Borrar
Viva el infierno

Viva el infierno

A la última ·

Cuando en verano me tengo que poner un jersey me siento estafado por la meteorología

Pío García

Logroño

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Lunes, 20 de junio 2022, 00:00

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Ahora que ha pasado esta semana tórrida, siento que debo armarme de valor y reconocer públicamente, sin temor a recibir insultos y agresiones, que a mí me gusta el calor. Cuando veo cómo sobre España se cierne esa ola rojiza que asciende impetuosamente desde el Sáhara yo me froto las manos, no lo puedo evitar. Los amantes del calor formamos una minoría pudibunda y desamparada, cercados por los talibanes del aire acondicionado y silenciados por quienes no admiten que uno pueda encontrarse tan a gusto cuando el sol cae a plomo, se levanta un viento canicular y los termómetros se disparan más allá de los cuarenta. Yo llevo una semana sonriendo malévolamente mientras veo los telediarios, que se han tirado siete días con la misma escaleta: sale una señora en Sevilla dándose fuerte con el abanico, sale un señor de Albacete diciendo que él bebe mucha agua, sale una señora de Zaragoza resoplando y luego, para compensar, sale un tipo sonriente, tal vez de Oviedo o de Pontevedra, que se ha echado una rebequita. A mí me da pena el de Pontevedra. Cuando en verano me tengo que poner un jersey me siento estafado por la meteorología. Arrastro además el sambenito de los herejes: yo no niego el cambio climático pero lo disfruto con una cañita y unas aceitunas, y eso me da mucho cargo de conciencia. Solo me salva que mantengo una relación conflictiva con el aire acondicionado. Lo pongo muy bajito, lo quito rápidamente y odio a esa gente empeñada en pasarse el verano a 19 grados. Ha habido cines o restaurantes en los que he sentido que trataban de criogenizarme los riñones para luego robármelos y venderlos en el mercado negro. Ojalá el infierno. Para ellos y para mí.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios