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Cómo enseñarle a usar el orinal

Cómo enseñarle a usar el orinal

La edad idónea es alrededor de los dos años, pero cada niño tiene su propio ritmo, y no conviertas la bacinilla en un juguete

Amparo Estrada

Martes, 20 de diciembre 2016, 11:38

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Cuando mi hija trajo a casa un gatito que había encontrado abandonado en la calle, su principal preocupación era cómo alimentarlo, pero mi primera reacción fue cómo evitar que se hiciera sus necesidades en cualquier lugar del piso. Así que mandé a mi hija y al animalito al veterinario con el encargo expreso de que, una vez le hicieran un chequeo general, preguntara cómo se le enseñaba a un gato a hacer uso del arenero.

La veterinaria contestó que eso era innato en un gato y no dio más explicaciones a lo que a mí me parecía un verdadero problema. Yo, en mi tremenda ignorancia animal -desde entonces he aprendido mucho-, no hacía más que insistir en que no era posible que el gatito supiera dónde estaba el arenero y cuándo debía ir. Bueno, doy fe de que el aprendizaje fue rápido y sencillo. Enseñar a un niño a usar el orinal requiere más paciencia y asimilar con deportividad todos los 'escapes' que va a tener. Mis hijos lo han hecho en los lugares más insospechados: un sofá, la bañera, en la piscina (sorry), en mis piernas...

Por etapas

La primera duda que surge es a qué edad hay que empezar a enseñarle. No hay una regla fija. Depende de cuándo el niño esté preparado para colaborar, y esto ocurrirá cuando pueda caminar solo, subir y bajarse los pantalones, sentarse en una silla y que se mantenga seco durante al menos un par de horas. Por lo general suele ser alrededor de los dos años -el control de esfínteres se suele producir entre los dos y los tres años, pero en algunos niños se retrasa-. También se puede empezar antes pero nunca hay que presionar al niño, y menos a edades muy tempranas, ya que podríamos provocar en él reacciones de oposición o incluso ansiedad, alterando la cadena de aprendizaje.

¿Por qué a esta edad? Estas son las etapas del control de esfínteres: A los 6 meses: el niño no reconoce que su vejiga está llena, por lo que no controla la micción. Entre 1 y 2 años: el niño ya comienza a percibir las señales de llenado de la vejiga, pero todavía no es capaz de controlar la micción. A los 3 años: ya tiene un control diurno.

A los 4 años: Perfecciona este control diurno, pudiendo hacer pis a voluntad aunque no tenga la vejiga llena -es a esta edad cuando se le puede pedir que haga pis antes de empezar un viaje en coche, por ejemplo). A los cuatro años y medio: aparece el control nocturno. Son etapas orientativas, cada niño lleva su propio ritmo. No es conveniente juntar este adiestramiento con otros cambios para el pequeño como el comienzo de la guardería o el nacimiento de un hermano.

¿Orinal o wc?

El segundo paso es decidir si se le enseña con un orinal o con un reductor de la taza del inodoro. Al principio, es más fácil con el orinal porque es más accesible para el niño, mientras que el váter puede generar miedo, lo que es lógico porque se trata de un gran agujero negro. Sin embargo, en ocasiones, el uso prolongado del orinal dificulta el aprendizaje porque el niño no generaliza las conductas aprendidas a la micción en el váter. Para él pueden llegar a suponer dos estímulos independientes, por lo que puede ser capaz de emitir la cadena de conductas adecuadas ante el orinal, pero no ante el váter.

Es importante que le enseñemos nosotros a generalizar esta conducta. En primer lugar, es recomendable que el orinal se encuentre siempre en el baño. Además, son contraproducentes todos estos nuevos orinales de diseño (con música, con animales) porque para el niño se convierte en otro juguete más. Provocan que el niño no sea sensible a la reacción intrínseca de necesidad de hacer pis y puede aprender de todo excepto a controlar el esfínter. Tampoco hay que poner el orinal delante de la tele para que se distraiga hasta que le salga, ya que el niño o niña tiene que ser consciente de lo que hace para aprender a controlarlo. También es mejor empezar a enseñarle cuando no hace frío y no tiene que llevar mucha ropa porque no se pierde tiempo y le facilita que lo haga él solo.

Lo que en ningún caso hay que hacer es enfadarse ni regañarle si se le escapa el pis. Tampoco hay que mostrarse preocupado por que tarde en lograr el control ni llevarle cada media hora al orinal o dejarle sentado en él durante mucho tiempo: bastan cinco o diez minutos cuando se levanta por la mañana, antes de acostarse, tras cada comida y, en general, cada dos o tres horas. Sí hay que felicitarle y abrazarle cuando lo hace bien. Esperaremos a que lo haga, y en ese momento le reforzaremos con una alabanza (o incluso con un premio). Por otro lado, podemos instarle a que nos avise cuando tenga ganas de orinar. En este momento, le animaremos para que aguante hasta que llegue al baño.

El proceso de retirada del pañal requiere varios aprendizajes y hay que ir paso a paso. Lo primero es explicarle lo que esperas que haga y que lo entienda -en este paso ayuda utilizar una muñeca de las que hacen pis-; que el niño pida ir al baño; desvestirse; hacer pis o caca; limpiarse; vestirse; tirar de la cadena; limpiarse las manos. Y, con ello, habréis superado el aprendizaje.

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