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La Fundación Cuin atiende a jóvenes con edades comprendidas entre los 6 y los 21 años. D. Pedriza
En busca del bien del menor

En busca del bien del menor

La Fundación Cuin trabaja en Revilla para mejorar vidas, un objetivo presente desde su creación en 1993 por varios maestros y psicólogos

ALEXANDER AGUILERA

Domingo, 3 de septiembre 2017, 09:41

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La Asociación Cuin, fundada como tal en febrero de 1993 por una serie de personas como maestros y psicólogos que trabajaban de forma altruista con menores y familias de toda Cantabria, debe su nombre al duende que cuidaba a los niños en la mitología cántabra. Sin embargo, a partir del 2013, pasaron a ser una fundación, un cambio bastante grande a distintos niveles, pero sobre todo un cambio en favor de la transparencia a nivel público.

Gregorio Lanza, subdirector de la Fundación Cuin, explica el gran abanico de necesidades que tienen los niños, adolescentes y jóvenes, con edades comprendidas entre los seis y 21 años, que atienden directa o indirectamente. Algo a lo que los educadores sociales que allí trabajan deben adaptarse con el objetivo de mejorar las vidas de aquellos que llegan a la fundación.

Una figura, la del educador social, que Gregorio describe de la siguiente manera: «Es alguien que tiene que adaptarse a los tiempos, con mucha empatía y, sobre todo, debe saber trabajar en equipo».

Pablo Jiménez, que además de reunir estos requisitos es también coordinador, describe de esta manera la labor que desempeñan en el día a día: «Intentamos que los chavales que vienen sin estar acostumbrados a que se les diga lo que tienen que hacer o que han cometido delitos, puedan convivir en una casa con normas y obligaciones, les ofrecemos la oportunidad de dar un cambio en su vida».

Todos los trabajadores se vuelcan con estos chicos y chicas, pero no todos eligen el mismo camino ni están agradecidos por la oportunidad: «Una persona que siempre ha hecho lo que ha querido y de repente se encuentra con una figura de autoridad, está claro que muy contento no va a estar, pero hay otros casos en los que sí son conscientes de que les intentamos ayudar», explica Pablo.

Esta entidad, que colabora con el Gobierno de Cantabria y muchos de sus ayuntamientos para a ofrecer un servicio a las familias, a la infancia y a la juventud, lleva a cabo una labor que se desarrolla en los niveles de prevención, protección e inserción sociolaboral, con el que llevan apenas un mes. En lo referente al primero, la fundación gestiona un Centro de Día, en el Ayuntamiento de Camargo, donde acuden menores de familias que necesitan acompañamiento y un cierto nivel de supervisión, pero «conviven también con su familia y duermen en sus casas». En cuanto al nivel de protección, ya entran en escena los recursos residenciales, como explica Mercedes: «Los jóvenes viven con otros menores en nuestro centro el tiempo que estipule la medida judicial, pero siempre pueden ser visitados por sus familias, según indique la propia medida».

La entidad atiende a jóvenes cuyas edades oscilan entre los 6 y los 21 años

Por último, han puesto en marcha un recurso que tenían hace años para la preparación de la vida independiente. Sin embargo, las cosas han cambiado mucho: «Antes era más fácil que los jóvenes de entre 18 y 21 años, los mayores de nuestros centros encontrasen un trabajo. Además, mientras trabajaban seguían viviendo con nosotros y podíamos, por ejemplo, ver cómo gestionaban su dinero. Sin embargo, en los últimos años el acceso al trabajo de jóvenes de 18,19 o 20 años con poca formación profesional, es casi nulo por lo que es muy difícil prepararle para la vida real». Por este motivo están en contacto con distintas empresas en busca una oportunidad que les pueda acercar a lo que se encontrarán en un futuro cercano.

Talleres correctores

Otro de los talleres que llevan repitiendo durante algunos años es 'El legado de Corocotta'. Desde el 25 de junio hasta el 11 de septiembre, se realizan once etapas en las que los jóvenes conocen distintos lugares de la comunidad ya sea con salidas a los propios municipios o conociendo su historia, cultura o gastronomía. «Hay que destacar que los talleres que hacemos siempre deben apoyar la intervención educativa que nosotros hacemos, no sirve cualquier actividad», explica Mercedes.

Los beneficiarios reaccionan de forma diversa ante la llegada de una figura de autoridad

Aspectos como el apoyo en el estudio son básicos para la fundación. Sin embargo, tampoco descuidan la actividad física ya que el hecho de hacer ejercicio o, por ejemplo, jugar en algún equipo, ayuda a construir rutinas y a trabajar en grupo. En definitiva, una serie de elementos dispares que ayudan a que los jóvenes puedan encauzar sus estilos de vida en el futuro.

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