puentes' cerrada a cal y canto al día siguiente de la salida de turistas, la playa de Berria sin bañistas o el Pasaje sin vida. Hay quién incluso vaticinó que habría un margen para que no se notaran tanto las nuevas restricciones, que iban a cantar un poco. Fue de veinticuatro horas nada más. Pero mientras esa profecía u otras se cumplían había que disfrutar y así se hizo: playas, restaurantes, terrazas, barbacoas... Un verano «histórico» con «cifras de récord» en los lugares turísticos. Habrá que preguntarles ahora -a los mismos que ya vaticinaron este escenario- cuál será el siguiente municipio confinado, más que nada para que sus ciudadanos vayan organizando los próximos catorce días y no les coja tan desprevenidos.
Y ya que estamos me gustaría saber también hasta cuándo van a durar las clases presenciales en los colegios, que me va la vida en ello. Con lo que me ha costado aprender las 43 páginas del plan de contingencia: grupos burbuja, entradas y salidas escalonadas, declaraciones responsables, citas previas (espero que funcionen mejor que las de Atención Primaria), geles, señalización, mascarillas... Todo eso cruzando los dedos para que el escenario no empeore y nos hartemos a videoconferencias, las del trabajo y las del cole. Por cierto, quién dijo que en Cantabria no hay «ninguna clase que tenga más de quince alumnos». ¿No sería otro vaticinio?
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