Sobre la vuelta al colegio
La educación ha cambiado y, de momento, nada va a volver a ser igual. Sean flexibles y ofrezcan a las familias opciones que se ajusten lo máximo posible a las distintas realidades que hay en los hogares
Mujer, mediana edad, universitaria, trabajadora y madre de dos niñas de 10 y 8 años que se enfrentan a una realidad distinta a todo lo ... conocido. Empiezan en pocas semanas al colegio conscientes de que todo ha cambiado, de que su universo ha sido bruscamente transformado sin saber exactamente cómo. Les explico que van a vivir cambios necesarios, pero mis explicaciones no convencen. Se resignan. Mi gran temor: que no hay nada claro. Nada. Y yo, ¿qué guardo en mi interior? Pues que no quiero que empiecen al colegio. Así no.
Nuestra máxima en los primeros días de pandemia fue primar la salud frente a la economía, con el objetivo de parar esta epidemia, esta peste que no tiene fin. En nuestro hogar, como en otros muchos, cambiamos rutinas, mantuvimos la burbuja social, no celebramos cumpleaños, usamos mascarillas y gel hidroalcohólico y evitamos las zonas masificadas. Pero he aquí que llega septiembre y la tranquilidad se ve alterada porque empieza el curso escolar. El 7 de septiembre todos al colegio, ese lugar en donde los virus circulan a sus anchas y las precauciones, que muchos padres hemos tomado para salvaguardar la salud de nuestros hijos y la propia, se van al traste. Nos jugamos no solo la salud de nuestros niños sino la nuestra, la de la gente a la que queremos, compañeros, familiares, etc. Nuestros trabajos dependen en algunos de casos de que no contraigamos esta enfermedad que puede quedar bien como algo anecdótico, tal vez como un simple catarro que curamos con un par de semanas en casa, bien con secuelas que nos dejen muy tocados no sabemos hasta que punto o bien, tal vez y en el peor de los casos, dejemos este mundo pensando en si realmente era necesario volver al colegio en esta situación. ¿Salud o educación?, esa es la máxima ahora. No lo tengo nada claro viendo las alternativas que se ofrecen.
Y me pregunto, ¿por qué hay que empezar el 7 de septiembre? ¿No se puede esperar a octubre, cuando los brotes que están surgiendo de forma exponencial hayan remitido? ¿Por qué no sentarse a pensar en otras formas de educación? ¿Por qué no dar alternativas a las familias? No podemos engañarnos: la educación tal y como la conocíamos ha cambiado y, de momento, nada va a volver a ser igual. Sean flexibles y ofrezcan a las familias opciones que se ajusten lo máximo posible a las distintas realidades que hay que los hogares. Yo propongo algunas para Primaria, como algo transitorio:
-Se puede cambiar el itinerario curricular. Hay asignaturas de las cuales podemos prescindir un trimestre, Educación Física, Plástica, Música y Religión/Valores: si bien son importantes, podemos pasar sin ellas tres meses, hasta que veamos cómo se desarrollan las cosas. Centrémonos en las otras materias, Matemáticas, Lengua, Inglés, Ciencias. Quizás en vez de pasar cinco horas en el colegio dando todas las materias lo podamos reducir a tres horas al día, de 9.00 a 12.00. Con ello evitamos que los niños estén en su burbuja de clase cinco horas sin poder relacionarse con nadie más y aguantando la mascarilla (otra cosa susceptible de cambiar, porque tal vez con las pantallas sería más cómodo). Bien, aquí surge el problema de los padres que trabajan. La opción de que se queden hasta las dos con esos profesores que no van a dar sus materias haciendo los deberes o simplemente leyendo un libro en la biblioteca es viable. Pero seguramente de esta idea nazca otro inconveniente y es el de los docentes de estas otras asignaturas a los que no les parezca bien hacer este trabajo. Aquí pido a estos docentes que reflexionen y no se sientan en modo alguno relegados, sino piezas fundamentales en esta nueva realidad escolar.
-Turnos de mañana/tarde o días alternos. ¿Por qué no? Si yo, de manera opcional y libre, decido llevar a mis hijas tres días a la semana al colegio y el resto que trabajen desde casa no entiendo por qué no se puede hacer. Evito masificar las clases, facilito las cosas a los padres que trabajan o simplemente a aquellos menores que están mejor en el colegio que en sus casas. En cuanto a los turnos de mañana o tarde opcionales entiendo que el problema es que no hay suficientes funcionarios. Queremos una educación de primera pero no queremos contratar personal... Eso es inviable. La educación es la base de una sociedad y, sin ánimo de repetir lo que ya todos sabemos, hagan el esfuerzo económico, señores políticos, de invertir en educación, en profesionales que seguramente también tengan miedo de enfrentarse a una clase de veinticinco chiquillos en la que uno tose, el otro estornuda y el de más allá no se pone la mascarilla porque no le da la gana.
Hay asignaturas de las cuales podemos prescindir un trimestre y pasar de cinco a tres horas al día de clase
Me parece increíble que a estas alturas del verano todo sea incertidumbre, lo que genera cada vez más voces en contra sobre la vuelta al colegio. El tema es serio y delicado, se trata de la salud de nuestros hijos, que no olvidemos que está por encima de todas las cosas. Los conocimientos son importantes hasta cierto punto y tenemos toda la vida por delante para estudiar, trabajar y divertirnos, siempre y cuando la lotería covid-19 no nos toque. No olvidemos que está ahí y que cualquiera es susceptible de padecerla con mejor o peor fortuna. De la misma manera que nos encerró en casa en marzo, ¿por qué ahora es distinto? Seguimos en peligro, pero esta vez nuestros hijos están en la calle.
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